Dicen que una imagen vale más que 1.000 palabras, refrán que parece estar hecho a la medida del nuevo Mini Clubman. Ha sido pasearnos con él y comprobar que su silueta no deja a nadie indiferente; repetimos: a nadie. Algunos lo reconocieron por la calle a la primera mientras otros se quedaron mirando en plan "¿de dónde demonios ha salido ese coche? ¿En serio es un Mini?".

De frente parece un Cooper 'normal', como los miles que corretean por las ciudades españolas, pero de lado descubrimos que no, que su particular línea estilo 'perro salchicha', alargado y con sus ruedas en los extremos como si fuesen las patitas del can, son fruto de un estiramiento necesario para 'meter' en la carrocería unas plazas traseras de verdad. Así ha sido posible crear el primer Mini compacto y habitable de la historia. A pesar de una estética un tanto particular que a unos entusiasma y a otros les produce cierto rechazo, es de esos vehículos por los que se pirra la clientela treintañera, singles, emparejados o con familia a su cargo, básicamente porque el Clubman es lo más, como cualquier Mini, un objeto de deseo al estilo del mejor teléfono móvil o gadget del mercado. Pero no es el único.

El Mercedes, con el cambio automático 7G-DCT, es imbatible por su bajo consumo

YO SOY MÁS QUE TÚ

El Mercedes Clase A es otro coche al que todos miran con descaro, hasta con recelo si quien lo hace es fiel a un tercer fabricante, alemán principalmente, o porque no se lo puede permitir tratándose del Mercedes más económico de cuantos están a la venta. Aunque no es el caso del 200 d que nos ocupa, que lleva el kit AMG Line de 2.300 euros con paragolpes específicos, tren de rodaje deportivo y llantas de 18 pulgadas, entre otros. Y toma nota porque incluye extras por valor de otros 4.000 euros adicionales, de los cuales 2.500 van a parar a la caja de cambios automática 7G-DCT, de la que hablaremos adelante. Pero lo que más llama la atención de este Clase A en particular es el color verde exterior que luce, incorporado a la paleta de tonos en el restyling de hace unos meses. Muy llamativo, se conoce, atención al nombre, como Elbaíta; cosas del marketing.

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Precisamente ese lavado de cara ha traído consigo otra serie de mejoras estéticas y funcionales al Clase A, como los faros integrales de led o una pantalla central de ocho pulgadas que no es táctil, algo que también sucede en el Mini, un detalle que echamos en falta dado su elevado precio y que permitiría manejarla por otra vía, no exclusivamente a través de la ruleta habilitada al efecto. Por último, una parte de los motores han sido retocados aprovechando el facelift con el objetivo de hacerlos más eficientes, pero no es el caso del cuatro cilindros de 136 caballos elegido. Y mejor porque no le hacía falta.

NO SÓLO POR LA EFICIENCIA…

Aunque se deja sentir más de lo deseado en el habitáculo frente al dos litros que monta su competidor, sobre todo en aceleración, este propulsor tiene una arrancada que no vemos en el Clubman, algo curioso sabiendo que el Clase A pesa unos 130 kilos más que el Mini y tiene 14 caballos menos de potencia. Dos son los 'culpables' de lograr esas salidas: por un lado, una entrega de par más contundente a menor régimen de giro y por otro, la transmisión automática de doble embrague. Ésta no sólo es unas décimas más rápida en la transición entre marchas que la caja opcional de ocho velocidades de convertidor de par que equipa el Mini, sino que es pisar el acelerador a fondo y ver cómo bajan de golpe las relaciones necesarias para conseguir las mejores prestaciones… y eso en el Steptronic del Clubman no lo encontramos ni siquiera cuando forzamos el quick down 'estrangulando' el pedal. No obstante, el bloque de origen BMW se recupera muy rápido, alcanzando y superando la respuesta inicial del Mercedes cuando se mueve en torno a 2.000 vueltas. Ahí las cosas entre ambos se igualan.

La deportividad del Mini puede llegar a cansarnos cuando afrontamos viajes

CAMBIO DE ACTITUD

Para comprobar si el Mercedes es capaz de mejorar la situación, es hora de jugar a nuestro antojo con los tres modos de conducción del Dynamic Select–existe un cuarto personalizable adicional–, una función asociada en esta ocasión al citado paquete AMG Line. La diferencia entre el deportivo y el ecológico se basa en que uno endurece la dirección y estira más las marchas frente a otro que controla el gasto de carburante al máximo permitiendo medias asombrosas de 4,5 litros a los 100 o menos si hacemos caso a las indicaciones que nos da el ordenador.

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En el Mini ocurre exactamente lo mismo con los tres programas del Driving Modes, un extra de 200 euros que merece la pena equipar. Si seleccionamos Green, todo está enfocado a alargar la autonomía activando asimismo una función que aprovecha la inercia cuando dejamos de acelerar, idéntica a la vista en el Mercedes. Pero en Sport, y aunque tenemos entre manos la versión normal Cooper, el Clubman demuestra que sus genes mandan y, ante todo, es muy dinámico. Su dirección es firme, una delicia a la hora de enlazar curvas, mientras que la amortiguación, que en este caso no es regulable, se percibe seca, un punto que deben tener en cuenta los papás y las mamás si quieren llevar con cierto confort a sus niños. No te engañamos: si eres un poco 'blando', tu cuerpo acabará resintiendo esa rigidez.

Si buscas un lado más 'comodón', el Mercedes es tu apuesta. Pero ojo, no pienses que el Clase A es un 'blandiblú' sino que, frente al Mini, es mucho más confortable y placentero de conducir.

Precio, equipamiento y ficha técnica del Mercedes Clase A 200 d 136CV

Precio, equipamiento y ficha técnica del Mini Clubman Cooper D 150CV

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