EL GRAN PROTAGONISTA

Inimitable, de estilo inconfundible, sin concesiones, auténtico, duro… El protagonista del Gran Premio de Mónaco de 2013 no fue Nico Rosberg; ni siquiera Sergio Pérez. Una vez más, lo fue el siempre polémico trazado de Anthony Noghès. Un trazado que no deja indiferente a nadie: carrera aburrida para unos, emocionante hasta el final para otros. Dos caras, una misma moneda. Un día para olvidar para unos, un sueño cumplido para otros. Mismo escenario, multitud de obras diferentes. Una prueba de valía y pilotaje para algunos, desafortunadas maniobras para muchos. Dos hojas de la misma rama.

Un circuito exigente como ninguno, sólo una chatarrería para otros. ¿Quién tiene razón? En medio de la confusión surge Nico Rosberg, acallando polémicas y dando sentido a Mónaco: "Es un circuito muy especial para ganar. Hacerlo con una flecha plateada es fantástico. No puedo creer que haya sucedido, y seguramente me llevará algún tiempo darme cuenta".

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Plano aéreo del puerto de Mónaco

MIURAS ENCORCHADOS

Aburrida. Muchos aficionados, expertos y periodistas calificaron así la carrera. Leyendo sus comentarios se llega a la conclusión de que no sólo indignó que el trazado impidiera la cantidad de adelantamientos que vemos en otras pistas más anchas, sino que los Pirelli de degradación programada hayan fabricado un ritmo de paso de tortuga para evitar tener que entrar varias veces en boxes. Carrera descafeinada para muchos, que sólo vieron a un rebaño de miuras con los cuernos encorchados. Desde el muro de boxes, los equipos dictaban qué ritmo debía llevar cada piloto en cada vuelta, cuándo dosificar o apretar en función de la estrategia. Ya no se va al límite de la pista, sino al límite del neumático. Es como una prueba de resistencia en la que lo máximo no está en las manos del piloto o en la fiabilidad de los motores, sino en las ampollas de las gomas. Algo que podría funcionar en otros circuitos más anchos, pero que en Mónaco depara una auténtica procesión: ir gastando vueltas para apretar al final. Sí se puede adelantar en Mónaco (a Alonso le adelantaron Pérez, Button y Sutil); sí pueden darse carreras divertidas (incluso sin lluvia); sí puede haber emoción… Lo hemos visto muchas veces en el pasado. Pero cuando la Fórmula 1 actual está pensada para "tilkódromos" y neumáticos que se deshacen, al llegar a un circuito de la antigua usanza… Nada encaja.

MÓNACO FUNCIONA

Aun así nos planteamos: ¿fue una carrera aburrida? En España ha sido el Gran Premio de Mónaco más visto en los últimos cuatro años. La audiencia arrasó el domingo al ser el programa más seguido, con 5,5 millones de espectadores (41%), 2,4 millones de espectadores más que el segundo (16,3%). Y eso que Alonso partía muy retrasado en la parrilla (sexto) y en la meta sólo pudo ser séptimo. El llamado “minuto de oro” del domingo también fue para la Fórmula 1, con seis millones de espectadores. En otras palabras: a la afición le gusta Mónaco. La pista no es el problema: sigue despertando pasiones, enamorando al público y gustando a todas las edades. Mónaco funciona.

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Habitual procesión en Mónaco con Sergio Pérez en primer plano

Es mucho más interesante un simple intento aquí, como el que realizó Lewis Hamilton sobre Mark Webber entre Rascasse y Anthony Noghès (tirándose al interior sin miedo y acelerando mientras contravolanteaba derrapando sin llegar a tocarle), que un adelantamiento con alerón móvil y KERS en una interminable recta de China, por ejemplo. El problema es la actual Fórmula 1, que ha ido "por su lado", dando la espalda a su propio espíritu (la cumbre del automovilismo), a su propia historia (circuitos míticos) y a sus propios héroes (deportistas que se juegan la vida en cada maniobra para terminar viendo los dichosos cartelitos de "la maniobra será investigada por los comisarios"). Pero Mónaco sí funciona.

