La Fórmula 1 ha vuelto a Europa con los deberes hechos: cinco ganadores distintos en cinco carreras y una clasificación general que concentra a sus primeros cinco protagonistas en tan sólo 13 puntos. Hemos disfrutado con duelos siempre fluctuantes –según el circuito– entre ¡seis! equipos hegemónicos, con Williams, Mercedes y Lotus como nuevos convidados junto a la tríada formada por Red Bull, McLaren y Ferrari.

Esta circunstancia, inédita desde el arranque de la temporada 1983, además de arruinar cualquier vaticinio de expertos y analistas, ha avivado la rivalidad natural entre las escuderías, que buscan centésimas en áreas donde hace tiempo que no trabajaban, y todo gracias a la prohibición de los difusores soplados. Este ingenio centró más del 80% del trabajo de evolución en los coches del año pasado y, con su desaparición, han emergido buenos diseños que pasaron desapercibidos durante la ‘dictadura del escape’. También sucedió algo similar hace 29 años, cuando los 'wing cars' fueron definitivamente suprimidos y los tubos Venturi bajo los pontones dejaron paso al inflexible fondo plano.

Las pruebas en Mugello –las primeras que se permiten en el curso de la temporada desde 2008– han demostrado que los equipos trabajan todavía en el eje trasero para recuperar la carga aerodinámica perdida, pero también hemos visto cambios en pontones –Ferrari, Sauber y Caterham, por ejemplo–, alerones delanteros –Lotus, Ferrari– y morros –McLaren–. La tendencia es acercarse precisamente a los escapes de Sauber y McLaren, que maximizan el efecto coanda con la creación de un canal que atrae el flujo de gases hacia la zona del difusor. Por su lado, los de Woking han tenido que abandonar el característico frontal bajo de su MP4-27 para adaptarse a la moda del morro escalonado, aunque en su caso sea sólo una suave ondulación.

En definitiva, la mayor parte de la parrilla ha empezado la temporada europea con modificaciones de calado en sus monoplazas y esto comportará modificaciones en el mentado equilibrio de fuerzas entre escuderías. La gran pregunta es ¿alguien conseguirá destacarse en este Mundial 2.0, o los líderes estarán incluso más cercanos entre sí? Apostaremos por esto último, aun cuando las previsiones se consideran especulación hasta en los propios equipos.

ALGO SE MUEVE EN LA CUMBRE

Muy cerca de la pista, pero fuera de ella, también hay novedades. La historia está escrita en períodos, ciclos, capítulos más o menos extensos, y el Gran Circo empieza a prepararse para una de esas fracturas temporales, la que marcará el relevo de Bernie Ecclestone como gestor de los derechos comerciales de la categoría reina. El nombramiento del presidente de Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe, como nuevo patrón del consejo de supervisión de la F1–aunque sin funciones ejecutivas por el momento– es el primer paso para gestar una futura sucesión que en ningún caso será indolora: Ecclestone ha sido un pastor más que un gestor, ha conseguido la fidelidad y el respeto de todo el Circo y su existencia ha sido y es sinónimo de estabilidad, una palabra con valor de tótem en el mundo de los negocios.

La sucesión de Ecclestone inspira cierta nostalgia, aunque difícilmente puede encoger el corazón como el recuerdo de Gilles Villeneuve en el trigésimo aniversario de su fatal cabriola en los entrenamientos del GP de Bélgica de 1982. El Aviador nos regaló en su paso fugaz por la F- algunas de las imágenes más épicas en la historia de este deporte, pero además fue un ejemplo por su nobleza y sentido del honor.

Fernando Alonso tuvo unas palabras lúcidas hacia Gilles y el deporte que él encarnó: "Antes había mucho más respeto que hoy en día entre pilotos, en parte porque sabían que en esos coches se estaban jugando la vida. Es un problema que viene de lejos, de las categorías junior, y creo que ha llegado el momento de recuperar eso". Quién sabe si ocurrirá en este Mundial 2.0 que acaba de arrancar.