El fabricante francés recurre a las siempre mágicas siglas GT para el lanzamiento de una variante muy 'especiada' de su compacto 308. Si bien en ocasiones el acrónimo GT se convierte de una mera estratagema de marketing –algunas veces estas siglas esconden sólo un ligero maquillaje estético– en este caso el fabricante lleva la denominación hasta sus últimas consecuencias, con la comercialización de una variante muy elaborada en materia mecánica que lo posiciona como uno de los mejores GTi del momento.

A la venta a partir de febrero, la gama GT contará con dos opciones de motor. La primera incorpora el propulsor 1.6 THP de 205 caballos, el mismo que ya mueve al 208 GTi, mientras que para los que aún siguen siendo víctimas de la fiebre Diesel queda reservado la variante 2.0 BlueHDi de 180 caballos de potencia, eso sí, en este último caso acompañado por una caja automática de seis velocidades –no existe opción manual–.

Tras conducir ambas versiones en profundidad por carreteras secundarias y con el pavimento muy deteriorado, yo me decantaría por el gasolina, pues sorprende encontrar a estas alturas un propulsor con esta suavidad de funcionamiento y empuje tan pleno a cualquier régimen.

Será deformación profesional, pero el cambio automático de seis velocidades de la versión Diesel, pese a funcionar con suavidad y rapidez, le hace un flaco favor al BlueHDi de 180 caballos en conducción sport, incluso haciendo uso de las levas disponibles en el volante.

De hecho, y pese a la extraordinaria agilidad y precisión de guiado que ofrecen ambos, detectamos un tren delantero más rápido, incisivo y diligente con nuestras órdenes en la versión THP. Sin duda el peso superior del bloque Diesel penalizan el tren delantero.

De hecho, cambio automático y motor 2.0 HDi lastran al 308 con un sobrepeso superior a los 100 kilos, un dato que se deja notar dinámicamente en detalles como que el gasolina es casí un segundo más rápido en el 0-100 kilómetros/hora, y eso hablando de un GTi es una barbaridad.

La variante Diesel pesa casi 100 kilos más y ofrece unas prestaciones más 'pobres' que su hermano de gasolina

La evolución mecánica se completa con un endurecimiento de la suspensión respecto a las variantes básicas –20% el tren delantero y 10% el trasero– y en una disminución de la altura de la carrocería –7 milímetros delante y 10 detrás–. Todo ello contribuyen a elaborar un conjunto en el que destaca su doble personalidad, pues pese a la firmeza de su suspensión ambas versiones saben comportarse como excelentes compañeros de viaje a la hora de acometer viajes largos. Destaca la incorporación de nuevas llantas de 18 pulgadas con neumáticos de Michelin Pilot Sport 3.

El cóctel mecánico se completa con un incremento de tamaño de los discos de freno, que pasan a ser de 290 milímetros delante por 268 detrás, añadiéndose a la vez modificaciones electrónicas como un ESP 100% desconectable.

A su vez, disponemos ahora de un efectista modo Sport que se activa a través de un pulsador en la consola que modifica algunos parámetros de conducción como la dirección –ya de por si más directa–, los parámetros de actuación de la caja automática y la sonoridad, que se torna mucho más elevada y radical a través de los altavoces. A su vez la iluminación del cuadro se vuelve roja y se incorpora información sobre empuje –par instantáneo–, potencia y fuerzas laterales.

Como la imagen es primordial en cualquier preparación GTi que se precie, detectamos nuevos parachoques, faldones laterales, un difusor de aire trasero enmarcado entre dos salidas de escape rectangulares así como un color, el Magnetic Blue, reservado para esta versión. Como no podía ser de otra forma, sus faros delanteros son de led–62 proyectores– e incluso cuenta con unos intermitentes que se iluminan dinámicamente hacia la dirección a la que vamos a girar.

En el interior, también encontramos algunos detalles inéditos como el techo negro, el volante de cuero perforado o las costuras rojas de los asientos, los paneles de las puertas, el cambio, las alfombrillas, los pedales en aluminio, los relojes con fondo ajedrezado o las ventanillas tintadas en negro. Lo que no varía es la efectiva posición de conducción denominada i-cockpit, que se caracteriza por un volante de tamaño muy pequeño y en una posición muy baja y unos marcadores que tenemos que leer por encima del mismo, lo cierto es que al igual que comentamos siempre; cuesta aconstumbrarse a la posición, pero una vez que lo has hecho cuesta abandonarla.

El 308 gasolina de 205 caballos cuesta 27.950 euros, por los 29.000 euros del BlueHDi. La opción de carrocería familiar suma otros 1.000 euros de sobreprecio. En paralelo se comercializa un nuevo acabado denominado GT Line aplicable sobre el motor gasolina de 130 caballos o el HDi de 150 que calca la estética y el equipamiento de los GT, en este caso el sobreprecio es de 1.500 euros.

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