Seductor es el adjetivo que mejor define al Fiat 500. No lo decimos nosotros sino que basta con ver la forma que tienen las féminas de 'mirar' cada vez que ven pasar uno por delante para darse cuenta de ello, así que no es de extrañar que veinteañeras y treintañeras de toda Europa hayan caído rendidas a sus pies. Desde que salió a la venta ha arrasado, aunque ahora lo va a tener un poco más difícil ante la llegada de una nueva generación de otro conquistador nato, el Mini. Para frenar al británico, en la casa italiana se han puesto manos a la obra para renovar a su 500 sin perder el encanto de latin lover que desprende. Su imagen se ha masculinizado para gustar más a los hombres, que se decantaban por las versiones preparadas Abarth, algo que también pasaba en su rival de la mano de los Cooper S–192 caballos– y John Cooper Works–231 caballos–. Faros y paragolpes se llevan la mayor parte de los cambios estéticos en el 500, aunque lo que de verdad te servirá para distinguirlo son las luces diurnas que van colocadas en la parte inferior del frontal y con forma circular, así como los pilotos, que ahora incluyen una 'pieza' pintada en el color de la carrocería; dos detalles que antes no existían. También y como es de manual en los restyling, se amplían el catálogo de las llantas y las tonalidades para el exterior.

Se hace mayor
Pero donde realmente apreciamos mejoras es en el interior. Muchos mandos han sido renovados para hacerlos más ergonómicos, como los que accionan los elevalunas eléctricos, que siguen colocados delante del pomo del cambio. No obstante, las grandes protagonistas son las pantallas, ya que se puede montar una en el cuadro de mandos en lugar de los tradicionales relojes analógicos y otra en la parte alta de la consola, que hace de centro multimedia aglutinando el navegador con cartografía TomTom, la radio y las aplicaciones que se descargan tales como información meteorológica, avisadores de radares… Si bien la primera nos resulta muy útil, la posición de la última hace que el sol incida en ella con frecuencia y no veamos bien los datos en días clareados. En este sentido, la del Mini está perfectamente encajada a media altura y su mayor tamaño hace que sea más práctica, aunque el manejo es más complejo debido a que el selector está casi escondido entre los asientos, un sitio poco práctico –no es táctil–.

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Y ya que hablamos del interior, el 500 mantiene su particular puesto, algo incómodo para personas de gran estatura. El asiento tiene el respaldo y la banqueta estrecha y el pomo del cambio está colocado como en un vehículo de reparto. El volante sólo se regula en altura por lo que, en conjunto, encontrar una posición no es del todo fácil si bien, con el paso de los kilómetros, el cuerpo se ha amoldado, que no acomodado. El Mini es más bajo y, por tanto, obliga a agacharnos un poco para entrar y salir. Aquí sí que contamos con multitud de regulaciones y, sobre todo, con mayor separación con el copiloto ya que el One es 10 centímetros más ancho que el 500.

El motor bicilíndrico del Fiat es perezoso; para tener ritmo hay que ir alto de vueltas

En lo que respecta a las plazas traseras, ninguno de los dos llega al nivel de los utilitarios más populares del mercado –Seat Ibiza, Opel Corsa, Toyota Yaris…–, pero permiten transportar a dos personas, preferiblemente si son de baja estatura o niños. El acceso al 500 es más estrecho y el espacio bastante reducido, angosto incluso, una situación que en el Mini no llega hasta esos extremos gracias en parte a las mayores dimensiones que 'calza'.

Dos por tres
Las diferencias entre ambos también se trasladan al asfalto y eso que las prestaciones son muy similares, como reflejan las fichas técnicas. Pero sus motores gasolina con turbo son los que marcan el terreno. El del Fiat es una arriesgada apuesta que poco a poco se está afianzando, puesto que no tiene cuatro ni tres cilindros, sino dos. Entre las ventajas está la del tamaño, perfecto para ir en el reducido vano del 500, sin olvidar la contención de peso, ya que el Fiat ronda la tonelada en la báscula. Pero si hay una particularidad de este bloque, es la del sonido. Por la calle reconocerás de inmediato a un 500 TwinAir ya que te parecerá escuchar una motocicleta. Tiene su gracia…

Acompañado de esa melodía, el 500 se muestra perezoso si no lo llevamos en torno a 2.000 vueltas. Por debajo de ese régimen y por más que pisemos el pedal del acelerador, pasarán bastantes segundos hasta que notemos respuesta. Así que para salir airoso se hace indispensable activar la función Sport, a la que se tiene acceso a través de una tecla, colocada junto al cambio. Es entonces cuando podemos aprovechar bien las seis relaciones del cambio, con una sexta destinada a reducir el consumo de carburante, que no es precisamente bajo.

Al Mini le gustan las curvas mientras que, el Fiat, prefiere las carreteras rectas

El Mini es más 'tradicional', si se puede llamar así, al recurrir a una tricilíndrico, similar al que utilizan muchos otros fabricantes en vehículos de este tamaño. Sorprende de inmediato por sus arrancadas, fulgurantes si las comparamos con las del Fiat. Asimismo contamos con un selector de programas que cuesta algo más de 100 euros al tratarse de un opcional y con el que se pasa del eficiente Eco Pro–logra ahorrar unos 0,5 litros a los 100– al intermedio Confort–el equilibrio– para llegar a la función más deportiva, que es perfecta para cuando queremos divertirnos en un trazado revirado y tener el máximo potencial.

Queda claro que Fiat 500 y Mini One son dos de las propuestas de movilidad urbana más llamativas de los últimos tiempos, que no han perdido ni una pizca de su atractivo sino que lo han potenciado…

Precio, equipamiento y ficha técnica del Fiat 500 0.9 TwinAir Loungue 105CV

Precio, equipamiento y ficha técnica del Mini One 1.2 102 CV

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