PUNTO FLACO

Eso sí: la seguridad sigue siendo el asunto más preocupante. Aunque no podemos más que felicitarles y quitarnos el sombrero ante los comisarios y la organización: muy bien preparados, con instalaciones y grúas eficaces por todo el circuito, son más rápidos que los de otros trazados más "cómodos". Pero si un coche alza el vuelo (y pasa a menudo) no sólo está en peligro el propio piloto, sino los comisarios, los técnicos de televisión y, desde luego, el público. No es la primera vez que el cámara que enfoca la recta desde la “Nueva Chicane” hasta Tabac se lleva un buen susto. En 2009, durante la carrera de la GP2, un monoplaza intentó sobrepasar a otro que se defendió cambiando de trayectoria. El impacto mandó el coche contra las protecciones en un vuelo sobrecogedor. El damnificado fue un piloto hoy bien conocido entre los chapistas de la F1: Romain Grosjean. Un accidente muy similar al padecido este año por Pastor Maldonado, que vio como Max Chilton le estrechó contra el guardarraíl, haciéndole despegar y estrellarse frontalmente contra las protecciones: "Ha sido un impacto desafortunado y muy fuerte con el Marussia", declaraba el venezolano. "Afortunadamente estoy bien".

BANDERA ROJA

En realidad el accidente venía de antes: "Me salté la chicane para evitar a Pastor, que se metió por dentro hasta bien entrado el vértice. Volví a la pista en la curva 11, y en Tabac sabía que había alguien detrás de mí, pero no al lado", confiesa Chilton. El inglés habló con Pastor tras la carrera y todo quedó en un desafortunado incidente.

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Accidente de Pastor Maldonado en la carrera de ayer tras salir volando al contactar con Max Chilton

Pero el verdadero susto se lo llevó Jules Bianchi, que venía justo por detrás de ambos: vio el choque y cómo el morro del Williams se clavaba literalmente en las protecciones, las arrancaba y las dejaba en medio de la pista, taponándola completamente. Jules no pudo frenar a tiempo e impactó frontalmente contra ellas. Al otro lado estaba el Williams de Maldonado detenido. El choque fue tan fuerte que desplazó las barreras de seguridad y al propio Williams hasta abrir un camino estrecho por el que pasó el resto de los monoplazas. Fue increíble, por tanto, que todos salieran ilesos y que ambos Marussia acabaran la carrera.

SERGIO PÉREZ, HÉROE Y VILLANO

A Sergio Pérez le pasó como a Lewis Hamilton en 2011: frente a maniobras impresionantes y magistrales (como el espectacular adelantamiento sobre su compañero de equipo, Jenson Button, llegando a la Nueva Chicane), el mexicano erró en demasiadas ocasiones, causando el enfado de muchos de sus rivales. Pero el mexicano (que parece haber superado su tremendo accidente en 2011) no se siente culpable de todos los incidentes: "Kimi no me dejó suficiente espacio. En última instancia hay que dejar al otro un pequeño hueco", asegura el mexicano de su toque con el finlandés de Lotus. "Como resultado choqué contra el muro en la Chicane del puerto". Lo cierto es que Sergio fue de los pocos que intentaron maniobras arriesgadas ("Adelanté a Fernando y a Jenson ahí mismo"), aunque no siempre le salieran bien: "Cualquier maniobra de adelantamiento es arriesgada", se defiende Sergio, que tuvo que abandonar a pocas vueltas del final: "Es frustrante retirarme de un gran premio en el que he pilotado fuerte y rápido".

NICO, A LA DE TRES

Pero en cualquier caso el vencedor fue Nico Rosberg, tras un fin de semana perfecto (dejamos aparte el polémico asunto de los mil kilómetros de Pirelli hasta que la FIA dictamine sentencia). Nico asumió su papel y logró al fin ganar tras conseguir tres "poles" consecutivas (Bahréin, España y Mónaco). Lo hizo en el circuito en el que más importancia tenía esa primera posición en la parrilla. Escoltado por su compañero de equipo, Lewis Hamilton, consolidó su ritmo y estrategia en los primeros compases, lidiando más tarde con las numerosas banderas amarillas, los coches de seguridad y la bandera roja.

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Nico Rosberg celebrando su victoria en Mónaco

Quizá la carrera fue aburrida desde casa, pero Nico tuvo que manejar un buen número de situaciones complejas en un circuito en el que no se puede perder ni una milésima de segundo la concentración. El resultado: una importante victoria, la primera suya y de Mercedes en 2013. Desde el sábado se sabía que podría ser el primer hijo de un campeón que ganara en Mónaco. "Ha sido cuestión de mantener la mente fría. Era mi sueño de la infancia", aseguró Nico tras la prueba. Sin duda, hoy nadie puede convencerle de que Mónaco debería desaparecer del calendario.