(Prueba extraída del Especial GTI de CAR and DRIVER) Si el Mercedes A45 AMG se escapa de tus posibilidades por su elevado precio, los VW Golf GTI y GTD te parecen continuistas y los pequeños GTI faltos de carácter, es hora de que prestes atención a lo que te ofrecen los cupés deportivos como Hyundai Veloster Turbo, Peugeot RCZ y Toyota GT86, todos ellos situados en la barrera de los dos centenares de ‘jacos’ y los 30.000 euros.
El coreano Veloster Turbo es una versión inédita que llega tras su sonada irrupción en Estados Unidos, donde ha tenido una gran acogida: allí está a la venta por 22.100 dólares y se ofrece únicamente con un motor de 201 caballos mientras que a Europa aterriza ‘descafeinado’ con idéntico cuatro cilindros limitado a 186 caballos... y más caro. Aún así, es el más asequible de estos rivales, sin contar con las campañas de la marca.
El Peugeot RCZ en este 2013, por su parte, recibe una ligera puesta al día con retoques que afectan, entre otros, a faros y calandra, cambios que enfatizan su lado más sport y que no hacen otra cosa que realzar su atractiva silueta. Las novedades recaen también en el equipamiento disponible mientras que la dinámica sigue inalterada respecto al modelo que sustituye.
El GT86, todo un ‘veterano’, se mantiene impasible mientras sus competidores tratan de destronarle. Y es que el japonés, a pesar de que ha tardado bastante en llegar a los concesionarios, ha enamorado por su relación precio-potencia-prestaciones. La espera ha merecido la pena.
VISIONES DE OTRA MANERA
Sentados en este último tras agacharnos para acceder al interior, nos encontramos con un ambiente en el que todo está pensado para disfrutar. Un cockpit en toda regla donde nuestro trasero roza casi el asfalto: poco espacio, un asiento con grandes ‘orejas’ que no permiten que nos movamos, un pomo de cambio que cae a la perfección y una palanca de freno de mano ubicada estrategicamente para incitar una y otra vez a practicar drifting. Comparado con sus compañeros de aventura, el RCZ apuesta más por el confort y el lujo como apreciamos tras conseguir la postura ideal en su simulado bacquet terminado en piel y Alcántara –1.500 euros–. Este agasajo inicial se incrementa tras ver la consola central y todo el salpicadero recubiertos también en cuero, una presentación exquisita al nivel de las berlinas premium alemanas. El pomo del cambio es más grande y queda un poco más alejado de nuestro alcance.
En el Veloster Turbo nos encontramos en la posición más alta de los tres y, al igual que su ‘vecino’ asiático, apuesta por el uso de plásticos duros para recibirnos. Su asiento es el más cómodo y el que nos permitirá afrontar largos viajes sin que luego tengamos algún tipo de molestia en la espalda.
A PLENO PULMÓN
Mientras que por el doble escape central del Veloster no se aprecia una melodía diferente que haga torcer el cuello cuando damos gas a fondo –es más, pasa muy desapercibido en este campo–, el Peugeot encandila cuando se estiran las marchas por encima de las 2.000 vueltas tanto si lo escuchamos dentro como fuera gracias al Sound System y a una ‘caja de resonancia’ ubicada en el escape respectivamente. De los dos elementos merece especial atención el primero dada su complejidad técnica: varía la ‘musicalidad’ que nos llega a través de un amplificador de audio interno siempre que pisemos el pedal del acelerador; por contra, se ‘capa’ al detectar una velocidad constante.
El GT86 se distancia ligeramente de sus adversarios con un sonido realmente embriagador cuando se supera la barrera de las 3.000 vueltas. Además, no cesa hasta el corte de inyección, allá por las 7.000 revoluciones.
LA HORA DE LA VERDAD
El tacto de la dirección del Toyota es duro a diferencia de la asistencia más suave del Peugeot y la todavía más blanda del Hyundai. La del coreano sobresale por no transmitirnos realmente lo que ocurre en las ruedas delanteras aunque saca a relucir sus dotes en ciudad, sobre todo, en las maniobras a baja velocidad. Todo lo contrario ocurre con la de los RCZ y GT86, que nos ayudan a dirigir sus respectivas masas por donde queremos con mayor precisión. Aquí se demuestra el buen hacer del chasis y el empuje del motor 1.6 del francés dado que es el más pesado y, en conjunto, el de peor relación peso/potencia del grupo. Aún con ésas, acelera una décima más rápido que el Toyota y la velocidad máxima es sensiblemente superior. La puesta a punto llevada a cabo por los ingenieros de Peugeot es de nota y en las rectas demuestra su potencial.
El Toyota saca a relucir sus garras en las curvas más cerradas en las que gana la partida a sus rivales por varios factores: una menor altura, un reparto de masas casi perfecto entre ambos ejes y la ayuda incontestable de un diferencial autoblocante, que mejora la tracción cuando salimos de los giros. Muy de cerca se sitúa el Peugeot en la lucha por ser el más eficaz, con un comportamiento muy neutro que no envidia nada al del Toyota. El Hyundai se muestra más torpe debido a un marcado y continuado carácter subvirador.
SALTO DE POTENCIA
Hyundai y Peugeot recurren al downsizing y la sobrealimentación para impulsar sus cupés, con una diferencia de 14 caballos entre ambos. En teoría no son muchos pero la práctica demuestra todo lo contrario. Tampoco ayuda que las relaciones del cambio manual de seis relaciones del Veloster Turbo sean las más largas del trío, algo que podría afectar de forma favorable al consumo. Aun con esas, es el que gasta más carburante mientras que el bloque del Peugeot es ‘rabioso’ y parco en consumo.
Por contra, en el GT86 se ha optado por un motor también de cuatro cilindros pero colocados en posición bóxer y renunciando a todo tipo de artimañanas ‘modernas’. Este ‘arriesgado’ planteamiento sorprende por una elasticidad que hacía tiempo que no veíamos y que invita constantemente a estirar las revoluciones al máximo. Puro espectáculo.
Ficha técnica, precio y equipamiento del Hyundai Veloster Turbo
Ficha técnica, precio y equipamiento del Peugeot RCZ
Ficha técnica, precio y equipamiento del Toyota GT86
