El Bugatti Chiron nada en un mar repleto de newtons-metro. Hay tanto poderío puro y concentrado que incluso al ralentí, el bloque de 16 cilindros y cuatro turbocompresores se siente como si estuviera tratando de liberarse. Preferiría romper los soportes del motor y vaporizar las pinzas de freno que quedarse quieto. Es una fuerza física que se convirtió en voluntad mecánica.

Hablamos de un par máximo de nada menos que 1.600 Nm, acompañado por unos alucinantes 1.500 caballos de potencia, es decir, cifras tan sobrenaturales que son superadas únicamente por un desorbitado precio base de 2,65 millones de euros, el cual ronda los 3 millones en nuestra unidad de pruebas. Con tanta potencia y a ese precio, este Bugatti debería ser el coche más rápido y veloz que Car and Driver haya probado jamás. Y lo es, más o menos, en cierto modo.

Forrado en fibra de carbono

Debido a que ni siquiera Bugatti puede darse el lujo de tener siempre el último modelo disponible, el automóvil que probamos fue un ejemplar de 2018 que comenzó como un Chiron ‘normal’ y luego se modificó a las especificaciones de la versión Sport. Esos 200.000 euros adicionales están justificados con unos muelles y barras estabilizadoras más rígidos, llantas más ligeras, cuatro salidas de escape y unos limpiaparabrisas con base realizada en fibra de carbono.

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Anton Watts//Car and Driver

Este coche no es normal de ninguna manera. Desde lejos, parece un mono tití propulsado por un cohete. De perfil encorvado, está a punto de saltar y atrapar a su presa. De cerca, este tiene un acabado glorioso en fibra de carbono impregnada de color que parece un caramelo de arándanos. Cada puntada del tejido está perfectamente alineada con sus vecinas. No es un automóvil deportivo exactamente, y seguro que no parece un vehículo de lujo. Es una cápsula suborbital de dos asientos con una estética más allá de la era espacial y detalles de máxima categoría, construido según los estándares a los que aspiran todos los fabricantes de automóviles.

A diferencia de prácticamente cualquier coche nuevo, el Chiron no tiene unos paragolpes de plástico blando. En su lugar, los pasos de rueda de fibra de carbono se extienden hasta el frontal y alrededor de él, una sola pieza asombrosa sin fisuras. Sus exóticos grupos ópticos delanteros contienen cuatro elementos, cada uno de los cuales dispara fotones del tamaño de pelotas de voleibol. Golpea un Mercedes-Maybach Clase S con esta proa y el arreglo podrá costar tanto como comprar esa especie de limusina creada por Daimler. En el mercado estadounidense, la zaga está protegida por dos protuberancias de goma que actúan como paragolpes, algo que agradecerán muchos propietarios.

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Anton Watts//Car and Driver

La conectividad con Apple CarPlay no está disponible, ni siquiera de forma opcional, no hay una pantalla de gran tamaño en el interior y el velocímetro de 300 millas por hora sigue siendo analógico, lo que provocará una sorpresa en los niños del futuro cuando vean un Chiron en una concentración de coches. Cuatro elegantes diales metálicos fluyen por la estrecha consola central y son los encargados de controlar la climatización de la cabina. Las superficies de los asientos acolchados están cubiertas de cuero que es más mantecoso que la propia mantequilla. El volante tiene radios pulidos que brillan más que la plata esterlina, y el espejo retrovisor es un óvalo delicado que aparentemente solo está destinado a la decoración, ya que no hay forma de ver realmente por la luna trasera. La regla de la Gumball se aplica aquí: lo que hay detrás de ti no importa.

El motor cobra vida y luego retumba sísmicamente. Desde el exterior, suena como si un convoy de vehículos militares blindados se acercara; desde el interior, como si estuviera en una pulidora de rocas finamente ajustada. Después de considerar momentáneamente si nuestras zapatillas son lo suficientemente buenas como para tocar los pedales pulidos y luego accionar la indistinta palanca de cambios de nuestra unidad, el Chiron Sport se mueve con autoridad. No puede desafiar las leyes de la física, pero imparte una sensación de inmortalidad.

preview for Récord: El Bugatti Chiron rompe la barrera de los 490 km/h

Sabe cuando ir relajado

La velocidad es una cualidad que incluso el conductor menos experimentado puede lograr. Pisar el acelerador hasta el fondo es una tarea sencilla. Lo sorprendente de este Bugatti es que imita muy bien a un coche normal. Con el acelerador a carga parcial, avanza como, digamos, un Hyundai Sonata o un Ford F-150. La transmisión de doble embrague de siete velocidades fabricada por Ricardo está programada para mantener bajas las velocidades del motor cuando no está haciendo un trabajo de héroe, como si los ingenieros de Bugatti estuvieran buscando esa elusiva clasificación de economía de combustible de ciudad de dos dígitos. Entonces, incluso circulando a 65 km/h, la transmisión sube a la séptima marcha y permanece allí, lo cual es extraño, pero no irritante como en un coche de calle. Después de todo, con un motor W16 de 8.0 litros a bordo, siempre hay suficiente par como para mantener a la bestia en movimiento antes de usar los cuatro turbos o hacer cambios descendentes. Tampoco hay ningún ladrido o vacilación del tren motriz; esta no es una máquina de carreras muy estresada. Y no es un bloque de producción normal al que se le ha encomendado un rendimiento excesivo. Es de pura raza y apropiado para la misión. Cuando se le pida que haga pan, lo hará como si utilizara masa madre artesanal.

