El mundo afronta con miedo el complejo proceso de revueltas populares que durante los últimos meses han acometido diversos países de Oriente Próximo de forma sucesiva, casi viral. Sería prolijo explicar aquí los porqués de ese miedo, pero la Fórmula 1 se ha encargado de darnos un ejemplo muy gráfico de las consecuencias: el pueblo de Bahréin, alzado contra su rey, ha logrado que se suprima o al menos se aplace un Gran Premio de F-1 por cuestiones políticas, por primera vez en los 61 años de su historia.

Hasta ahora, sólo las peleas intestinas por el control de la categoría habían excluido alguna prueba del Mundial después de confirmada en el calendario, y el GP de Bélgica de 1985 se aplazó tres meses por un mal reasfaltado de la pista.

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Pero esto es mucho más grave. Ni Bernie Ecclestone ni todos sus millones pueden evitarlo; no en vano han concedido a Bahréin un período de gracia hasta el 1 de mayo, en el que tendrán que decidir si su país ofrece las condiciones de seguridad necesarias para albergar un GP a finales de este año.

Más allá de la cuestión deportiva, es interesante apuntar que esta circunstancia podría suponer a medio plazo el derrumbe de ese castillo de naipes que Ecclestone tiene montado alrededor de las carreras que se disputan en enclaves más ricos en dólares que en afición automovilística. Países como Abu Dhabi, Malasia, China, Corea, Singapur o Turquía han basado su negocio en la imagen de modernidad que han proyectado hacia el extranjero y en propia la construcción del circuito –siempre bajo la atenta dirección de Hermann Tilke–, pero una vez colmados los sueños de grandeza de los dirigentes de turno, mantener esta iniciativa con poco o ningún entusiasmo popular puede ser demasiado aventurado en esta coyuntura.

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Europa, a la espera

Si el astuto Ecclestone –recientemente retratado en una polémica biografía no oficial, por cierto– no se da prisa en buscar mercados ‘boyantes’ en Latinoamérica, Rusia o sus áreas de influencia, los países de la vieja Europa pueden tomarse la revancha tras resistir con muchas dificultades las apreturas financieras que la FOM les ha impuesto en los últimos lustros. La liebre ya ha saltado, y precisamente en España: el flamante presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, ha advertido de que velarán por la continuidad de la F-1 en Montmeló, pero no a cualquier precio.

Se trata, sin duda, de una medida de presión hacia Ecclestone justo en el momento álgido de las crisis populares en los países árabes. Y es que los organizadores de los Grandes Premios están hartos de pagar a la Fórmula 1 tanto dinero como ésta recauda por los derechos comerciales en todo el mundo –unos 365 millones de euros en 2009–: Bélgica, Australia y Alemania son otros de los países que aguantan in extremis en el calendario que Francia ya dio por imposible, y que piensan unir fuerzas para negociar si Ecclestone da un paso atrás y recupera parcialmente un calendario más ‘tradicional’. Será una casualidad, pero en los últimos días también se ha filtrado el interés de CVC Capital Partners –la propietaria de los derechos comerciales de la F-1– de fichar a un nuevo rostro que exprima mejor la ‘gallina de los huevos de oro’.

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Desgraciadamente, el telón de fondo de estas negociaciones es el de unos pueblos que ya guerrean desesperadamente entre ellos y que, desde luego, no piensan en la continuidad o no de la F-1 en sus tierras. Incluso el ‘secuestro exprés’ de Fangio en 1958 parece inofensivo a su lado. A fin de cuentas, los castristas ni siquiera pidieron rescate.

  • AL SPRINT. El año pasado, Fernando Alonso y muchos otros pilotos de la parrilla tuvieron que darse una vuelta en bici al circuito coreano de Yeongam para comprobar que, al menos, el asfalto era practicable.
  • SECUESTRO. El movimiento ‘26 de julio’, comandado por Fidel Castro, secuestró a Juan Manuel Fangio para boicotear el GP de Cuba de sports en 1958. Fue liberado tras la prueba.
  • CISMA. El conflicto entre la Federación y los constructores independientes –FISA y FOCA– por el control de la F-1 provocó que la primera declarara ilegal el GP de España de 1980: se disputó, pero no puntuó para el Mundial.
  • FANTASMA. El GP de Sudáfrica de 1981 también sufrió el ataque de la FISA. Ni siquiera se siguió la reglamentación.
  • RETRASO. El GP de Bélgica de 1985 se atrasó de junio a septiembre porque un reasfaltado reciente de Spa provocaba que los coches ¡se llevasen parte de la superficie a su paso!
  • TORMENTÓN. Un tifón puso en peligro el GP de Japón de 2005, pero sólo se suspendió la jornada del sábado.