A Red Bull sólo le han bastado siete años para transformar la deficitaria Jaguar Racing que adquirió en 2004 en una doble campeona mundial de constructores y pilotos, ambos títulos conseguidos en 2010 y 2011. Para lograrlo, el triángulo formado por Christian Horner, Adrian Newey y Sebastian Vettel ha trabajado duro, sin olvidar que parte de la fama también recae en Renault, la encargada de suministrar los motores y los Kers al equipo austríaco. Con motivo de estas glorias, la marca del rombo aprovecha y lanza varias series especiales de sus Twingo, Clio y Mégane RS Gordini bautizados para la ocasión como Red Bull Racing RB7, el nombre del bólido con el que Vettel obtuvo el segundo doblete consecutivo.

De los tres modelos es al Clio al que mejor le sienta el añadido Red Bull Racing por imagen, prestaciones, funcionalidad y precio. A nivel estructural apenas ha habido cambios significativos –sólo el chasis Cup, que ahora es de serie– y es en el plano estético donde este utilitario vitaminado potencia su valor de compra: color negro especial, llantas oscurecidas, techo pintado con una bandera a cuadros, bacquets, dos logos de la famosa bebida repartidos en la parte baja de las puertas delanteras y una placa conmemorativa ubicada a la altura del freno de mano.

A QUÉ ENFRENTARSE

Ante este jugoso cóctel, pocos rivales pueden encararse sin salir derrotados, salvo el Mini John Cooper Works, la versión de 211 caballos del famoso utilitario ‘chic’. A favor de éste juegan tanto su dinámica como el empuje de su propulsor sin olvidar la exclusividad que aporta la marca, mientras que en el lado negativo están el precio, casi 5.000 euros más caro que su contrincante, y la justa habitabilidad de las plazas traseras y el maletero.

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Enfrentados en parado, el Clio despierta nuestras emociones más intensas con una fachada que hace las delicias de los más jóvenes, incluido el habitáculo. Estacionado en la calle, es frecuente ver chavales retratándose con sus teléfonos móviles y pegados a los cristales para observar el interior. El Mini, en esta ocasión, es más recatado en su presencia, pero sólo en apariencia, puesto que incorpora parachoques exclusivos, dos tiras en el capó, llantas de 17 pulgadas, techo solar opcional y un interior al que no le falta accesorio con sobrecoste, como navegador, asientos de cuero y una iluminación ambiental con diferentes colores por led –naranja, verde, morado...– seleccionables a través de una pequeña palanca.

Una vez que sus diseños nos han puesto a tono y nos advierten de lo que esconden, los ponemos en marcha.

Ambos se arrancan por botón tras pisar freno y embrague y nos deleitan con una ligera sinfonía procedente de sus escapes dobles, centrales en el Mini y ubicados en los extremos en el Clio. Un par de acelerones nos decantan por el alemán, más seco que el francés. Pero en marcha la cosa cambia: según alcanzamos la velocidad máxima legal, el Clio RS Gordini traslada al habitáculo un continuo ronroneo que no incomoda con el paso de los kilómetros; al revés, nos incita a seguir a sus mandos.

PARTICULARIDADES

Olvidando la ‘musicalidad’ que nos transmiten, afrontamos los primeros giros con cada uno de ellos. El Renault Clio Red Bull equipa chasis Cup –rebaja la altura 10 milímetros y fortalece la amortiguación un 18%–, frenos Brembo y neumáticos Bridgestone Potenza RE050A, idénticos a los que montó el compacto Mégane RS Trophy para alzarse en Nürburgring como el coche de producción de tracción delantera más rápido.
Toda esta dotación le sirve para demostrar que rueda casi tan rápido como el Mini pese a ser más pesado y largo. La firme suspensión, la dirección de tacto preciso ideal para ‘curvear’, los excelentes asientos Recaro y la caja de cambios, manual de seis relaciones con recorridos cortos, son elementos que nos trasladan directamente al mundillo de la competición más exigente.

El Mini, por contra, tiene un carácter particular que le vale ciertas alabanzas. Su posición de conducción no es tan de rallyes como la del Clio –en Mini no han olvidado cierto lujo– y la suspensión, aunque dura, no tiene el tarado ‘radical’ de la del Renault. El cambio cae más a mano y los recorridos de la palanca son aún más cortos, no así las relaciones.

Las reacciones al límite del Mini son más difíciles de solventar que las del Clio, éste bastante más dócil al no exigir tanta pericia.

No podemos olvidar que el Clio se impulsa con un atmosférico de 203 caballos con bastantes años a sus

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espaldas, que pierde terreno frente a los 211 caballos turbo del Mini, que empujan con decisión en todo el régimen de actuación, pareciendo incluso que tenemos mejores valores prestacionales que los reflejados en la ficha técnica. Pero este RS Gordini guarda un as en la manga: se podrá disfrutar en circuito sin problemas y quien lo pilote, analizará tiempos por vuelta y grados de fuerzas G gracias al RS Monitor, un programa de telemetría de serie que visualiza éstos y otros parámetros en la pantalla superior de la consola central. Un guiño a la escudería del ‘toro alado’.

COMPRA A LOS PUNTOS

A la hora de decantarse por uno o por otro no hay que dejar de lado lo que nos ofrecen por equipamiento. Mientras el del Clio es cerrado y no existe posibilidad de añadir elementos, el del Mini es muy abierto y se corre el riesgo de gastar fácilmente 10.000 euros en ponerlo al gusto. Por contra, está mejor terminado, su 1.6 turbo empuja con más fuerza y gasta menos aunque tiene una habitabilidad más reducida que su rival, de la que no pueden olvidarse los papás más racing.

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