La vida de Phil Hill estuvo siempre unida a los coches. Desde que se sacase el carnet de conducir a los 19 años, hasta el 28 de agosto de 2008, día de su fallecimiento, el peculiar norteamericano dejó siempre patente su pasión por los automóviles. Este amor hacia ellos le trajo numerosos éxitos en multitud de certámenes, pero también algún que otro momento tremendamente complicado anímicamente.

Su trayectoria comenzó a forjarse desde antes de cumplir los 20 años, cuando fue uno de los doce fundadores del Sportcars Club de California. Su primera carrera oficial fue en San Francisco, en la cual se llevó la victoria. Esto le sirvió para ser piloto de pruebas de Jaguar en Inglaterra con sólo 22 años. No obstante, regresó rápidamente a Estados Unidos para participar en pruebas del mundial de Sportcars, certamen en el cual se unió a Ferrari en 1955, hecho trascendental en su trayectoria.

Hasta 1958, Hill cosechó numerosos éxitos dentro de la Scuderia, imponiéndose en citas como las 12 horas de Sebring. Así pues, el salto a la Fórmula 1 parecía inevitable, pero debido a la negativa de Enzo Ferrari de tenerle en el equipo oficial, Phil tuvo que correr en la escudería privada de otro piloto de la época, Jo Bonnier, a los mandos de un Maserati. Antes de que acabase el año, la muerte de Luigi Musso en el Gran Premio de Francia le permitió al americano dar por fin el salto a Ferrari, corriendo su primera carrera del mundial con ellos en nada más y nada menos que el imponente trazado de Nürburgring. No puntuó, pero dos terceros puestos en las últimas dos citas del año sirvieron para dejar claro que Hill tenía mucho que dar a la formación italiana.

Ya en 1959, Hill fue el único piloto que repitió dentro del organigrama de la Scuderia respecto al año anterior, debido a la muerte de Peter Collins y a la marcha de Wolfgang von Tripps a Porsche. Resultó un curso notable para el piloto norteamericano, ya que subió cuatro veces al podio y terminó cuarto en la clasificación final de pilotos. En cambio, 1960 supuso un año más flojo, si bien es cierto que el estadounidense consiguió la primera victoria en Monza, algo que a la postre resultaría premonitoria de cara a la siguiente campaña. Dicho triunfo le permitió maquillar el año y finalizar quinto en la general.

Una vez llegados a 1961, es inevitable destacar que dicho curso supuso una de las batallas más cerradas que se recuerdan entre dos pilotos de Ferrari peleando por el título. Los protagonistas no fueron otros que Hill y von Tripps. Este último, que volvía a Ferrari tras su fugaz paso por Porsche, se erigió como el principal favorito al título mundial a falta de dos carreras para el final, gracias a su victoria en Gran Bretaña y su segundo puesto en Alemania, siempre por delante de su compañero de equipo. Hill, que había sido muy regular en las primeras carreras del ejercicio, llegó Monza con la obligación de ganar para mantenerse vivo en la pelea por el título.

Lo que sucedió en aquella cita merece un espacio propio. Von Tripps, de familia noble germana, se llevó la pole position, pero una mala salida le hizo perder posiciones. Hill no desaprovechó dicha circunstancia y ejecutó una buena arrancada que le situó en el grupo de cabeza. La cosa no pintaba mal para el estadounidense, cuya oposición en el mundial se perdería para desgracia de todos al final de la segunda vuelta. Una vez llegaron los bólidos a la frenada de la parabólica, un terrible accidente, en el que se vieron involucrados el piloto alemán de Ferrari y Jim Clark, provocó la muerte al instante del hasta entonces líder del mundial. Tras eso, Hill se quedó con vía libre para ponerse líder del campeonato, algo que hizo con una victoria en el templo de la velocidad.

Los primeros instantes tras el triunfo fueron felices, hasta que Phil, ajeno a todo lo ocurrido en los primeros giros, fue informado de la desgracia. La celebración de su victoria, así como de su único mundial, estuvieron impregnados de un tristeza terrible y despiadada. Se dio una mezcla de sentimientos propia de la F1 en esos tiempos, que no entendía de compasión. Debido a la pérdida de von Tripps, Ferrari no tomó parte en el último certamen, el GP de Estados Unidos, intrascendente en cuanto a la resolución de los títulos se refiere.

En el siguiente curso, Hill estuvo muy lejos de revalidar el título. A pesar de empezar el año con tres podios, el resto de 1962, última temporada en Ferrari, fue bastante decepcionante. Tanto como los resultados de su fichaje por ATS, formación formada por ex miembros de Ferrari debido a sus profundas diferencias con "Il commendatore". En 1963, lo mejor para Hill fue un simple undécimo puesto en Italia. Se marchó a Cooper en el 64, donde tampoco consiguió remontar el vuelo. Finalmente, decidió alejarse de la categoría reina para centrarse en las carreras de resistencia.

Su palmarés en este tipo de pruebas no tiene nada que envidiar al de la F1, ya que ganó las 24 horas de Le Mans en 1958, 1961 y 1962. Para poner el broche de oro a su historial, se impuso en los 1.000 kilómetros de Nürburgring junto a su viejo amigo Jo Bonnier en 1965 y en las 6 horas de Brands Hatch en 1967, prueba tras la cual se retiró. Tras ella, vivió tranquilamente en Santa Mónica, hasta un 28 de agosto de 2008, día en el que se unió a su amigo von Tripps en un viaje que al germano le llegó con demasiada antelación.