Definir este tipo de vehículos puede llevar a varias contradicciones, pero nos vamos a centrar en sus aspectos más importantes. Excluyendo los biplazas y los GT de altas prestaciones, un verdadero Muscle es un vehículo de dos puertas y cuatro plazas, tamaño medio –entérminos de los EE.UU. de la guerra de Vietnam-, propulsión, bastidores de arcaica tecnología y por supuesto descomunales V8 de gran cilindrada, enfocados a conseguir el mayor par posible sin tener miramiento alguno por el consumo y las normas de emisión de gases. Si a todo esto le añadimos que tenían un precio asequible para cualquier joven con trabajo y potencias en ocasiones superiores a los 400 caballos, no es de extrañar su gran éxito de ventas y su infinita legión de admiradores.

Pero como suele ocurrir en esta vida, todo lo bueno acaba. En la década de los 70 dos factores marcaron el principio del fin de este tipo de vehículos. Por una parte el Grupo de Seguridad Automotriz, liderado por Ralph Nader, basándose en el peligro que conllevan este tipo de vehículos para el público más joven, comenzó a cargar recargos excesivos en los modelos más potentes, hasta el punto de hacerlos inaccesibles para la mayoría. Por otra la crisis del petróleo de 1970, que obligó a los fabricantes a replantearse el concepto de los Muscle, enfocándolos hacía el lujo y la comodidad en lugar del concepto para el que fueron creados, hasta que en 1973 la preocupación por la contaminación atmosférica y la decisión de la OPEP de racionar y controlar el precio del combustible causaron la desaparición de esta irrepetible raza de automóviles deportivos.

En la actualidad aquellos gloriosos clásicos se utilizan para las competiciones de dragsters y similares pero son muchos los que no olvidan esa potencia desmesurada, ese grave y delicioso ronroneo, esas maravillosas derrapadas capaces de destrozar cualquier neumático y cambiar de carril con un simple golpe de gas, ese demoledor sonido que advertía de su presencia a varias manzanas y como no, esa sensación de poder y libertad.

Rememorar todos aquellos mitos nos llevaría un trabajo interminable, así que te recomendamos que cojas asiento ya que vamos a recuperar en varias entregas los que, a nuestro parecer, fueron los mejores ejemplos de Muscle Car y los mejores motores de su historia.

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