Nacido un seis de noviembre de 1931 en Kiddeminster, este automovilista inglés se ha convertido en uno de los iconos de los inmortales años 50, de una época en la que reinó el 'maestro' Juan Manuel Fangio y en la que brillaron pilotos como Stirling Moss, Alberto Ascari, Giuseppe Farina, Luigi Musso, entre otros. Peter Collins también fue un símbolo de juventud, gracias a la corta edad con la que competía (en relación con sus rivales) y a su corta trayectoria deportiva.

Como la mayoría de los pilotos de la época, Collins comenzó sus andanzas en el automovilismo deportivo en la Fórmula 3, por aquel entonces llamada categoría de 500cc, con el tiempo, y el respaldo familiar, el joven entusiasta comenzó a escalar en el mundo de las carreras, pasó por la Fórmula 2 en 1951 de la mano del equipo HWM, al que había llegado por medio de un contrato con Aston. Pero tras una temporada insípida, el británico, tras mostrar su talento a sus jefes, no desperdició la oportunidad de codearse con los grandes y en 1952 dio el gran salto a las ligas mayores, la Fórmula 1 y disputó las dos primeras temporadas con el mismo equipo que le había permitido ascender a la F2, HWM.

En 1954 y 1955, así como en las dos temporadas anteriores, Collins no tuvo oportunidad de luchar por el Campeonato, ni siquiera de sumar puntos. Después de pasar por Vanwall y Maserati, el inglés firma un contrato con Ferrari para la temporada 1956; aunque él no lo sabía, aquel año sería crucial para su carrera deportiva y sería el que lo convertiría en una de las figuras notables de aquella época romántica de la F1.

Vehículos con palanca al suelo; neumáticos con un pírrico agarre en comparación con los de décadas posteriores; el intenso olor a combustible, a "caucho quemado"; grandes olas de calor provenientes del motor, acompañadas de incesantes emisiones del escape que te dejaban el rostro ennegrecido, y un sinnúmero de pistas altamente peligrosas; le daban ese toque mágico que hizo popular a la F1 en una incipiente y caballeresca etapa.

A todo esto, había que sumarle la pasión con la que los corazones de los pilotos, invadidos por un espíritu de lucha y heroísmo dejaban sus estelas en las pistas, así como una imborrable huella en el pensamiento del público en cada Gran Premio. El poder ver a cada uno de aquellos gallardos gladiadores luchar con sus volantes para mantener el control de la monstruosa máquina a la que querían dominar; hacía que el público de aquella época, se sintiera muy cerca con el deporte, en algunas ocasiones hasta parte del mismo; pero tal cercanía, muchas veces era letal.

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Accidente en la edición 1955 de las 24 horas de La Mans

Como prueba de eso tenemos las 24 horas de Le Mans de 1955, carrera que por aquel entonces contaba con la participación de pilotos como Fangio y de marcas como Mercedes-Benz, que dominaba el automovilismo de la época; en este evento murió el piloto Pierre Levegh y 82 espectadores en lo que aún se considera como la mayor desgracia en la historia del automovilismo, esto impulsó a la salida de las carreras al fabricante alemán. El piloto argentino consiguió su tercer título de F1 aquel año, sin embargo, para 1956 se encontró sin un volante, por lo que el comendatore, le abrió sus brazos y lo invitó a unirse a sus filas en un proyecto ambicioso, que incluía al Lancia-Ferrari D50; con un motor V8 que desarrollaba 270 caballos de fuerza; como el arma principal para disputar el campeonato del mundo. La escudería del Cavallino rampante, había adquirido el material y los automóviles de Lancia, éste último era un equipo que había cerrado sus puertas después de la inesperada muerte de Alberto Ascari.

Pero Fangio no estaría solo, Eugenio Castellotti, Luigi Musso, Alfonso de Portago y la estrella naciente, Collins, le acompañarían a lo largo de una emocionante temporada. Stirling Moss, que fue compañero del por entonces tricampeón en Mercedes, regresaba a Maserati, la otra escudería favorita que ponía a su disposición al 250F; lo que prometía un interesante duelo entre las dos ex flechas plateadas, que en 1955 protagonizaron las batallas deportivas más intensas en la pista.

La temporada 1956 contaba con ocho carreras puntuables para el campeonato que incluían las 500 millas de Indianápolis. El Mundial dio inicio con el GP de Argentina. Fangio y Musso compartieron la victoria, ya que ambos habían usado el mismo coche, el argentino había tenido problemas con la bomba de gasolina de su vehículo, por lo que se le pidió a Musso que le cediera su automóvil para que el campeón reinante terminara la prueba. El 'chueco' no solo ganó, sino que también hizo la vuelta más rápida de la carrera, por lo que se le dio un punto extra que lo sitúo en el liderato del campeonato.

