Modena- La vida del "Cavallino", todavía no rampante, está pendientede un hilo. El hombre que puede cortarlo, ironía de la historia, es unmédico: Pero en el estudio de Enzo Ferrari, en la escudería de Modena,de "Via Trento e Trieste", esta mañana de octubre de 1944 se presentacomo el partisano "Altavilla". Oficialmente ha ido sólo para pedirledinero: "Contribución a la lucha por la liberación" En realidad estáallí para estudiarlo, para juzgarlo y para pronunciar una sentencia.Ferrari no lo sabe, pero está condenado a muerte. Los Gap quierenacabar con él por colaboracionismo con los alemanes. Pero aquel "jovenalto, seco y descuidado" que se convertirá en "Il Drake", de ciertaforma lo ha adivinado. Podría humillarse o intentar comprar su vida.Por el contrario, va al grano: "No me molesta por mí, sino por eltrabajo que queda por hacer". Pocos minutos después, el partisano"Altavilla" pedalea hacia su escondite secreto. En la bicicleta, atadocon cuerda, un paquete con 500 billetes de mil liras, una pequeñafortuna, una cosa algo así como 100 millones de pesetas hoy.

"Altavilla" dirá a los Gap: "Este hombre nos sirve más vivo quemuerto". Pero antes se había dicho a sí mismo: "Este hombre tiene unsueño que realizar. No podemos dejar cojo al Cavallino" Es cautivadoracomo un romance, la historia inédita que despunta del diario delpartisano Giuseppe Zanarini, recuperado seis años después de su muertey publicado por un joven cronista de Modena, que por coincidencia seapellida él también Ferrari, Stefano (El libro: "RecordandoAltavilla"). Pero también incómoda como la cama de un fakir paraModena, que a su Ferrari dedica incesantemente bellas muestras y feosmomentos pero que no soporta sombras sobre el mito. La pregunta:Ferrari, ¿de qué parte estaba? Tiene sólo respuestas embarazantes. "Esediario es falso. En todo caso exagerado", "No, es todo la pura verdad".Ha bastado una crítica aparecida en "la Gazzetta de Modena paraenfrentar los ex-partisanos; y para reabrir una cuestión que la rojapost-guerra en Modena había intentado embalsamar en una pintura al óleodemocrática: Ferrari amigo del primer alcalde comunista Carassori,Ferrari que ayuda a los trabajadores despedidos, Ferrari héroenacional-popular. Al cual, los malignos contraponen el Ferrari quepaseaba Mussolini en el Appennino, que se hacía fotografiar entrejerarcas, desde Arpinati a Balbo, y sobre todo el Ferrari empresarioque, como tantos colegas, conseguía beneficios de guerra fabricandocomponentes para los tanques. Oscureciendo, ambos, el Ferrari nifascista ni comunista, sino sólo Ferrarista, amante de cada motor, queaprecia a pocos hombres, y que menosprecia todas las ideologías.