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Anton Watts//Car and Driver

Teniendo esto en cuenta, es imposible disfrazar el enorme potencial del coche. Los cambios de la transmisión no son brutales, pero tampoco suaves. Los llamaríamos semi-duros, como podría esperarse de cualquier dispositivo diseñado para soportar tanta potencia. Los neumáticos Michelin Pilot Sport Cup 2 son enormes: 285/30 ZR20 en la parte delantera y 355/ 25 ZR21 en la parte trasera. Esa huella gigante y la construcción robusta requerida para que las gomas mantengan su forma a la velocidad máxima de 420 km/h del Bugatti significan un ruido de neumático inevitable. Que sea tenue en el Chiron, particularmente considerando la estructura de fibra de carbono del automóvil, es un logro.

Cuando otros superdeportivos se están quedando sin aliento, el Chiron solo está empezando a correr. Si tenemos en cuenta el tiempo logrado en el cuarto de milla, este es el automóvil más rápido que C&D ha probado. Usando el launch control, hicimos los 400 metros en 9,4 segundos a una asombrosa velocidad de 254 km/h, y el coche se movió con fuerza a más de 322. El peso en vacío de 2.061 kilos del Chiron es un lastre a la hora de acometer una prueba de este tipo, por lo que alcanzar las 60 mph (97 km/h) requiere de 2,4 segundos. Por poner este dato en contexto, el Porsche 918 Spyder e incluso el 911 Turbo S pueden superarlo. Sin embargo, el Bugatti apenas necesita 4,4 segundos para alcanzar los 160 km/h y 15,7 s para llegar a los 322 km/h. No teníamos la pista para haber intentado alcanzar su techo –420 km/h–, pero el Chiron se siente completamente capaz de lograrlo.

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Anton Watts//Car and Driver

¿Cómo se comporta?

Con su estructura increíblemente rígida y su suspensión perfectamente equilibrada, el Chiron transmite seguridad a un ritmo elevado hasta el punto de sentirse con una arrogancia abrumadora. Es imposible probar los límites de este automóvil en cualquier cosa que no sea una pista larga, por lo que, en la calle, siempre tiene más para dar. Y dar. Y luego pide más combustible. Cuando está repostando, el Chiron prácticamente necesita eructar después de beber tanto y tan rápido. Y si bien funcionará con gasolina de 91 octanos, ‘solo’ genera alrededor de 1200 caballos de potencia.

Finalmente, todas las cosas deben detenerse. Unos frenos de disco carbocerámicos increíblemente grandes en cada una de las ruedas hacen que el Bugatti se contenga desde los 112 km/h en 48 metros. Los vehículos deportivos adecuados hacen esa misma maniobra en 42 m o menos, pero también son 450 kilos más ligeros.

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Anton Watts//Car and Driver

Por supuesto, es capaz de afrontar curvas. Y refleja en el cuadro de instrumentos 1.06 G con un comportamiento neutro que se convertirá en sobreviraje con un estornudo de los turbos. Pero incluso con los carbohidratos extra del Sport, el carácter del Chiron es el de un GT que disfrutar viajando rápido en línea recta. Cada curva parece una interrupción de la alegría real de este automóvil, que está ingiriendo continentes con el desdén imperioso que solo tienen aquellos que tienen más de tres millones para gastar en un solo automóvil. Lo hace espectacularmente bien.

Si eres lo suficientemente inseguro como para necesitar fortalecer tu ego a través de la adquisición de vehículos, hay muchas máquinas de consumo llamativo que cuestan mucho menos que esta. Muchos de ellos incluso tienen puertas tontas que vuelan por el aire cuando se abren. El comprador del Chiron debe apreciarlo por la integridad de su diseño, la calidad de su construcción y cómo logra con confianza una velocidad diferente a cualquier otro vehículo en la tierra –y no preocuparse de que sus puertas se abran como las de un coche corriente–.

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Anton Watts//Car and Driver

El Chiron ha existido desde 2016, y solo ahora hemos tenido una prueba adecuada con él. Es rápido y veloz, de eso no hay duda. Pero bajo nuestro punto de vista, lo ideal sería ahorrar unos dólares más y esperarse a uno de los 30 ejemplares del Chiron Super Sport 300+, con 100 caballos de potencia adicionales y una velocidad máxima superior a los 480 km/h. Porque, en serio, ¿por qué ser conformistas?

A favor: Empuje del motor W16, diseño del interior, comportamiento equilibrado.
En contra: Tiempo en el 0-100 km/h, inercias elevadas en curva, precio.
Vía: Car and Driver