A medida que la temporada avanzó, el duelo entre Moss y Fangio se hacía mayor, pero no muy lejos les seguía el joven inglés que por aquel entonces aún no había cumplido los 25 años, Collins. Este último conquistó su primero podio en una carrera puntuable para el campeonato en el segundo GP del año, celebrado en Mónaco. Pero no se dejaría ver como un claro candidato al título hasta el GP de Bélgica, cuarta carrera del Mundial, en la que logró su primera victoria en la F1, lo que lo situó en el primer lugar de la clasificación general, igualado a 11 puntos con Moss, mientras que Fangio les seguía con nueve.

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Fangio durante el GP de Mónaco de 1956

En Francia repetiría el triunfo pasando a ser el único líder del campeonato; entre las dos carreras siguientes sólo acumularía tres puntos, mientras que Fangio, apenas con 13 puntos, sólo deseaba abandonar a su equipo. Tras una serie de averías mecánicas a lo largo de la temporada y de múltiples discrepancias en relación a la gestión de la formación italiana, la tensión entre Fangio y Ferrari había llegado a un punto extremo; tanto así que el argentino exigió al comendatore que le liberara de su compromiso con la Scuderia; como era de esperarse, Don Enzo se negó.

"Como Ferrari se negó a dejarme libre, les hice decir que la única manera de correr para ellos era si me nombraban un mecánico exclusivo para mi máquina. Y me lo dieron. Creo que se llamaba Casani. Cuando lo conocí le dije: usted va a tener una participación de lo que yo gane en carrera. No sólo va a cobrar cuando llegue primero sino toda vez que mi coche termine, sin el menor fallo mecánico", cuenta Fangio, que se llevó la victoria en las dos carreras que siguieron a ese acuerdo, una de ellas la selló con la vuelta más rápida.

De este modo, los dos pilotos principales de Ferrari llegaban a la última carrera, en Monza, con ocho puntos de diferencia, el equivalente a una victoria. Fangio tenía 30, Collins 22 y uno de los Maserati, el de Jean Behra, había mostrado gran consistencia a lo largo del año, tras lograr un segundo lugar y cuatro terceros puestos, igualando la puntuación de Collins y superando a su compañero, Stirling Moss; este último, era cuarto en la clasificación general con 18 puntos; con sólo ocho por repartir, ya no tenía opciones de alcanzar el codiciado título mundial.

Entre Collins y Behra, sólo el primero podía quitarle la corona a Fangio ya que contaba con dos victorias mientras que su rival de Maserati no tenía ninguna, pero el inglés no lo tenía fácil, le hacía falta ganar y lograr la vuelta rápida para sumar 31 puntos, aún con ese resultado, si Fangio lograba puntuar, el británico perdería el Campeonato. Para la clasificación general, sólo se tomaban en cuenta los cinco mejores resultados de cada piloto a lo largo de la temporada, de las cinco mejores actuaciones del argentino, la peor había sido la del GP de Francia, en el que culminó cuarto y marcó la vuelta rápida, por lo que 'el maestro' debía culminar tercero y lograr la vuelta rápida en Monza para puntuar y ganar el Campeonato, sin importar que Collins se llevase el triunfo y la vuelta más rápida.

En la carrera italiana, la mecánica del Ferrari de Fangio vuelve a ser el motivo de los dolores de cabeza del argentino, pero esta vez los fallos comenzarían siendo un denominador común en todos los coches del Comendatore, las gomas se desgastaban en exceso en las peraltadas curvas de Monza, pese a ello, Castellotti y Musso decidieron usar los neumáticos más blandos para intentar ganar lo que para ellos era el GP de casa.

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Catellotti y Musso durante el GP de Italia 1956

Fangio se lleva la Pole Position, seguido de Castellotti a 0.8 segundos, y Musso en tercer lugar a 1.1; al iniciarse la carrera, los Ferrari con las gomas más blandas toman las dos primeras posiciones, Moss salió sexto y en la vuelta cinco tomó el liderato de la carrera, en ese momento Collins se ubicaba cuarto, justo por detrás de Fangio, cuya suerte estaba por dar un giro drástico. Desde la vuelta 17 la barra de la dirección del Ferrari de Fangio comienza a fallar, el 'chueco' desciende hasta la posición 14 y se mantiene en pista durante algunas vueltas más, hasta que en la vuelta 30, mientras ocupaba la 12ª posición, entra a boxes, su monoplaza ya no podía continuar la carrera, el fantasma de la fiabilidad se había hecho presente otra vez; el argentino se encontraba en el garaje de su equipo consciente de que ahora todo dependía de Collins; aunque en ese instante, el inglés se ubicaba tercero, lejos de Moss y del título mundial.