La historia dice sólo que en el '43, "Il Commendatore" es ya unaleyenda, a pesar de que los Ferrari nacerán en el '47, sobre los AlfaRomeo de la escudería de Modena, Nuvolari hace maravillarse al mundo.Pero no es sólo poesía de los motores. Precisamente en el '43, Ferrariabre la fábrica de Maranello y triplica los operarios. Un patrón, comotodos los colegas sometido a la tasa partisana (NR: ImpuestoRevolucionario). En Modena, el ejecutor es Giuseppe Zanarini, médicotrasladado de San Cesario, comunista declarado, degradado a aquelencargo "delicado y repelente" por agitación política. También EnzoFerrari paga, regularmente. Pero un día, su papeleta se hace muypesada. No se puede pagar con dinero. Aquí es necesario fiarse deldiario de Altavilla, escrito muchos años después, en África, dondeZanarini había escapado después de haber roto con un PCI (PartidoComunista Italiano) aburguesado. Todo tiene el aire de un romance:comenzando por el muchacho de los Gap que "apareció de la niebla enbicicleta y me dijo: se ha decidido la eliminación de Ferrari. Peroantes de proceder, necesitamos tu opinión. Háznosla saber dentro detres días". Para Zanarini es como salir de la historia. Lo agobianimágenes de justicieros y de víctimas de la Revolución: Robespierre,Danton. Sabe que Ferrari no está sin mancha: "Debía de contar con unarealidad que imponía descender a pactos con nazistas y brigadasnegras". Decide: "Juzgaré sólo al hombre". Aquella mañana, Ferrari lorecibe en el garaje. Está pálido, cansado. Hace poco que ha tenidoconocimiento de la muerte de su amigo Edoardo Webber, industrialboloñés de carburadores, ajusticiado en la carretera por los Gap acausa de sus orígenes alemanes y su simpatía por la República. "Aquellamuerte era para él anuncio de su propia muerte" anota agudamenteZanarini. Sí, Ferrari lo ha comprendido. Mira a los ojos a suinterlocutor y le habla como habla un condenado sobre el patíbulo: "Hesufrido persiguiendo un sueño nacido en el taller de mi padre cuandoera un muchacho. De él he aprendido la tenacidad...". Altavilla estáagitado: Ha leído las tragedias clásicas, sabe medir la estatura de uncarácter. "Este hombre ama terriblemente su idea de ingenieroautomovilístico. Su fascismo es sólo este amor". El partisano busca unaescapatoria. La encuentra: "Otra vez dije para mí: L'argent fait laguerre". Brutalmente pide a Enzo Ferrari 500 mil liras. Ferrari noparpadea: "Déjeme 12 días". Se ha terminado. "La espada de Damocles sealeja". Ferrari pagó desangrándose, pero salvó la vida. La sentencia deabsolución que "Altavilla" dio a los del Gap junto al dinero esdescarnada. "Es un trabajador muy dedicado a su empresa. No es unenemigo". El capítulo se cierra.

Director del Instituto Histórico de la Resistencia, autor de unamonumental monografía sobre la liberación en Modena, Claudio Silingardiestá perplejo: "Inverosímil..."."Nadie tenía interés en ajusticiar aFerrari, que en el otoño del '44 ya colaboraba intensamente con el CLN.En su casa fue escondido el archivo clandestino del PCI. Y cuando setrató de poner a salvo al gobernador dualista que ayudaba a lospartisanos, fue Ferrari quien lo alejó con su automóvil". Recuerdos deun muerto sobre un muerto. Testimonios, pocos. El octogenario abogadoNino Nava, que representaba justicia y libertasd en el CLN de Modena,sacude la cabeza: "Ferrari no me era simpático. Financiaba ya fuera alos republicanos como a los partisanos. Pero nosotros no emitíamossentencias". ¿Y los Gap? Sonríe: "Los Gap, ni siquiera Togliatti,sabían que hacían".Así pues, niebla. Niebla como aquella de la que aparece el misteriosomensajero de muerte en bicicleta. En sus memorias, Ferrari no hacemención al episodio. Pero Stefano Ferrari tiene un as en la manga parareivindicar la buena fe de su héroe: "He aquí un carta de "Il Drake" aZanarini". Entre los dos, fomentada por aquel terrible '44 había nacidouna amistad intensa. En el '87, el ex-partisano envía un esbozo de sudiario al hombre que salvó del patíbulo y que con el tiempo seconvirtió en una celebridad mundial. Y Ferrari le responde, escribiendoen su tinta violeta: "Conocía bastante bien algunas cosas, otras las heaprendido sorprendiéndome". Enigmática, pero no es un desmentido."Zanarini era un hombre limpio", lo defiende un amigo y compañero,Bertino Zanoli, "la verdad es que lo han censurado. Yo entregué haceaños el diario al ANPI, pero ellos lo dejaron en un cajón. ¿Por qué?"Las polémicas entre los partisanos no se debilitan con la edad, y elcaso Ferrari pone en peligro que las amistades y los celos se reavivenentre ellos.