En Ingolstadt no tienen miedo a nada y mucho menos a sus vecinos de Stuttgart, tanto que se han atrevido a medir su Audi TTS con el 'todopoderoso' Porsche Cayman GT4. El 'Audi versus Porsche' amenaza con convertirse en todo un clásico, una de esas batallas que se mantienen en el tiempo con el aliciente extra que implica el que ambas marcas pertenezcan al grupo Volkswagen. Efectivamente, no deja de ser éste un duelo endogámico, una lucha de poder entre dos miembros de la misma familia que combaten por llevar la voz cantante dentro de la que es hoy por hoy, la compañía automovilística más importante del panorama mundial. Pero claro, las guerras civiles acostumbran a ser las más cruentas, o eso dice la historia.

Cuando Porsche lanzó esta última generación del Cayman, las críticas recibidas fueron francamente positivas, primero porque supuso una gran evolución respecto al modelo anterior y segundo porque se aproximaba peligrosamente a los niveles de eficacia y deportividad del 911. A cambio, también es cierto que dejó un hueco fabuloso para que sus rivales de siempre –incluido el TT– se postulen ahora como opciones menos extremas, más prácticas y sobre todo más asequibles, lo que siempre han sido.

DOS ESTILOS BIEN DEFINIDOS

De esta forma, la estética, la mecánica y el precio de este GT4 le obligan a situarse por lo menos dos escalones por encima de un TT que ya en su variante 2.0 TFSI quattro S-Tronic demostró ser una perfecta alternativa al Cayman 'normal' –número 232–. Ahora, al volante de este 'S', todo nos recuerda a aquel modelo. Por ejemplo, la postura de conducción es idéntica gracias a unos asientos iguales en forma aunque con un tapizado distinto y lo mismo sucede con el volante achatado, disponible en la gama de accesorios S-Line. Pero lo mejor sigue siendo el Audi Virtual Cockpit, un cuadro de mantos totalmente digital que nos muestra toda la información del ordenador de viaje, el sistema multimedia o el navegador al primer vistazo.

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Hasta aquí todo genial, siempre es agradable sentirse como en casa la primera vez que uno se sube a un deportivo de este calibre pero al pulsar el botón 'Start', hubiéramos preferido algo más de distinción y sin embargo, tuvimos que conformarnos con el mismo sonido del cuatro cilindros turbo de la comparativa anterior y todo a pesar de estar subidos en un TT 14.000 euros más costoso. Para ser justos, es cierto que en marcha el propulsor no tarda en sentirse un punto más voluntarioso y que, gracias al cambio manual, toda esa potencia se transmite de forma más directa, sin el filtro que impone la electrónica de un cambio automático como el S-Tronic. En cambio, su sonido –bastante discreto– quedó absolutamente eclipsado cuando el 3.8 bóxer de su rival arrancó a nuestro lado. Podríamos decir que nunca dos escapes enmudecieron tanto el sonido de cuatro.

EQUILIBRADO. El TTS se muestra rápido y fácil de conducir en toda circunstancia. Además, no gasta demasiado.

El GT4 se empeñó en demostrarnos a las primeras de cambio que es un arma de otro calibre, una de esas versiones que marcan un antes y un después para un determinado modelo. En su interior el ‘ronroneo’ de su propulsor a nuestra espalda es sencillamente estimulante, incluso al ralentí. Nos pide a gritos que engranemos la primera velocidad y ¡a mano! Sinceramente, no recordábamos la última vez que habíamos probado un Porsche sin el cambio automático PDK y en éste ni siquiera está disponible como opción. Todo un homenaje a los rápidos Porsche de antaño –pensamos– mientras nuestro lado más purista comienza a activarse, a adueñarse de nosotros. Nuestra mirada se dirige inmediatamente a lo que tenemos delante: un volante completamente forrado en piel vuelta y sin los habituales botones para no interferir en la conducción, un cuadro de mandos analógico, con el cuentavueltas en la posición principal y nada más.

MÁXIMA EXIGENCIA

Eso sí, un puñado de kilómetros sirven para demostrar que la diversión al volante no entiende de alardes tecnológicos, sino de sensaciones y aquí el Cayman GT4 es el rey porque es uno de esos pocos coches modernos que se conducen como los clásicos; metro a metro, curva a curva, segundo a segundo.

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La dirección transmite de forma escrupulosa lo que pasa debajo de nosotros, la suspensión nos mantiene pegados al suelo sin contemplaciones –tiene dos posiciones: dura o durísima–, el cambio nos invita a visualizar cómo se acopla cada relación en la caja y el escape extrae la mejor melodía de un motor bóxer extraordinario. Este 3.8 atmosférico va modificando su aullido a medida que sube de vueltas e incrementa su rendimiento de forma simultánea, empujando con contundencia desde las 4.500, cuando comienza a sonar más rotundo y permitiéndonos administrar toda su potencia con la precisión de un cirujano.

EXTREMO. La superioridad mecánica del GT4 es manifiesta, pero pide asfalto liso para desarrollarla y buenas manos.

De esta forma no tardamos en ganar velocidad sin perder un ápice de confianza y en el primer tramo de curvas consecutivas y buen asfalto, perdemos de vista a la mancha amarilla que llevábamos pegada en el retrovisor. Lógico –pensamos– el ritmo de este GT4 es realmente endiablado y es que se aprovecha de un centro de gravedad más bajo, una mejor relación peso/potencia y por si todo esto fuera poco, un equipo de frenos específico que nos daba una ventaja formidable. El TTS, en cambio, demostró ser equilibrado y rápido, más de lo que esperábamos incluso, pero no lo suficiente como para desafiar al GT4 en una carretera revirada y mucho menos en un circuito.

HAGAMOS BALANCE

Si nuestra prueba hubiera finalizado aquí, en una intensa jornada enlazando tramos de montaña con ambos vehículos, hubiéramos tenido una visión un tanto distorsionada de ambos pero por suerte no fue así. Tanto en el día a día como conduciendo por autopistas a ritmo sostenido, el Audi demostró ser bastante más efectivo que el Cayman. Por ejemplo, a la misma velocidad, el 2.0 TFSI del Audi es capaz de ahorrar entre 1,5 y dos litros de combustible a los 100 kilómetros a pesar de repartir su fuerza entre las cuatro ruedas y no sólo a las de un eje como el seis cilindros bóxer de su rival que, por cierto, también resulta demasiado ruidoso en un viaje.

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Lo mismo sucede con la suspensión, la del TTS filtra bien los baches incluso en su modo más deportivo –Dynamic–, mientras que con el GT4 tenemos que tener un cuidado máximo para no rozar con los bajos en zonas tan accesibles como la rampa de cualquier garaje. En definitiva, estamos ante dos deportivos completamente distintos, uno destaca por su equilibrio y el otro por ser el más extremo del momento. ¿Con cual te quedarías?

- Precio, equipamiento y ficha técnica del Audi TTS

- Precio, equipamiento y ficha técnica del Porsche Cayman GT4

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