Musso era segundo, en Ferrari solicitaban que entrase a los pits para cederle el coche a Fangio, pero el italiano, con hambre de victoria en su casa, hacía oídos sordos; los Ferrari de Portago y Castellotti ya estaban fuera de carrera, así que el tricampeón estaba resignado a ver el resto de la contienda como un espectador más. Pero en la vuelta 36, Collins entra en boxes para cambiar los neumáticos traseros y para convertirse en un 'Gentlemen driver'.

Marcello Giambartone, periodista italiano y representante de Fangio en 1956, escribió un libro titulado 'La mia Vita a 300 All'Ora', en el que recopila las vivencias del pentacampeón. En dicha obra, el italiano señala que cuando Collins detiene su D50, le insinúa cederle el coche al argentino, acto seguido, el inglés se bajaría del monoplaza para cumplir la orden. Todo esto lo desmintió el propio Fangio:

"Eso no fue cierto. Cuando Collins se detuvo en boxes, supo lo que me sucedía y me dio su coche espontáneamente delante de Sculatti, que estaba a mi lado. Además, Collins sabía que tenía que ganar con récord de vuelta y en ese momento estaba tercero detrás de Musso. No obstante, la carrera no había terminado, pero de igual manera me dio su coche, gesto que nunca olvidaré. El segundo puesto logrado nos otorgó tres puntos a cada uno. En mi caso no me sirvió ya que tuve que descartar. En cambio, Collins los pudo sumar", sentenció el argentino, que, en otras declaraciones, reiteraba su versión de los hechos con estas palabras: "Sin que nadie se lo indique, al verme parado ahí, sale de su coche y me lo ofrece para que yo lo lleve hasta el final. De la angustia pase a una emoción tan grande que lo abrace, lo bese y me metí en el coche", ha agregado.

Collins, tercero en la carrera, no podía remontar para ganarle a Moss y hacer la vuelta rápida, en vista de que le era casi imposible ganar el Campeonato, decide, como gesto cortés, y para finalizar una temporada en la que luchó por el título hasta el final, ofrecerle su coche al casi coronado tetracampeón mundial de F1. Después de la carrera, al inglés lo entrevista un periodista de la Associated Press, y aclara: "Yo no podía ganar la carrera. Estaba prácticamente seguro de que eso era imposible. Fangio, por otra parte, necesitaba sólo un punto para ganar el campeonato mundial. Así que le di mi coche. Lo importante, después de todo, es que fuera un hombre de mi equipo el que ganara el título". Al preguntarle qué lo había movido a tomar tal decisión, respondía: "Yo creo que Fangio es el mejor corredor del mundo, además, es un hombre simpatiquísimo", comentó el británico.

Después de haber completado 15 de las 50 vueltas de la carrera con el Ferrari de Collins, el maestro logra cruzar la meta en segunda posición; Moss se lleva el triunfo, lo que le sirve para saltar a la segunda plaza en la clasificación general, por otro lado, Fangio solo logró tres puntos de los seis asignados al segundo lugar, ya que compartió el coche con Collins, es por ello que el argentino no puntuó en Monza, porque ese resultado no superaría su quinta mejor actuación, la del GP de Francia, en la que consiguió cuatro puntos. Fangio fue campeón por cuarta vez con 30 puntos; Moss le siguió con 27; Collins fue tercero con 25 y Behra cerró el top cuatro con 22.

Así que Collins entrega su coche a su compañero de equipo porque sabía que no podía ganar el Campeonato y en vista de que el argentino, a pesar del gesto del inglés, no pudo puntuar en esa carrera y de igual modo se llevó el Mundial, se puede decir que aquel gesto sólo fue un acto simbólico, en el que un joven y prometedor Collins reconocía que el veterano y consagrado Fangio, había sido superior en la pista y era merecedor del título mundial.

Aquel joven y talentoso piloto británico pasó a la historia al decirle al campeón argentino: "Continúe usted, maestro, yo soy joven y tendré tiempo de pelear otros campeonatos", no pudo coronarse campeón, ya que, durante el GP de Alemania, el 3 de agosto de 1958, encontraría la muerte, aunque también la inmortalidad en las páginas de oro de la historia de la F1.