Y se estarán preguntando qué es un "bland" prix. Pues así calificaba Bernie Ecclestone, el artífice de todo esto, a las carreras cuando apenas se inició este siglo y una revolución muy diferente a la actual buscaba reformar el deporte. El magnate británico se quejaba de que los pilotos vestían todos iguales, de que parecían clones. Eran otros tiempos. Los que iban tras el volante procuraban estar callados antes de disgustar a algún jefe o patrocinador. Eran carreras "sosas". De ahí tal denominación.

Corría la temporada 2004 y Michael Schumacher consiguió fácilmente llevarse la victoria de 12 de las 13 pruebas disputadas. Algo parecido a lo vivido diez años después, con la superioridad de Mercedes. Sigue habiendo abucheos. Eso sí. A nadie le gustó que Ferrari ordenara a Rubens Barrichelo, en el GP de Austria 2002, que se dejara adelantar por Schumacher. Ya saben quién se llevó el título. Las gradas que presenciaron el deplorable espectáculo de Spa tampoco vieron conveniente aplaudir a un desacertado Nico Rosberg, ni a sus peligrosas maniobras la campaña pasada. Esto nos queda mucho más cerca, sin duda.

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Está claro que Ecclestone sigue teniendo sus razones para no pegar ojo por las noches. Ahora, como entonces, la audiencia protesta y cae en picado. Parece ser que la cosa no ha cambiado demasiado. Éste (y otros muchos asuntos) continúan trayéndole de cabeza al jefe del Gran Circo.

¿Por dónde empezamos? Los nostálgicos echan de menos el ruido (no vendemos tapones para los oídos a pie de pista), pilotar es "un juego de niños" y para colmo, hay carreras en duda tan emblemáticas como el Gran Premio de Alemania. Eso, a pesar de que citas como ésta se celebren desde que tenemos constancia de que Bernie anda metido en todo este arado. Por otro lado, las presentaciones de los coches, previas a Jerez, no nos han traído tampoco muchas alegrías. Decepción con el MP4-30 y además, demasiada similitud con la nueva máquina de Vijay Mallya. ¿Las podremos distinguir cuando las veamos rueda a rueda en Melbourne?

LA BAJADA DE AUDIENCIAS

El miedo al "bland" Prix no es nuevo. Siempre ha existido. Pasa hasta en las mejores familias. Por eso Bernie siempre duerme con un ojo abierto. En 2002, las carreras se retransmitían para 125 países y en ese año, de los más de 600 millones de euros anuales que se ingresaba la Fórmula 1, 350 provenían de los derechos televisivos. Ahora, alguno de los contribuyentes amenaza con descolgarse. Ya han avisado la austríaca ORF y la alemana RTL. Quizás sea por la irrupción del modelo de pago que, este año, aún convive con la opción en abierto en países como España.

Otra de las posibilidades que podrían justificar la sinrazón del descenso de audiencias es el dominio de Mercedes. Como explicó Adrian Newey, si dan con la ventaja en el motor, apaga y vámonos. Poco se puede hacer entonces. Pero, ¿bajaron las cifras cuando ganaba por goleada el Káiser? ¿Y cuando un joven Fernando Alonso empezó a hacer del podio su lugar habitual de los fines de semana?

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Lo cierto es que Ecclestone se percató entonces de que el dominio absoluto de Ferrari no era nada bueno para la Fórmula 1. También intentó, recientemente, pararles los pies a los de Brackley imponiendo la doble puntuación. De poco sirvió. En su constante búsqueda por recuperar la esencia del Gran Circo, Bernie, en una época en la que gracias a Mosley la seguridad iba avanzado a pasos agigantados, notaba lo mismo que los espectadores, la sensación de que todo estaba amañado. Desde siempre, la falta de luchas, despoja de todo interés a cualquier prueba deportiva. Nadie aplaude a un equipo trabajador si no tiene a uno al lado que le desafía cada fin de semana. Apagan el televisor. Así de sencillo. Contra esto se sigue batallando día a día en esta competición.

"Cuando el hedor que brota de un deporte se hace demasiado insoportable, ocurre el mayor peligro de todos: que como resultado el público en general pierde interés", se podía leer el 15 de julio del 2000 en la publicación The Economist. Si por esas fechas ya preocupaba, imagínense en nuestros días.

LA GRAN INCÓGNITA DE 2015: EL GP DE ALEMANIA

Y precisamente, uno de los países que más está alertando últimamente sobre la bajada de audiencias, podría no celebrar su GP este año, pese a que el vigente campeón sea de su nacionalidad. Hablamos de Alemania. No les vale un título de Mercedes ni un tetracampeón germano para pegar sus cabezas a una pantalla del televisor. Desde luego, no son tan amables como Silverstone, que pone sus entradas más baratas con la esperanza de volver a ver al nº 44 cruzar la meta, antes que nadie, en casa.

El Infierno Verde, como se conoce al circuito de Nürburgring, ha puesto la pelota en el campo de Ecclestone. El británico deberá decidir si organiza la cita en Alemania. Con ello, puede embolsarse todos los beneficios de la misma, según la última propuesta del trazado. La pregunta es, ¿sigue dando ganancias esto de la Fórmula 1? ¿El negocio está en Europa? ¿Hay que seguir dándoles cancha a los circuitos más legendarios o invertir al otro lado del océano?

En 2001, los gobiernos de Canadá, Hungría, Malasia y Austria contribuían con 26 millones de dólares a la organización de las carreras. El GP de Australia, por ejemplo, costaba a las arcas locales unos 52 millones de euros, cifra que se recuperaba fácilmente con la visita a Melbourne ese fin de semana de más de 440000 personas. Por proporcionar aquel circo perfecto durante tres días, la FOM (Formula One Management) ganaba de media 30 millones de euros por carrera y sólo se gastaba algo más de 16 millones. Claro, celebrar una prueba en Europa, hace una década, valía mucho menos que en otros lugares del mundo.

También es cierto que, a pesar de la crisis y de que unos vienen y otros se van, porque no les queda otra (o porque les ponen mil obstáculos para volver), hay nuevos invitados que no saben ni en qué lugar se van a meter. Aquí entra Haas en juego. Perdónenme la expresión, pero hay que tenerlos bien puestos para embarcarse en este empleo viendo cómo está el patio.

En 2003, el banquero Gerhard Gribkowsky propuso un nuevo Acuerdo de la Concordia de diez años, por el que se pagaría dinero adicional a los equipos. Pero claro, el que parte y reparte, se lleva la mejor parte. De ahí, Ferrari se embolsó 40 millones de euros extra; los otros dos grandes fabricantes, McLaren y Williams, 16 millones y los más pequeños (Jordan, Bar,Sauber, Toyota y Minardi) no se llevaron más que el "Lo siento, ¡prueba otra vez!" que no tiene otra intención que animarte a seguir invirtiendo. El tradicional "rasca y gana".

Si seguimos por el camino de darle al que gana, más dinero y más voz y voto, se seguirá contribuyendo al "bland" Prix. Viendo que no ha cambiado mucho que tanto en audiencias como en competición, poderoso caballero es Don Dinero, la respuesta sobre hacia donde flota el futuro de Alemania la tiene Ecclestone, dentro de su maletín. Una historia, si me permiten la apreciación, nada aburrida. Pues si hoy es que sí, mañana puede ser que no y pasado será un "quizás". Así rellenamos páginas de periódico mientras se sigue hablando del sinsentido del Gran Circo actual. Hay cuento para rato.