De Innes Ireland se dijo una vez que su forma de vivir, sin ningún rastro de espíritu frío y analítico, "provocaba asombro y afecto a todo el mundo". A día de hoy, 21 años después de su muerte, su afable y campechana personalidad es recordada como la principal virtud de este hombre nacido en Inglaterra, pero de sentimiento y sangre escocesa. Su historia es la de alguien que llegó rápido a la élite, pero que nunca pudo brillar por un momento que marcaría su vida, tanto profesional como extradeportiva.

Antes de dedicarse profesionalmente al automovilismo, sus vivencias fueron de lo más interesantes. En la adolescencia, trabajó como ingeniero aprendiz en Glasgow para Rolls Royce. Esta relación laboral llegó a su fin cuando decidió nada menos que pasar a formar parte del ejército británico. Su progresión le llevó a alcanzar el grado de teniente dentro del regimiento paracaidísta de la Scottish Border, con la que tuvo que intervenir en la crisis del Canal de Suez de 1956.

No fue hasta 1957, ya con 27 años, cuando Ireland comenzó a dedicarse seriamente a las carreras. Su entrada en este mundo fue a través de los sport cars de la época. Su rápida adaptación fue inaudita, hasta el punto que en 1959 ya se había hecho hueco en la Fórmula 1 dentrodel equipo Lotus como compañero de Graham Hill. Su debut en la categoría fue sorprendente, al acabar cuatro la carrera de los Países Bajos. El resto de las citas del calendario tuvieron un desenlace bastante desafortunado. Sólo en la última carrera de la temporada, en Estados Unidos, pudo volver al puntuar, al ser quinto.

A la campaña siguiente, en la que tuvo como compañeros a dos corredores tan especiales como Jim Clark y John Surtees, sus habilidades se pudieron apreciar en mayor medida. Acabó cuarto en la general, con tres podios en su haber y a un solo punto de haber podido desbancar a Stirling Moss de la tercera posición. En términos de regularidad y puntuación total, esta fue su mejor temporada. El siguiente curso, sin embargo, fue uno de contraste para Innes. Sólo acabó dos carreras en los puntos, pero esta fueron un cuarto puesto en Francia y una gran victoria en Watkins Glen, un trazado en el que, las dos ocasiones anteriores en las que compitió, brilló especialmente.

Pero el simpático británico recibió una noticia que marcó el resto de su trayectoria. Su triunfo en tierras americanas vino acompañado de un despido fulminante, ya que Colin Chapman había descubierto que Ireland había intercambiado coche con Stirling Moss en el anterior gran premio, Italia. Al ser Moss la competencia directa, esto enfureció al legendario director de Lotus, que abogó por echar a un Innes que vio en Jim Clark al responsable de esto. Le acusaba de haber sido el delator que había revelado a Chapman lo ocurrido. Debido a ello, nunca más le dirigió la palabra a Clark. Cuando este murió, la carta que Ireland le dedicó fue muy emotiva. Lo triste es que nunca se lo dijo a la cara.

Así, con este desarrollo de los acontecimientos, una vez acabada la campaña de 1961, en la que Ireland fue sexto, este se vio en la necesidad de buscar un nuevo equipo con el que competir. Su casa durante un solo año fue la formación UDT Laystall. La razón de que esta relación resultase tan fugaz fueron los pésimos resultados en pista. Sólo puntuó en Sudáfrica. Las dos campañas siguientes las completó en las filas de BRM. No fueron extraordinarias y, de hecho, el coche estuvo muy por debajo de la calidad del piloto, pero Innes pudo competir con algo más de decencia que en el curso anterior. Fue noveno y decimocuarto en las clasificaciones de 1963 y 1964, respectivamente. Nada mal si lo comparamos con su último año serio de competición, en el que con Reg Parnell Racing no puntuó en ninguna ocasión. Tras eso, el británico solo volvió para correr en el 66 las carreras de Estados Unidos y México, pero abandonó en ambas.

Estas fueron sus últimas apariciones en los circuitos. Tras ello, Ireland se dedicó a varias actividades. Dada su afición a la escritura, fue director de revistas estadounidenses, después de haberse dedicado durante un tiempo a la pesca de alta mar. En su vuelta a Reino Unido, tuvo el honor de ser el presidente del British Racing Driver's Club hasta que, en 1993, falleció por cáncer. A los pocos días de dejar este mundo, publicó su autobiografía, "All Arms and Elbows". La calidad del relato era extraordinaria, por lo que el trabajo Innes gozó de una crítica sensacional. Dejó un regalo más al mundo que disfrutó de su persona durante tantos años.