La velocidad del nuevo Red Bull parece heredar la fuerza y consistencia de su predecesor. Helmut Marko, consultor de la escudería campeona del mundo, no da crédito a sus registros: "Es increíble cómo nuestro coche pasa por las curvas", declara entusiasmado al periódico alemán Bild.

Tampoco se quedan cortas las primeras impresiones del dueño de la escudería, Dietrich Mateschitz, sobre el nuevo RB7, que monopolizó la tabla de tiempos el primer día de pruebas, con trece monoplazas sobre la pista: "Este debería ser nuestro tercer año en la cúspide".

Pero ni hoy se disputa una carrera ni estos son los últimos entrenamientos del invierno. De hecho, son los primeros, y quizá las palabras de Marko cambien cuando compruebe la tabla de tiempos del segundo día de pruebas, donde Fernando Alonso y su Ferrari F150 han batido al RB7 de Sebastian Vettel por 307 milésimas.

El propio Sebastian Vettel, a sus 23 años, trata de mantener los pies en la tierra: "No me puedo quejar, pues estoy satisfecho hasta ahora, pero todos los coches cambiarán considerablemente. Si estamos por delante o no… es difícil de decir".

Tampoco el resto de escuderías punteras cree que Red Bull Racing les doblaría si hoy hubiera una carrera. Ni siquiera tienen claro si RBR serían los ganadores. Norbert Haug, de Mercedes, les reconoce el mérito de sus tiempos en las pruebas invernales, pero tampoco les da una palmada en la espalda: "No parecen muy malos" declara sin ningún tipo de entusiasmo. Aunque más a guasa se lo ha tomado Michael Schumacher que, con siete títulos mundiales a sus espaldas, tiene mucha experiencia sobre el exceso de euforia precoz: "¿El nuevo Red Bull? Parece genial. Los colores, quiero decir…".