El imponente y moderno circuito de Sakhir podría volver a quedarse vacío si sigue adelante la propuesta de varias asociaciones de derechos humanos de boicotear la carrera prevista para abril del presente año. Según ellos, la sangre vertida en las calles por defender la libertad y la democracia no pueden ser acalladas por el ruido de los monoplazas como si nada hubiera pasado: "Haremos una campaña a favor de que pilotos y equipos boicoteen [el evento]. El gobierno quiere la Fórmula 1 para decirle al resto del mundo que todo ha vuelto a la normalidad", asegura Nabeel Rajab, vicepresidente del Bahréin Center por los Derechos Humanos.

Cuando el año pasado la carrera se canceló, uno de los principales promotores para reincorporarla al calendario fue Ecclestone, que aseguró que su negocio estaba al margen de las políticas de cada país. Pero los dramáticos y graves acontecimientos de Bahréin merecen, según los defensores de los derechos humanos, cierto respeto y responsabilidad internacional: "Si la Fórmula 1 viene, estará ayudando al gobierno cuando dice que todo está bien. Nosotros preferiríamos que no se implicasen. Estoy seguro de que los pilotos y los equipos respetan los derechos humanos", prosigue Rajab.

Pese a todo, el pasado noviembre Ecclestone volvió a defender su postura de regalar al gobierno de Bahréin la publicidad de una carrera de Fórmula 1, y no tiene intención de echarse atrás, ni miedo por las represalias: "Está en el calendario. Iremos allí, a menos que algo terrible nos lo impida".

Pero para muchos, ese "algo terrible" ya ha ocurrido: las revueltas populares se iniciaron entre febrero y marzo del año pasado, cuando la gente salió a la calle para reclamar una menor influencia de la familia Al-Khalifa (la forma de gobierno es una monarquía hereditaria) en las decisiones políticas, más democracia y el alto de la continua discriminación sufrida por la población, entre otras razones. La contundente represión del gobierno causó decenas de heridos y varios muertos entre los manifestantes prodemocráticos, causados con la ayuda de las fuerzas militares llegadas de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. A pesar de todo, las protestas han continuado con menor intensidad hasta el presente.

Mariwan Hama-Saeed, del Observatorio de los Derechos Humanos de Nueva York, asegura que la Fórmula 1 debería recapacitar sobre si quiere competir en unas tierras teñidas de sangre inocente: "La FIA debería considerar los serios abusos a los derechos humanos de Bahréin, y el hecho de que ahora mismo las autoridades continúan reprimiendo a los protestantes prodemocráticos", asegura a Arabian Business. "Dudo de que la Fórmula 1 pueda tener éxito en un país donde se han cometido serios abusos contra los derechos humanos".