En la Fórmula 1, no todo lo que brilla es oro, y no sólo es oro lo que brilla; hasta ahora sólo 32 pilotos han podido coronarse como campeones de la máxima categoría del automovilismo mundial, es un número reducido tomando en cuenta que hasta ahora 745 pilotos han participado en al menos un Gran Premio de F1. No sólo subir al podio es sinónimo de éxito, o conseguir puntos, o ganar títulos; algunas veces, en las pistas del Gran Circo, se disputa el GP de la vida, y ganar esa carrera, te convierte en una leyenda, como en el caso del inglés Purley, uno de los héroes casi olvidados del automovilismo mundial.

Purley sólo disputó siete GPs de Fórmula 1, entre 1973 y 1977; en ninguno consiguió puntuar; pero se le recuerda por dos motivos; por intentar salvar desesperadamente a su compañero, Roger Williamson, en el Gran Premio de Holanda de 1973, disputado en Zandvoort, y por haber sobrevivido 'milagrosamente' a un impacto de 179,8 G durante la preclasificación del GP de Gran Bretaña 1977. Sin embargo, su nombre siempre estará vinculado a Williamson, su compatriota.

Nacido el 26 de enero de 1945 en Bognor Regis, Inglaterra; era hijo de Charles Purley, un exitoso empresario dueño de una fábrica de refrigeradores llamada LEC Refrigeration. David tenía un amplio gusto por la aventura. Se unió al ejército británico y se convirtió en un oficial del regimiento de paracaidistas de élite; su idilio con las fuerzas armadas culminó cuando tuvo un fallo en su paracaídas en unos de los saltos de capacitación, aquello provocó que su atención se centrara en el automovilismo.

Sus primeras carreras las llevó a cabo en 1968 con un AC Cobra. Tras varios fallos en la mecánica de su coche, decidió comprar un Chevron, que le acompañaría en su nueva pasión hasta 1970; año en el que dio un paso más y debutó en la Fórmula 3 con un Brabham BT28. De este modo comenzó a competir con monoplazas; su equipo se llamó LEC Refrigeration Racing, en honor a la empresa familiar.

Sus primeros pasos con monoplazas pasaron por momentos difíciles, así como instantes en los que iluminó las pistas con destellos de clase al volante, como su primera victoria en la F3, a pocas semanas de su debut en el GP de las fronteras en Chimay, Bélgica, en el que superó al por entonces futuro campeón de Fórmula 1, James Hunt, por una décima de segundo. Purley intentó repetir la hazaña, pero no pudo hacerlo hasta el año siguiente, en esa misma pista, luego, en 1971, cambió su Brabham por un Ensing, mejoró sus resultados y triunfó en dos oportunidades en Gran Bretaña a finales de esa temporada.

En 1972, se concentró en la Fórmula 2 al mando de un March 722, consiguió un tercer lugar en Pau y regresó a Chimay, allí ganó su tercer GP de las Fronteras consecutivamente. En Chimay gana entre 1970 hasta 1972, logra un hat trick y en las dos primeras ocasiones supera a Hunt, en este circuito. Purley se sentía como pez en el agua.

1973 sería muy importante para sus aspiraciones deportivas, Purley comienza el año compitiendo en la Fórmula Atlántico, pero no fue hasta el 3 de junio de esa temporada, que el británico pudo dar el gran salto para aterrizar en la Fórmula 1 con un March 731, sin embargo, no competía para el equipo oficial, lo hacía para una formación privada que llevaba el mismo nombre que la principal. El inglés, que lucía el dorsal 18 en su coche, no pudo completar aquel GP de debut, con tanto lujo y glamour, por problemas mecánicos. Firmó el sexto abandono de dicha contienda y no volvió a competir en la F1 hasta el GP de Holanda de ese mismo año.

El GP de los Países Bajos de 1973 se llevó a cabo el 29 de Julio, en el mítico circuito de Zandvoort, ubicado en Haarlem, un poblado de una región de dicho país que lleva por nombre Holanda; los acontecimientos que definieron aquella carrera, quedarían grabados en la retina de miles de seguidores, así como de ingenieros y pilotos que asistieron a aquella funesta contienda.

Williamson, al igual que Purley, era un piloto inglés que disputaba su segundo GP de F1 aquella tarde veraniega en Zandvoort. El de 25 años de edad se había clasificado en la 18° posición, tres puestos por delante de su compatriota; no obstante, perdió su posición por un fallo mecánico en la vuelta de reconocimiento y tuvo que salir en la carrera desde la última posición. En una muestra de su talento, pudo remontar hasta la 13° posición en las seis primeras vueltas.

En el séptimo giro de un total de 72, el piloto del March rojo, Williamson, vio cómo uno de los neumáticos de su coche se reventaba, lo que le hizo perder el control. Tras pocos segundos de maniobra, el tanque de combustible se incendió por la fricción con el suelo; en un instante, el rojo se desvaneció y sólo se veía una llamarada naranja. El coche se deslizó por la pista boca abajo casi 300 metros y dejó una bola de fuego a la derecha del circuito. Williamson, dentro, no estaba herido de gravedad, pero estaba encerrado entre las llamas.

