La implantación de un límite presupuestario en el mundial de Fórmula 1 ha ocasionado siempre grandes disputas entre la FIA y los principales equipos del campeonato. Sin ir más lejos, las grandes diferencias que existieron entre ambas partes a mediados de 2009, con Max Mosley como presidente del mayor organismo del motor, casi provocaron la creación de una nueva competición.

Ahora, Mosley ha explicado que erró al intentar reducir los costes mediante la vía de las regulaciones a partir del 2000. Este método tan sólo propició, según el británico, que los coches perdieran potencia a pesar de que las escuadras siguiesen gastando el mismo dinero.

"Al final yo soy tan culpable como el que más, porque a partir de 2000 en adelante, me he centrado en las regulaciones. La teoría era que, si conseguías el reglamento adecuado, podías bajar los costes. Descubrimos que no era cierto. Por ejemplo, intentamos reducir la libertad de los constructores de motores, pero no hubo ninguna diferencia en los gastos. Nuestro logro fue simplemente reducir la potencia obtenida por cada millón de dólares que se gastaban. Eso es todo", confesó a Autosport.

El ex presidente de la FIA ha añadido que, al ver que las limitaciones reglamentarias no surtían efecto, procedieron a congelar los motores, algo que tampoco trajo consigo la ansiada bajada en el gasto.

"Entonces, siguiendo una secuencia lógica, congelamos los motores. Todos los expertos me dijeron 'así debe ser'. Así que, ¿qué hicieron (los fabricantes de motores)? Gastaron fortunas en investigación. Y creo que encontraron 30 caballos de potencia. Es fascinante cuando se fijan en lago en lo que nadie se había molestado".

Por tanto, quien llegara a presidir el máximo organismo del mundo del motor en 1993 ha sentenciado que su experiencia le demostró que la única forma de bajar el gasto es mediante la imposición de un límite en el mismo.

"Con el tiempo me di cuenta de que no importaba lo que hiciéramos con los reglamentos. Demostramos que no se puede controlar los costos a través de las regulaciones. Teníamos que traer un límite en los costes".

Sobre esta opción, Mosley ha opinado que contribuiría a un mundial más justo y apretado, ya que la diferencias en la pista entre los equipos más adinerados y los más humildes apenas serían apreciables para el espectador.

"¿Por qué no permitir a un equipo de Fórmula que está preparado para operar con un presupuesto muy reducido tener una gran libertad técnica para ponerlo a un segundo o menos de los principales competidores? Para mí eso es muy lógico. Eso te permite demostrar que alguien sentado en la tribuna no será capaz de ver la diferencia entre el equipo con 50 millones de libras y el equipo con 500 millones".

En lo que respecta a los derechos de televisión, el máximo responsable de la FIA hasta 2009 ha abogado por una distribución más equitativa de los beneficios que estos proporcionen. De este modo, las ganancias de cada escudería vendrían del patrocinio que obtuviesen a lo largo del año.

"Si lo distribuyes racionalmente, podrías dar a todos la misma cantidad de dinero. A continuación, organizas los presupuestos, por lo que los gastos (de la temporada) serían menores o iguales a la cantidad de dinero que les estás dando. Luego, les dices (a los equipos) que el patrocinio que reciban es su beneficio. No hay nada malo en ganar dinero", concluyó.