Es un hecho que Romain Grosjean ha cambiado mucho desde la temporada pasada en lo que a su comportamiento en la pista se refiere.

Su agresividad y decisiones precipitadas le hicieron ganarse múltiples apodos y, sobre todo, convertirse en la 'oveja negra' de la parrilla a la que todos temían en las salidas.

El francés, bien es verdad que se lo ganó a pulso tras varios incidentes la temporada pasada como los de Rosberg en Abu Dhabi, con Pérez en Barcelona, Maldonado en Melbourne, Schumacher en Malasia y, el que agotó la paciencia de la FIA, la salida del Gran Premio de Bélgica en la que dejó fuera de carrera a dos aspirantes al título como Fernando Alonso y Lewis Hamilton en la primera curva.

Esta última acción provoco que el de Lotus fuese excluído de cara a la siguiente prueba -en Monza-, algo que no ocurría desde hacía 18 años cuando Michael Schumacher fue sancionado con un 'descanso obligado' de dos carreras tras desobedecer un stop and go que le habían impuesto en el GP de Gran Bretaña de 1994 por adelantar al Poleman -Damon Hill- durante la vuelta de formación en varias ocasiones.

Sin embargo, el de Lotus ha trabajado fuera de la pista estos aspectos con un psicólogo deportivo para cortar de raíz este tipo de comportamientos sin perder ni un ápice de su agresividad en pista y, de paso, dejar de tener esa imagen de 'chico malo' entre sus compañeros y rivales.

"Trato de mantenerme alejado de los incidentes tanto como me sea posible. No he cambiado, pero he mejorado", dijo. "No es ningún secreto que he estado trabajando duro y creo que lo he demostrado en pista. No ser más el garbanzo negro del cocido hace la vida más fácil. Estoy contento con el progreso que hice y con verme ahora luchando en el frente. Me siento muy bien".