Purley, que completaba su octava vuelta, vio anonadado el trágico accidente de su compañero y no dudó en aparcar su coche la izquierda del asfalto, se bajó y atravesó la pista sin importarle siquiera los coches que venían de frente, que aún competían. Desesperadamente, corrió 50 metros e intentó voltear el coche número 14, sin percatarse del peligro de las llamas que podían abrasarle.

La falta de cooperación por parte de los comisarios y pilotos se debió a varios factores; los primeros estaban mal equipados, no tenían ropa ignífuga y no estaban bien entrenados, así que se limitaron a esperar al camión de bomberos, por otra parte, algunos pilotos pensaban que Purley era el dueño del coche que se incendiaba y que sólo intentaba salvar a su monoplaza, por lo que ni siquiera levantaron el pie del acelerador y se mostraron antipáticos ante los esfuerzos del inglés. Esta excusa es difícil de creer, ya que Purley, había estacionado su coche a pocos metros del de Williamson. Tras varios intentos de voltear el vehículo en llamas, Purley le quitó el extintor a uno de los comisarios para tratar someter a las llamas del March de su compatriota.

Cada segundo parecía una eternidad. El extintor no tenía más líquido y Purley lo había dado todo. Se apartó del coche un par de segundos, desolado y decepcionado. Con gestos de rabia. "Un intento más", debió pensar. Y con un nuevo ataque de impotencia volvió para voltear el coche. Los comisarios sólo se acercaron para impedírselo. Decenas de aficionados que veían la escena trataron de saltar las vallas para ayudar a los dos británicos, pero la seguridad del circuito se encargó de mantenerles a raya con perros policía. Para cuando llegó el camión de bomberos, Williamson ya estaba muerto.

Años más tarde, el propio Purley recordaría su intento de salvar a Williamson, el inglés recuerda las súplicas de su compatriota mientras las llamas comenzaban a azotar su cuerpo. "¡Por Dios Santo, David, Sácame de aquí!", Esas palabras estuvieron presentes en la memoria de Purley hasta el día de su muerte, también fueron el motivo que le extrajo varias lágrimas de sus ojos.

"Yo no pude darle la vuelta, simplemente no pude. Podía ver que estaba vivo y le oía gritar, pero no pude dar la vuelta al coche. Intenté que la gente me ayudara y si hubiéramos podido girar el coche él estaría bien, le podíamos haber sacado", ha señalado tristemente David Purley.

Las imágenes del piloto derramando sus desgarradoras lágrimas sobre Zandvoort; producto de las tristeza e impotencia, tras haber intentado salvar una vida humana sin ayuda de nadie; sólo sirvieron para ganar el premio de las mejores fotografías del año. Más tarde ese mismo año, ganó la medalla de George por sus esfuerzos para salvar a Roger Williamson, una condecoración que seguramente cambiaría por la vida de su compatriota.

En 1974 le dio la espalda a la F1 a pesar de que intentó clasificarse para el GP de Gran Bretaña; sin embargo, el inglés se centró en la Fórmula 5000; ganó la Copa de Oro en Oulton Park en 1975, y al año siguiente ganó seis victorias en 13 carreras, para llevarse el título Shellsport británica de la Fórmula 5000. En el invierno de 1976 a 1977, Purley encargó al diseñador Mike Pilbeam, la construcción un coche F1 que denominarían LEC; con la ayuda de Mike Earle, el coche estuvo listo para la temporada 1977, ese año y Purley clasificó para varias carreras, pero en la preclasificación del GP de Gran Bretaña, tuvo un accidente del que salió vivo milagrosamente.

En Silverstone, frente a su público, el británico, al volante de su LEC con motor Cosworth, choca frontalmente contra el muro a 173 km/h, no pudo reducir la velocidad ya que se había atascado el pedal del acelerador; el monoplaza, sólo tuvo un espacio de 66 centímetros para reducir la velocidad de 173 a 0 Km/h, de este modo, Purley sufrió una desaceleración de 179,8 G, la más alta a la que ha sobrevivido un ser humano sin HANS, sin un chasis de fibra de carbono y sin tener un cockpit recubierto de zylon, sólo le hizo falta un milagro para salir vivo del circuito aquel 15 de julio de 1977.

Purley sufrió fracturas en ambas piernas, así como en su pelvis y en las costillas; además, estuvo varios meses internado en el hospital, durante este período, sufrió seis paros cardiorrespiratorios; a pesar de las lesiones internas, logró sobrevivir con una pierna más larga que la otra y una pronunciada cojera producto de aquel fortísimo accidente. En 1979 volvería a la F1 con el equipo Shadow, con el que consiguió sus primeros tres puntos, tras esta última y fugaz participación, abandonó el automovilismo para dedicarse a empresa familiar y a las acrobacias aéreas, una nueva aventura estaba a la vuelta de la esquina, pero esta sería la última.

Durante un vuelo por la costa sur de Inglaterra el dos de Julio de 1985 se estrelló en el mar pilotando su avión de acrobacias especial, Pitts. De este modo, falleció uno de los héroes de la F1, un hombre que nunca dijo que no a los designios de su corazón, todo lo que hizo, lo hizo con la mayor pasión y entrega posible, y aunque nunca brilló como un campeón de la F1, lo hizo como un campeón de la vida.