Está marcado a fuego en la hoja de ruta de Chase Carey en la Fórmula 1. La expansión de la competición por Fórmula 1 por Norteamérica es parte fundamental de la nueva estrategia, donde se intentará atraer al público norteamericano, afición pasional y de alto poder adquisitivo que ya cuenta con tres grandes categorías del motor a nivel nacional, el campeonato IMSA de resistencia, la NASCAR y sus múltiples categorías y la Indycar, con las 500 millas de Indianápolis como colofón.

No es un objetivo nuevo, pues Bernie Ecclestone llevaba años intentando una inmersión en suelo estadounidense que nunca ha terminado de cuajar. Desde el nefasto episodio de Indianápolis 2005 pasando por el no nacido Grand Premio urbano de New Jersey hasta los actuales problemas económicos del Circuito de las américas, las carreras en suelo estadounidense no parecen despegar, no al menos para atraer a tan apetecible público.

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La nueva cúpula de la directiva buscará cerrar un carrera en alguna ciudad turística, como así reconoció Chase Carey a NBC, donde explicó que le gustaría un lugar como Miami, Los Ángeles, Las Vegas o la ciudad de Nueva York, que ya alberga una carrera de Fórmula E. Chase tiene claro cómo quiere ofrecérselas al público norteamericano, como así explicó en sus planes. Más que una carrera, un evento de una semana con múltiples actividades en las que la celebración es el epicentro.

Chase Carey puso como ejemplo la Super Bowl o la final de NFL, eventos con capacidad de parar el país y alterar la vida de los aficionados, una gran fiesta anual que los mandatarios de la Fórmula 1 quieren trasladar a su competición aprovechando que hay únicamente una carrera en cada país, haciendo de cada Gran Premio una particular “Super Bowl” que sea capaz de paralizar el país.