La pasión por las dos y las cuatro ruedas divide a los aficionados al motor. Los primeros, asociados a un estilo de vida aventurero e independiente, valoran la agilidad de sus monturas así como el contacto directo con la naturaleza que éstas proporcionan. En cambio, el coche garantiza una libertad mayor para desplazarse en distancias largas, mejor acompañado y de forma más segura, cómoda y a menudo, incluso más rápida. Esto es lo que dice la teoría y desde luego, lo hubiéramos gritado a los cuatro vientos antes de subirnos a la nueva BMW 1200 RT, pero olvídense, no podíamos estar más equivocados.
Majestuosa, la última sport-turismo de BMW nos recibe en el mismo concesionario que su rival, pero ni siquiera el primer Diesel de la saga 'M Performance' consigue restarle un ápice de protagonismo a una moto cuyas credenciales resultan mucho más evidentes. Me explico: hay que pararse a contemplar los logotipos, los parachoches o las llantas para detectar que este Touring es el BMW M550d y que por ejemplo, estas últimas tienen un diseño exclusivo y un diámetro de 19 pulgadas, es decir, son más grandes que las de la propia RT. Pero es que sus ruedas son el único elemento a tamaño medio que equipa esta gigante de la carretera. Las maletas laterales, el motor bóxer de 1.170 centímetros cúbicos o el gran escape cromado sobresalen en un bastidor que ha recibido también un carenado con tres ópticas, dos de ellas dotadas con tecnología led. En el cara a cara no puede resultar más intimidatoria y el respeto va en aumento cuando comprobamos que la llave cuenta con un mando a distancia para el cierre centralizado de las maletas y la guantera. El primer concepto que debes aprender es el de ‘abrir la moto’, después sólo te queda estudiar los diez botones situados en el puño izquierdo así como los tres del derecho, imprescindibles para arrancarla.
No es una máquina sencilla, en absoluto, sin embargo, el entramado técnico de la RT consigue precisamente, que vaya prácticamente sola en carretera. Lo primero que llama la atención es lo bien que se maneja en parado, a pesar de su volumen y sus 274 kilos. La clave es una buena distribución del peso, un asiento bastante bajo así como su centro de gravedad, ventaja fundamental del motor bóxer. Éste además, se muestra especialmente refinado tras su última reforma y con su sistema de refrigeración por agua es infatigable. Los primeros kilómetros se suceden con especial celeridad. Con la cúpula desplegada en su posición más elevada, la protección contra el viento es sobresaliente y nos dedicamos a curiosear los distintos modos de conducción –‘Rain’, ‘Road’ y ‘Dynamic’–. Si no fuera por el casco, pensaríamos que vamos en el coche; incluso podemos seleccionar el control de velocidad crucero y olvidarnos de dar gas. Además, con los puños y el asiento calefactados la sensación de comodidad es máxima. El frío, el viento o la lluvia, enemigos inseparables de los moteros, parecen esfumarse a nuestro paso y eso que durante la prueba, no sólo superamos temperaturas bajo cero y viento lateral, recorrimos unos cuantos kilómetros nevando y lo hicimos con la máxima confianza.
No pensarás en otra cosa
Cambiar el manillar de la RT por el volante del M550d es más reconfortante cuanto peores son las condiciones climatológicas. No lo estábamos pasando mal, en absoluto, pero es que ahora nos lo pasamos en grande. La zona más virada de nuestro recorrido nos pilla subidos en este Diesel de 380 caballos que tiene carácter, sí, pero resulta especialmente fácil de guiar gracias a su precisa dirección y a la tracción total.
Por el retrovisor, advertimos como la moto se acerca en las zonas más rápidas, mientras que la capacidad del coche para mantenerse pegado a la trazada ideal, le concede cierta ventaja en los giros más cerrados. No importa, resulta tan increíble ir a este ritmo sobre el asfalto mojado y con una moto pisándote los talones que solo piensas en una cosa: volver a conducirla.
