Son tiempos difíciles para Carlos Ghosn que estaba en situación de arresto domiciliario en Japón. Se le acusa de delitos de abuso de confianza, evasión fiscal y uso indebido de fondos de la compañía. Pero hecho la ley, hecha la trampa. El ex de Renault se las ha apañado para darse a la fuga y evitar un sistema que él considera injusto.

Su plan de fuga fue de lo más elaborado, aunque desde lejos puede parecer salido de una comedia. Ghosn fue transportado por unos músicos hasta el Líbano dentro de una caja. El viaje de Japón hasta el Líbano no ha sido precisamente corto, pero ahora ya está lejos del área de acción de la justicia japonesa, por lo que ha cumplido con su cometido inicial.

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BORIS HORVAT//Getty Images

Así relataba lo sucedido desde el Líbano: “Ahora estoy en el Líbano y ya no seré un rehén del fraudulento sistema judicial japonés en el que se presume la culpa, impera la indiscriminación y se niegan los derechos humanos básicos, con un flagrante desprecio de las obligaciones legales del derecho internacional u los tratados que Japón está obligado a respetar.”

“No he escapado de la justicia, he escapado de la injusticia y la persecución política. Ahora, finalmente puedo comunicarme libremente con los medios de comunicación y estoy deseando empezar a hacerlo la semana que viene”, concluye un Carlos Ghosn repleto de nuevas energías y lejos de las supuestas ataduras que le infringía Japón de forma injustificada, a su juicio.