Obsolescencia programada

Los fabricantes de electrodomésticos (sobre todo los pequeños: móviles, iPad, impresoras, etc.) practican desde hace décadas una manera nada ética para tratar de ganar más dinero de una forma secreta: acortan voluntariamente la vida útil de sus productos. Se llama “obsolescencia programada”, y es tan sencillo como incorporar un chip en una impresora para que, al llegar a un número concreto de impresiones, se bloquee y obligue a su dueño a llevarlo al servicio técnico, donde le dirán que ha de comprar otra. O también se puede manipular la batería de cualquier aparato para que deje de funcionar y no le dé más opción al consumidor que volver a comprar el producto entero, en vez de venderle baterías por separado. Sin la “obsolescencia programada”, nuestras lavadoras o bombillas durarían más, mucho más, pero el fabricante cree que sería perjudicial para sus intereses.

Algo parecido ha hecho Pirelli esta temporada: acortar la vida útil de sus neumáticos sensiblemente de forma controlada y consciente. El objetivo esta vez no es otro que favorecer el espectáculo sobre la pista mediante diferentes estrategias entre los equipos. Y aunque al final las tan anunciadas tres paradas (o incluso cuatro, llegó a decir alguna escudería) fueron minoritarias, la estrategia volvió a inundar los cuadernos de los ingenieros de pista. Las más abundantes fueron las estrategias de dos paradas, aunque alguno jugó sobre seguro con tres (Fernando Alonso, Mark Webber, Jenson Button, Felipe Massa y Jaime Alguersuari). Sergio Pérez fue el único capaz de llegar a meta con un solo cambio de neumáticos. Sus gomas resistieron y aguantaron hasta el final y le permitieron, antes de su descalificación, lograr un magnífico séptimo puesto. Y es que la obsolescencia programada no siempre es perfecta, y algún producto sale de vez en cando defectuosamente fiable.

Alonso, remontada de la casa

La lectura más fácil del Gran Premio es la victoria aplastante de Vettel y la superioridad de Red Bull en general. Sólo el chasis defectuoso de Mark Webber, muy probablemente, imposibilitó el podio. Su cara era un poema al verse incapaz de seguir el ritmo de su compañero de equipo, a pesar de esforzarse al límite en cada momento. RBR sigue asustando, y eso que no montaron el KERS, que sí llevarán en Malasia. Las lecturas más detenidas se encuentran en el buen trabajo de Fernando Alonso, cuarto. Cuarto, sin pisar el podio, podría parecer un resultado mediocre. Pero el español tuvo que remontar tras verse atrapado en un sándwich cuando Vitaly Petrov llegó magistralmente al tercer lugar en la primera curva, tras la salida.

El ruso echó a Jenson Button hacia el exterior de la pista, donde estaba Fernando Alonso tratando de recuperar posición, y obligó al español prácticamente a salirse de la pista y frenar para no chocar con el McLaren. A continuación, cuatro monoplazas le adelantaron. "Estaba en el lugar equivocado", aseguró desconcertado el español tras la carrera. Noveno en la primera vuelta. Eso sí que era un desastre. Pero la constancia, las ganas de superación y el control perfecto de la situación le permitieron ir ganando posiciones poco a poco. Nico Rosberg y Kamui Kobayashi fueron sus primeras víctimas en sendos adelantamientos indiscutibles. Más adelante vio en primera butaca el duelo entre su compañero de equipo, Felipe Massa, y Jenson Button. Y fue rápido: adelantó al brasileño sin pestañear, y a Button y a Webber en boxes. Y ahí se quedó, a las puertas del podio. Algo que Massa no puede decir, pilotando el mismo coche.

Compañeros, pero no gemelos

La clasificación del Gran Premio nos deja algo para reflexionar (más allá de la eficiencia de los neumáticos, los alerones, el KERS y demás artificios extradeportivos): las diferencias entre los pilotos de una misma escudería han sido notablemente superiores a lo normal. Por ejemplo: Vettel, primero; Webber, quinto. Hamilton, segundo; Button, sexto. Petrov tercero; Heidfeld, decimocuarto; Alonso, cuarto; Massa, noveno. Aunque con estrategias e incidencias diferentes, es quizá un buen baremo para determinar la calidad de cada casa. Aunque cada uno sacará sus propias conclusiones.

La primera vez de Petrov

En el podio de Albert Park, ese maravilloso circuito semiurbano que a Bernie Ecclestone no le importa lo más mínimo, un hombre mira la bandera de su país desplegarse justo encima de él, entre fogonazos de disparos fotográficos y el griterío de miles de gargantas. Es Vitaly Petrov, el mismo a quien Fernando Alonso le echara una monumental bronca simplemente por defender su posición en Adu Dabi, el año pasado. El ruso ha demostrado en la primera carrera de 2011 una gran consistencia; frío, sereno, tranquilo… Logró llegar a la meta sin inmutarse lo más mínimo por la cercanía cada ver más amenazante del Ferrari del español, de nuevo, a sus espaldas. El Renault travestido de Lotus demostró fiereza. No se puede decir lo mismo de Heidfeld, descafeinado todo el fin de semana. Muchos echamos de menos a Robert Kubica.

