Lanzado en 2003, el X3 puede considerarse como un verdadero adelantado a su tiempo; precisamente por ello, durante estos años ha pagado algunos ‘errores de juventud’ que ya anunciamos desde las primeras pruebas. Uno de los más importantes era una habitabilidad más que mejorable para un vehículo de su tamaño, especialmente en las plazas posteriores. Audi, a través del Q5 –presentado en 2008– trató de sacar provecho de estas carencias, y lanzó el citado modelo que encontraba en las taras del BMW sus principales virtudes. Ahora, llega un nuevo X3 que demuestra haber aprendido de sus errores y los solventa de manera sobresaliente, imponiendo por ello su ley, como veremos.

El crecimiento general en las cotas –ocho centímetros más largo y tres más ancho– le permite ofrecer un habitáculo muy aprovechable para cuatro ocupantes –perfecto para una familia con dos niños– proponiendo, además, un maletero que es referencia en el segmento gracias a sus 550 litros, aunque podría ser aún mejor si dispusiera de la posibilidad de incrementar todavía más la capacidad deslizando el banco trasero.

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Pero uno de los aspectos en los que más nos ha llamado la atención el X3 (ver versión probada) es la excelente factura de los acabados. Desaparecen por completo los plásticos duros y de aspecto ‘rudo’ siendo sustituidos por otros mullidos con unos ajustes milimétricos; sin duda este modelo marca un antes y un después para las terminaciones de la marca en sus gamas medias. Por cierto, la pantalla de navegación de ocho pulgadas es una de las mejores que hemos encontrado en el mercado por el momento. El apartado de equipamiento de comodidad se completa con el sistema Head up Display, que nos aporta información de viaje proyectándola sobre la luna delantera para mejorar la comodidad y la funcionalidad y solventa un inconveniente: la información de la parte baja del cuadro queda oculta, en parte, por el aro del volante.

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SOBRESALIENTE
En su interior el Q5 (ver versión probada) cumple con lo que nos viene ofreciendo la marca en todos sus modelos: materiales excelentes y ajustes muy buenos, aunque un diseño algo previsible pero no por ello exento de una funcionalidad sobresaliente. Capítulo aparte merece el mando para el control de la mayor parte de los automatismos; frente al MMi opcional del Audi, BMW propone una nueva evolución del iDrive, que mejora y simplifica el funcionamiento hasta límites racionales, pues antes resultaba extremadamente complicado ‘hacerse’ con las claves de su manipulación.

Dinámicamente cada modelo es fiel a la esencia de la marca que le avala. En el X3 por primera vez conducimos un vehículo de BMW que es capaz de combinar ‘ese tacto’ especial de la firma del aspa con una comodidad de rodadura excelente. La clave reside en el Dynamic Drive Control –1.273 euros– un sistema que nos permite variar la respuesta de suspensión, acelerador, motor y control de estabilidad en función de tres modos de funcionamiento –Normal, Sport y Sport+–. La principal cualidad de este automatismo es que las diferencias entre los programas de actuación son muy notorias, de modo que nos permite viajar en familia con total comodidad en la posición Normal o subir un puerto de montaña ‘haciendo manos’ activando la Sport+, que incluso desconecta el control de estabilidad.

Audi por su parte, replica a este automatismo con el tradicional Audi Drive Select –365 euros– que, actúando sobre los mismo parámetros, ofrece unas variaciones de comportamiento entre los distintos programas –Comfort Automático, Dinámico y Personalizado– que no son tan perceptibles por el conductor. Eso sí, si lo que buscamos es comodidad a toda costa, el Q5 ofrece un plus en este aspecto que luego pagamos cuando queremos deportividad en zonas viradas.

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FUERA DEL ASFALTO
En lo que ambos coinciden es en las limitadas capacidades que ofrecen en territorio offroad. Ni por altura libre, ni por ninguna otra cualidad, ninguno de los dos está dotado para moverse más allá de pistas en buen estado. El verdadero objetivo de la tracción Quattro del Q5 o de la XDrive del X3 es asegurar la capacidad de adherencia cuando circulamos sobre asfalto en estado precario a causa de agua o nieve, pero nada más. En ambos modelos la tracción integral funciona constantemente enviando algo más de potencia –en torno al 40-60%– al eje trasero, variando esta relación tan pronto como alguno de los ejes pierda adherencia; para ello el Q5 recurre a un diferencial Torsen, mientras que el X3 combina la electrónica con un diferencial de tipo viscoso.

Pese a que pueden rodar por caminos,

están diseñados 100% para pisar asfalto

Dinámicamente, al volante del BMW percibimos algo de esa sensación ‘todo atrás’ propia de la firma que nos deja bien claro que es el eje trasero el que lleva la voz cantante. En cambio, el Audi ofrece un comportamiento mucho más neutro, con un paso por curva algo más lento pero también menos ‘inquietante’ para el conductor.

Por último el apartado de consumos, cada día más importante, donde el X3 marca la pauta gracias al paquete de medidas EfficientDynamic, que gracias a sistemas como el Start&Stop; y al recuperador de energía en frenadas logra un consumo inalcanzable hasta ahora para vehículos de este segmento.

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