La pesadilla continúa en Maranello. Las sonrisas del sábado se han borrado de un plumazo. Ferrari dominó la clasificación con mano de hierro. No fue mal el comienzo de carrera, especialmente para Vettel, que se colocaba líder. Lecler cometía un fallo y se iba atrás, pero rápidamente demostraba que su ritmo en Bahréin era el más fuerte, y no tardaba en ponerse líder, adelantando incluso a Vettel.

La victoria del monegasco estaba ya en la palma de su mano. Vettel, sin embargo sufría más. El alemán mantenía cierto margen con Hamilton, que adelantaba su parada por, según aseguró el británico, quedarse sin gomas traseras. La parada del Lewis provocó que Ferrari reaccionara. Sin embargo, el de Mercedes se sentía más cómodo con las gomas nuevas y no tardó en acosar a Vettel.

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El de Ferrari resistió el primer envite, pero no el segundo. Hamilton le pasaba por fuera. Vettel, impotente, pisaba el acelerador más de lo debido y acababa perdiendo el control del SF90. Un trompo largo, lateral, que destrozaba los neumáticos. Un error impropio en un piloto de primer nivel que es reincidente en saldar las luchas cuerpo a cuerpo con un bagaje negativo. Para más inri, de las vibraciones del neumático, el alerón delantero acabó descolgándose, provocando una situación de gran riesgo. El alemán pudo regresar a boxes y cambiar el alerón, pero ya muy retrasado, lejos de Mercedes, lejos de Verstappen.

En Ferrari se lamentaban, consolados por la primera posición de Leclerc, que era el más fuerte de la carrera. Al menos, hasta que el piloto comenzó a gritar por radio que algo extraño pasaba con el motor. Lo hacía mientras la tabla de tiempos revelaba una pérdida con Hamilton de más de tres segundos en la última vuelta. Con apariencia de rotura en las partes eléctricas del SF90, todas las manos del box de Ferrari iban directamente a la cabeza de los distintos propietarios.

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Este problema mecánico no es inocente ni pilla por sorpresa. Tras el dominio de Ferrari en los test de pretemporada, y la falta de velocidad de Australia, no eran pocas las voces que apuntaban a que en realidad, eran los de Maranello los que estaban corriendo menos. Distintos rumores apuntaban a problemas de fiabilidad y motores capados. Mismas voces que señalaron que la mejoría de Ferrari en Bahréin, era precisamente que ahora volaban en recta. Lo que les faltó en Australia. Pero ha acabado con rotura. Un suceso que no hace más que dar fuerza a los mencionados rumores. La unidad de potencia Ferrari no va redonda. Esto, sin entrar a valorar la caída de rendimiento sufrida por el Haas de Magnussen.

Un coche de seguridad provocado por una rotura sincronizada de los Renault daba aire a Charles Leclerc, que tras ceder el liderato a Lewis Hamilton y la segunda posición a Valtteri Bottas, se resignaba a perder el podio, viendo a Max Verstappen ya por su retrovisor. Quizás hubiera sido lo mejor. Charles Leclerc consigue su primer podio en Fórmula 1 en un ambiente totalmente deprimente. La que es una de las mayores alegrías para un piloto, especialmente en los jóvenes, totalmente desaprovechada.

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La Ferrari de Mattia Binotto no acaba de carburar, y salda la segunda carrera del año con un nuevo doblete de Ferrari. En Bahréin, mostraron la fortaleza que se les presumía en pretemporada, pero con un error de piloto, que dará mucho que hablar, y un fallo mecánico, solo se puede evaluar como fin de semana negro en Ferrari este Gran Premio de Bahréin.