Pérez, a milímetros de la gloria

Sergio Pérez es otro piloto digno de mención, gracias a su impresionante séptimo puesto real en la carrera. Sólo tres milímetros de más en su alerón trasero han propiciado su absurda descalificación. Tres milímetros que, sin ninguna intencionalidad, ni repercutieron en el rendimiento del bólido ni supusieron una mejora significativa en el Sauber. Quizá si el color del monoplaza hubiera sido otro, la FIA se habría pensado mucho descalificar a un equipo por tan sólo tres milímetros irrelevantes. Pérez se lleva así un jarro de agua fría, al perder seis puntos merecidos en su primera carrera en Fórmula 1. No era broma lo visto en la pretemporada ni en los entrenamientos: Pérez tiene hambre de asfalto, y esperamos que esta descalificación sólo le sirva para reafirmar las ganas de pilotar y salir en Malasia para demostrar que el pilotaje no se mide por milímetros de fibra de carbono, sino por puestos en la línea de meta. Porque si es verdad que en este deporte influyen más los milímetros de un alerón que las manos de un piloto, vamos por mal camino.

Massa y Button, decepcionantes

El puesto de Pérez lo heredó Felipe Massa. Se oculta así parcialmente el nefasto Gran Premio del brasileño. Felipe tuvo otra carrera llena de altibajos, con tiempos muy lentos al principio, una gran defensa ante Button, vueltas rápidas al final y un ritmo inconstante e inseguro en general. Partió octavo en carrera (Alonso, quinto), y aunque realizó una gran arrancada, su ritmo fue el más lento de la cabeza. Button pudo aprovecharse, pero cometió un gran error en su adelantamiento. Y aunque el de McLaren podrá alegar lo que quiera (que si estaba por delante de Massa, que si el Ferrari iba muy lento, que si Felipe le empujó a la parte externa de la curva…) son todo excusas para tratar de justificar lo que simple y llanamente fue: un clarísimo error de pilotaje de Button. Porque cuando uno inicia un adelantamiento, ha de tener en cuenta que éste consta de varios momentos: acercamiento, inicio, realización y consecución. No vale ponerse un centímetro por delante y tomar las de Villadiego acortando curvas a toda velocidad. Adelantar implica estar siempre dentro de la pista y conservar a continuación el puesto ganado. ¡Claro que Massa le llevó al lado externo! Hizo muy bien su trabajo, que no era otro que defenderse. Y lo hizo limpiamente y con eficacia. Fue Button el incapaz de culminar su adelantamiento legalmente, por dentro de la pista. Por eso su sanción fue más que merecida, pues ni siquiera se dejó adelantar a continuación, como consta en el reglamento. Quizá Whitmarsh se enfade porque preguntó a la dirección de carrera y no obtuvo respuesta, pero si de verdad quería evitar la sanción, en vez de buscar clemencia ante una acción tan clara y evidente, debería haberse leído el reglamento.

La decepción de Mercedes GP

Tampoco deparó muchas alegrías Rubens Barrichello. Tras su salida de pista el sábado, el domingo destrozó una buena carrera de Nico Rosberg, el único que podía salvar los trastos de Mercedes Grand Prix tras el choque, primero, y abandono, después, de Michael Schumacher, un piloto incapaz de recuperar el norte. Rubens trató de adelantar a Nico de forma demasiado optimista, y se lo llevó por delante. La alternativa pintada de gris terminó noqueada y panza arriba: doble abandono. Menos diversión para el mundial, pero habrá que esperar para ver cómo evolucionan su monoplaza.

Hamilton salva a McLaren

Alguersuari tampoco tuvo una carrera fácil. Toque con su compañero de equipo en la primera curva y con Schumacher en la segunda. Y carrera hipotecada. Buemi le ha vuelto a superar, y el español tendrá que ponerse las pilas si quiere llegar a su gran meta: pilotar para Red Bull Racing. Tampoco parecía a priori una carrera fácil para Hamilton: McLaren, decían, no iba a ser competitiva en la primera parte del año. ¿De verdad os lo creísteis? Raro es el año que no dicen algo por el estilo, pero al final consiguen remontar. Con Button autodescartado con su adelantamiento ilegal, Lewis tenía que demostrar que los RBR no eran inalcanzables. Y digamos que lo logró: segundo y con el monoplaza dañado. El fondo del bólido colgaba peligrosamente, desatando una histeria colectiva en el box cuajada con un recital de mordidas de uñas. Pero el inglés asegura que no lo notó prácticamente nada en el rendimiento del coche, así que cruzó segundo sin problemas.

La nueva Fórmula 1 de siempre

Y así terminó la primera carrera del año, sin el tan cacareado coche de seguridad ni lluvia. Y aún así nos divertimos. ¿Diferencia respecto al año pasado? ¿Más emoción? ¿Más entretenimiento? No nos engañemos: ni los alerones, ni el KERS, ni una posible lluvia artificial harán de este deporte el paradigma de los adelantamientos. Y hasta que Ecclestone y Todt no se den cuenta de que lo que a los aficionados les gusta es el automovilismo, y no un videojuego muy caro, seguiremos viendo moverse alerones, descargarse la pila del gráfico del KERS, caer lluvia artificial a pleno sol, o desgastarse neumáticos después de sólo dos vueltas de haberse montado. Quizá Ecclestone haya descubierto también la obsolescencia programada y quiera aplicarla a la Fórmula 1. ¿Este es el futuro del automovilismo? Viva el siglo XX.