La Fórmula 1 ha perdido a uno de los grandes nombres de su historia: Maria Teresa de Filippis, quien se convirtió en la primera mujer en participar en una carrera de la categoría reina del automovilismo en el Gran Premio de Bélgica de 1958.

Nació en 1926, en Nápoles y empujada por una apuesta de sus hermanos a ver cuan rápido podía correr, ya ganó su primer evento a los mandos de un Fiat 500.

De Filippis se inscribió en cinco Grandes Premios, con su primer intento en Mónaco a los mandos de un Maserati 250F, y en tres ocasiones superó el corte para acceder a la carrera: Bélgica, Portugal e Italia 1958.

Su mejor resultado llegó en Spa-Francorchamps, que por aquél entonces contaba con un diseño de 14'1 kilómetros de longitud y ayudada por distintos abandonos, cruzó la línea de meta en décima posición, a dos del vencedor de la prueba: Tony Brooks. Por su parte, en Boavista y Monza, las otras dos carreras donde pudo participar tras superar el corte en clasificación, abandonó por problemas mecánicos.

Su salida de la competición llegó por las constantes muertes de pilotos y decidió formar una familia alejada del mundo del motor.

En 1979 recibió la invitación del Club de Expilotos de Grandes Premios, la cual le reconcilió con el mundo del motor y asociación de la que llegó a ser su vicepresidenta e, incluso, presidenta de honor en el siglo 21.