Llamativo, sí, pero sin perder practicidad... y aún podríamos añadir muchas otras cualidades que a priori se anulan entre sí. En definitiva, lo cierto es que los ‘alquimistas’ de Audi han hecho un buen trabajo, y el Q5 compendia muy bien valores que lo convierten en una opción interesante de compra, como analizaremos a continuación.

Para esta prueba hemos elegido el motor 2.0 TDI con inyección por conducto común con 170 caballos de potencia. Es el escalón de acceso a la gama Diesel del Q5, pero es muy enérgico a medios y altos regímenes. Como su antecesor, en baja adolece da falta de bajos, y la sonoridad tampoco se encuentra entre sus lindezas. Es más agudo que el inyector-bomba, pero no más agradable. Las vibraciones sí se han reducido sustancialmente, y ahora se codea con los mejores Diesel tetracilíndricos del mercado.

En cuanto al cambio, sólo puede montar la caja manual de seis velocidades, de excelente manejo por precisión, robustez y tactos. Quizá se le podría reprochar a Audi que no haya incluido el automático S-Tronic de doble embrague, pero el Q5 tiene el motor colocado en posición longitudinal y logra un par máximo de 350 Nm, dos importantes inconvenientes para incorporar esta fantástica caja de cambios. En todo caso, los avances en el campo S-Tronic son rápidos y no sería de extrañar que la equipase en un futuro próximo, para facilitar la conducción off-road y no estar pendientes del patinaje del embrague o la elección de la marcha más conveniente.

Aunque parezca mentira, el Q5 comparte plataforma con el A4, y con ello el diferencial Torsen que transmite el 60 por ciento de la fuerza del motor a las ruedas traseras y el resto a las delanteras. Su funcionamiento es fantástico en todo tipo de condiciones, y hace la conducción muy agradable, sin disparar los consumos.


Conducción

Nos ponemos en marcha, y todo lo que hay por delante el asfalto. Perfecto, porque el Q5 es silencioso, casi tan estable como un Q5 y se mueve con cierta agilidad pese a sus 1.805 kilos de peso. Los problemas los traen los compromisos de los que hablábamos al principio: la suspensión es dura para evitar el balanceo, y desde luego lo consigue, pero los neumáticos tienen un perfil más alto que el de ciertos rivales, como el mentado X3 o el nuevo GLK de Mercedes. Como resultado, las ondulaciones del asfalto se notan en el habitáculo, si bien absorbe correctamente los baches gracias al ‘balón’ de los neumáticos.

En el campo, las habilidades del Q5 son algo menores; la profundidad de vadeo se ha sacrificado en pro de un centro de gravedad más bajo y la suspensión no tiene un recorrido de verdadero todoterreno. Sin embargo, la tracción integral quattro gestiona perfectamente las necesidades de potencia para cada rueda.

Seguridad

A priori, el Q5 es un coche seguro. El control de crucero activo mediante radar, el detector de objetos en ángulo muerto y la iluminación en curva (todos elementos opcionales) es equipamiento valioso, junto a los ocho airbag que monta de serie. No tenemos todavía la evaluación de EuroNCAP, pero las cinco estrellas están casi aseguradas.


Confort

Dentro del Q5 se vive muy bien. El diseño del interior, los materiales y los ajustes son prácticamente los mismos que en el A4, más que buenos y mejores que los del BMW X3, por ejemplo. Los cambios más llamativos respecto a la berlina de los cuatro aros son una posición de conducción algo más elevada, mayor altura al techo ¡y un maletero de 540 litros! Además, a la generosa boca de carga hay que sumarle útiles huecos portaobjetos, un punto de fijación en el suelo ubicado en el lado del copiloto, un posavasos ‘nevera’ opcional y un curioso sistema de anclaje del equipaje en el maletero que consiste en dos cintas paralelas ancladas a unos pivotes que deslizan por unos raíles y así se ajustan al volumen del bulto que queramos transportar.


Ecología

No es el coche menos agresivo con el medio ambiente del mercado, pero el Q5 está a la altura de sus rivales directos en términos de emisiones contaminantes con 175 gramos de CO2 por kilómetro, e incluso por delante en lo que a consumos se refiere. Los 6,7 litros a los 100 homologados son optimistas según nuestras mediciones, pero ocurre lo mismo con los 6,5 del BMW X3, por ejemplo. En ciclo combinado es fácil mantenerse un poco por debajo de los 8 litros a los 100.


Valor de compra

Su similitud con el Q7 y la alta calidad de todos sus componentes auguran una próspera vida del Q5 en el mercado de segunda mano. Además, logra unos consumos más que razonables para un coche con tracción total y 170 caballos; es cómodo en carretera abierta y suficientemente silencioso. No es espacio lo que falta y, además, permite circular con precaución por pistas de tierra... el valor de este coche es innegable y, sin alcanzar la perfección, cumple en todos los campos.¿No es eso lo que se espera de un SUV compacto?

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