Gracias a una serie de medidas inteligentes que reducen considerablemente el consumo y las emisiones...” reza la publicidad de BMW para referirse al 116d Efficient Dynamics, un modelo que busca lograr el máximo ahorro de combustible con el menor número de emisiones, aspectos que hoy día están de plena actualidad y que también utiliza Audi, bajo la denominación Ultra –que los más fervientes seguidores de la marca identificarán rápidamente con las 24 Horas de Le Mans– para referirse a su modelo de bajo consumo. En ambos casos, aunque se trate de acabados destinados al ahorro, el equipamiento y las terminaciones están al mismo nivel que el resto de modelos de la marca. El objetivo, a fin de cuentas es claro, lograr un consumo medio homologado lo más cercano a los tres litros, un registro hasta hace algunos años impensable para modelos de este segmento. Para ello, tanto Audi como BMW, recurren a bloques turbodiésel de baja cilindrada. Si hace algún tiempo se optaba por motores de dos litros, ahora se recurre a propulsores 1.6 –1.598 centímetros cúbicos en ambos casos– y sistemas de inyección aún más precisos. Esta merma de cilindrada ha supuesto también algunos inconvenientes como son una disminución de la cifra de par, algo que como veremos condiciona bastante la conducción y sobre todo las recuperaciones a baja velocidad.

Desde el punto de vista estético los dos rivales recurren a diferentes aditamentos para la carrocería con el fin de mejorar la aerodinámica –Cx 0,30 para el BMW y 0,31 para el Audi–. El aspecto exterior se completa con unas llantas de 16 pulgadas que si bien son menos vistosas que las de 17 son decisivas para lograr el máximo ahorro. Montan además neumáticos de baja resistencia a la rodadura desarrollados en exclusiva por Michelin.

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En los interiores apenas hay diferencias con respecto a otras versiones de gama ya que además hay disponibles multitud de opciones para personalizarlos. Desde tapicerías de cuero, pasado por diferentes tipos de volante o materiales para los guarnecidos, aunque todo ello a costa de encarecer apreciablemente el precio final y perder la esencia de unos modelos creados para conseguir una apreciable economía de uso que se puede desvanecer si recurrimos a las infinitas opciones disponibles.

¿Conducción lenta?

Una vez repostados ambos vehículos llega el momento de iniciar el recorrido de pruebas. Como es habitual en el A3, la posición de conducción resulta muy ergonómica desde el primer momento. Todos los controles tienen un manejo muy intuitivo y es fácil manejarlos. Contamos con el Audi Drive Select que permite modificar la respuesta del motor, dirección, climatizador… de acuerdo con cinco posiciones, Auto, Dynamic, Individual, Efficiency y Comfort. Las diferencias entre uno y otro no son tan apreciables como en el BMW, pero nos permiten personalizar la conducción. Asimismo, aunque el bloque TDI se muestra algo ruidoso al ralentí, una vez en marcha el asilamiento del A3 permite disfrutar de bastante confort en carretera. A bajo régimen es necesario ‘tirar’ un poco de embrague, ya que es a partir de 2.000 revoluciones cuando el motor responde con cierto brio. En el caso del BMW sucede lo mismo y es una característica común en este tipo de modelos, debido a unos desarrollos de cambio largos, excesivos en determinadas circunstancias, como por ejemplo en ciudad, donde a la salida de los semáforos y circulando a baja velocidad se precisa de par a regímenes iniciales.

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A medida que aumentamos el ritmo los motores se muestran más cómodos. Los 110 caballos del Audi son suficientes para mover el coche con cierta ‘solvencia’, a costa eso sí de manejar el cambio con soltura –bueno por tacto y precisión– en carreteras secundarias viradas y con repechos. En este contexto el A3 ofrece un carácter más burgués y cómodo que el de su rival y a medida que forzamos el ritmo comprobamos cómo se producen algunas ‘imprecisiones’ del tren trasero –esquema semindependiente– que dispone de una suspensión y unos neumáticos descaradamente orientados al confort.

Más carácter

Por su parte el 116d conserva su característica tracción trasera y una deportividad algo superior, aunque el tarado de la suspensión delata un aburguesamiento generalizado. Aún así el tacto es más racing que el de su rival con un puesto de conducción tendido y deportivo. Vamos sentados muy cerca del suelo, con las piernas estiradas y el volante muy a mano, en una posición bastante peculiar en la que tan sólo los conductores de menor talla echarán en falta una mejor visibilidad. Muy a mano queda el mando para controlar los diferentes modos de conducción –Comfort, Sport y Eco Pro–, bien diferenciados. Seleccionada la posición Eco Pro la rapidez de respuesta del motor se ve muy mermada, pero a cambio conseguimos unas cifras de consumo–medidas por el ordenador de abordo– sensacionales; 3,9 en nuestro recorrido de pruebas, ligeramente más elevada que los 3,3 logrados por el A3, cifras excelentes en cualquier caso que permiten recorrer los anunciados 1.500 kilómetros con un solo deposito. Sensacional y a un paso de lo increíble.

Precio, equipamiento y ficha técnica del Audi A3 Sportback 1.6 TDI Ultra

Precio, equipamiento y ficha técnica del BMW 116d Efficient Dynamics

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