En la F1 se piensa desde hace tiempo en adoptar los cockpits cerrados al estilo de algunos coches tipo Le Mans, arquitectura con la que ya se han hecho pruebas con resultados positivos. El accidente de Felipe Massa podría haber tenido consecuencias muy diferentes, o Henry Surtees, en la F2, podría no haber perdido su vida cuando fue golpeado por una rueda perdida por otro participante.

Estos dos accidentes recientes pusieron en marcha hace poco pruebas relacionadas con la posibilidad de instalar sobre los monoplazas cabinas cerradas derivadas de los aviones de combate, aunque en principio nada indica que estos dispositivos terminen en los coches. Pero el accidente de Dan Wheldon ha vuelto a disparar las voces que piden la aplicación de esta tecnología y una de ellas es la de Max Mosley, el expresidente de la FIA al que desplazó Jean Todt, y que fue el que más hizo por la seguridad del deporte en años.

"Creo que podría funcionar", ha declarado Mosley a la CNN tras el accidente de Wheldon. "Uno siempre está en peligro, con una cabina abierta, con [posibles] objetos golpeando al conductor. La cubierta también podría ayudar si es reforzada con otra barra estabilizadora, en cosas como el accidente de Dan Wheldon, pero eso es algo que necesita una cuidadosa investigación".

Por otra parte Mosley admitió que un efecto secundario no deseado de un cockpit cerrado sería su efecto aerodinámico. "Uno de los problemas es que, probablemente, haga el coche más rápido, que es precisamente lo que no queremos. Pero hay otros medios de ralentizarlo", dijo.

Un problema añadido sería el de la suciedad en la superficie transparente, lo que impediría la visibilidad o modificar los sistemas de extracción de los posibles heridos. "Todo eso va a ser examinado por un grupo de trabajo técnico, si resulta que la cosa sería proteger a los mejor conductor", insistió Mosley. "Lo que si que se es que tenemos gente muy inteligente, buscando solución a estos problemas".