Estas versiones de Opel Insignia y Skoda Superb fusionan de forma magistral la funcionalidad de sus carrocerías station wagon –ofrecen la mayor capacidad de carga del mercado–, la polivalencia de sus poderosos propulsores turbodiésel –especialmente el del Opel– y la seguridad que proporciona la tracción integral que regula la entrega de par entre las ruedas en función de las necesidades dinámicas y de las circunstancias.

El Insignia ha marcado un punto de inflexión para Opel, pues su diseño como su calidad suponen un hito respecto a sus predecesores. De hecho, a pesar de estar incluido en uno de los segmentos más ‘deprimidos’ del momento –berlinas medias–, sus resultados comerciales están siendo más que dignos. La configuración mecánica de la versión comparada supone una verdadera exquisitez para entendidos, pues combina ‘órganos’ tan exclusivos como el motor turbodiésel con doble turbo e intercooler –capaz de generar 195 caballos– con un eficaz sistema de tracción integral que llega de la mano de un diferencial Haldex.

Dentro de la oferta generalista la única configuración similar la encontramos en Skoda con este Superb que integra su variante TDI en su escalón de 170 caballos con el tradicional sistema de tracción integral del grupo VW, en su última evolución de gestión del diferencial Haldex. Pero vayamos por partes.

Los siete centímetros de más que mide la carrocería del Opel no se traducen en un habitáculo mayor, sino todo lo contrario, pues es el Skoda el que vence holgadamente en lo referente a cotas interiores. Las plazas delanteras de ambos son muy parejas, pero es en las traseras donde el Superb propone medidas de auténtica berlina de representación –a la altura de un Mercedes Clase S–. Así, el Combi no encuentra rival ni en el Opel ni en ningún otro automóvil de su categoría, siempre que en el banco trasero viajen sólo dos ocupantes, pues el túnel central de la transmisión hace casi inservible ese puesto.

CARGUEMOS POR PARTES

Algo similar ocurre con el maletero –635 litros– con un umbral de carga bajo, un excelente aprovechamiento de cada recoveco y, además, el tradicional sistema de fijación de objetos por medio de raíles y ‘largueros’, sistema del que carece el Opel. La única explicación que encontramos a esta diferencia de habitabilidad es que el Insignia pierde muchos centímetros destinados a los paragolpes en los voladizos delantero y trasero.

Pero es en el apartado dinámico donde el Opel da el ‘do de pecho’ y logra invertir las tornas. Para explicar su excepcional comportamiento hay que analizar independientemente dos de sus claves: por un lado, el motor y, por otro, su chasis de configuración variable. Como los propios responsables de la firma dicen, “el propulsor es un cuatro cilindros que funciona como si fuera uno de seis”. Para ello se sirven de dos turbos, uno de bajo tamaño para circular a bajas vueltas y otro de mayor volumen para regímenes medios y altos de giro. El resultado es sencillamente excepcional, con un nivel de consumo siempre comedido si circulamos a velocidades racionales, pues podemos llegar a rodar muy rápidos.

En lo referente al chasis, se emplea un kit denominado Supersport que modifica la arquitectura de las torretas delanteras por otra similar a la de las variantes OPC y que, además, se combina con el conocido automatismo FlexRide que nos permite elegir entre tres modos de viaje –Normal, Sport y Tourer– modificando respuesta de acelerador, dirección y dureza de amortiguación de forma muy notoria. Un vehículo bipolar que nos permite ir de vacaciones en autopista con total comodidad o hacer un tramo de montaña y pasarlo como niños al volante.

El Skoda no oculta nada; es todo comodidad, tanta que llega a resultar un poco abusiva debido a una suspensión algo blanda que provoca rebotes y numerosas inclinaciones, por lo que recomendamos optar por el kit Sport de suspensión. El motor es su gran baluarte; siempre hay respuesta bajo el acelerador.

Tire, Wheel, Mode of transport, Automotive mirror, Automotive tire, Vehicle, Land vehicle, Automotive design, Transport, Rim,