Con un precio de 192.500 euros para la variante Coupe y de 200.500 el Cabrio, el BMW M8 Competition se posiciona en la cima de precio, deportividad y prestaciones del exclusivo fabricante alemán. Al menos, sobre el papel.

preview for BMW M8 Competition: Gran estreno

Gran deportivo

Con unas ventas mundiales en 2019 superiores a las 135.000 unidades, la división M de BMW parece gozar de una salud de hierro, alcanzando en nuestro país las 999 unidades. De cara a 2020 la gama M se completara con el exclusivo M2 CS –del que sólo llegarán 75 unidades, y con el X5 M y X6 M, modelos que comparten con el protagonista de nuestro test el incansable propulsor V8 que yace bajo el inmenso capó.

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BMW//Car and Driver

Frente al BMW Serie 8 convencional, las modificaciones saltan a la vista, con una carrocería con profusión de terminaciones en fibra de carbono: retrovisores, techo o el diminuto spoiler trasero están realizados en este material. Si el frontal es sencillamente espectacular, no menos impresionante e incluso desmedida resulta la zona posterior, con cuatro inmensas salidas de escape que parecen canalones de un edificio. La grandiosidad del conjunto habla por si sola, y BMW no ha ahorrado un milímetro de carrocería en la que no hacer alarde de voluptuosidad en sus formas.

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Gran recibimiento

Al hablar del interior habría que ir hasta una unidad en concreto para describirla, pues las posibilidades de personalización son casi infinitas tanto en materiales como en combinaciones, hasta el punto de que la división Individual de la marca nos permite llevar muestras de tela de una bufanda, pañuelo o cualquier otro complemento para clonarlo y usarlo como tapizado, aunque sin especificar el precio, eso sí. Las butacas son sencillamente inmensas, pero al sentarnos parecen leer la forma de nuestra espalda para arroparnos como un colchón de látex, estando siempre en contacto con piel y ante de la más alta calidad.

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Al volante nuestra posición es más confortable que deportiva, y en primera instancia podemos quedar algo empequeñecidos ante la inmensidad del capó, lo que nos invita a ser prudentes hasta conocer las dimensiones reales de este aparato.

El salpicadero es tan complejo como cabe prever, sobre todo tras haber conducido su pariente el M5, un modelo con el que comparte gran parte de la mecánica pero con unas diferencias en cotas básicas como la distancia entre ejes y el ancho de vías que evita que podamos hablar de ellos como hermanos, además dinámicamente ambos son extremadamente rápidos pero cada uno corre a su manera.

¡Acción!

En nuestro test de unos 200 kilómetros decidimos hacer uso de los modos de conducción predefinidos Road, Sport o Track, afectando a cinco parámetros: funcionamiento de la tracción integral, motor, chasis –amortiguación–, dirección y frenos. Sí, decimos bien frenos, pues por primera vez en la gama del fabricante alemán dispone de la opción de alterar el tacto del pedal del freno para hacerlo más esponjoso o más directo, sin necesidad de montar los discos cerámicos que cuestan en torno a los 10.000 euros.

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Al arrancar este V8 nos llama la atención la discreción del sonido que llega al interior del coche, hablando siempre de la variante Coupé, y aunque activemos la opción de sonoridad deportiva el ruido es elegante, sin petardeos artificiales ni similar. Este detalle es reflejo de la filosofía de un automóvil que tiene mucho más que ver con los Aston Martin británicos que con los salvajes Mercedes GT AMG GT, que serían dos de sus rivales naturales por potencia y prestaciones. En este detalle reside buena parte de la personalidad del coche, se trata de un vehículo desmedidamente rápido, de hecho si optamos por la opción Driver's Package que deslimita la velocidad, es capaz de alcanzar los 303 kilómetros/hora, con un 0-100 de 3,2 segundos, pero todo de una forma refinada y elegante aunque sí muy contundente.

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Nuestro primer tramo de test tiene lugar en autopista, donde optamos por la configuración Road. En estas condiciones la comodidad y el aislamiento es destacable, aunque nos llama la atención la sequedad de la amortiguación al paso por badenes, si bien es cierto que en autopista en buen estado nos acuna con total comodidad y el aislamiento del exterior es tal que si el conductor no es cuidadoso con el acelerador podemos superar los 200 kilómetros/hora sin ser conscientes de ello. Pisa con una seguridad insultante y al acelerar a fondo la capacidad de tracción dl 4x4 M XDrive hace que sintamos que cada uno de los 625 caballos del motor llega al suelo con total rigor, sin la menor pérdida, ayudados además por el cambio Steptronic de convertidor de par con ocho velocidades y que se caracteriza por una suavidad absoluta en su actuación.

Muy deportivo y de guante blanco

Entrados en zonas montañosas decidimos pasar a la opción Sport, ya os avanzamos que en ningún momento las condiciones de la prueba nos permitieron pasar al modo Track. En estas condiciones el conjunto parece cobrar una buena dosis de personalidad M, algo que percibimos fundamentalmente en el tacto del acelerador y del freno, mucho menos progresivos y más contundentes y en la agilidad de dirección. Es cierto que echamos de menos una carretera más amplia para poder llevarlo al límite, pues las tradicionales de montaña no invitan a forzar la marcha sin mantener un margen de seguridad realmente amplio. Pero lo cierto es que en estas condiciones, la precisión de guiado que aportan tanto la citada dirección como la tracción integral hacen que en ningún momento percibamos violencia en su respuestas ni tirones salvajes del tren trasero.

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Es posible que si hubiéramos optado por la opción de propulsión, disponible en el modo Track y que desconecta los controles electrónicos, hubiéramos descubierto la verdadera personalidad salvaje de este superdeportivo, pero no es menos cierto que en esas condiciones no podríamos asegurar los mínimos de seguridad que requiere el probar un vehículo con 625 caballos y 750 Nm de par en carretera abierta.

A favor: Motor, tracción y cambio. Tacto general de guiado. Equipamiento.
En contra: Peso. Precio del Convertible.