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Todas las marcas de coches tienen épocas que desearían poder olvidar, recuerdos de situaciones difíciles que borrarían sin pensarlo dos veces. Para Porsche, una de esas etapas negras fue la década de los noventa.

Tras la 'resaca' del impacto que causó su gama de motor delantero (los 924, 944 y 928) en los pretéritos años ochenta, la firma alemana se dio cuenta de la situación comprometida en la que se hallaban.

Y es que, no en vano, la entrada del nuevo decenio vino acompañada por una fuerte evolución en los catálogos de sus principales rivales. Mientras, en contraste, el 911 de la generación 993 acusaba notablemente su veteranía, y ese efecto se traducía en cascada en unas cifras de ventas insuficientes, incluso, para garantizar la viabilidad financiera de Porsche como empresa.

Tan peliaguda situación comenzaría a enderezarse con la aparición del Boxster en 1996, salvando toda una 'bola de partido'. Pero si Porsche quería de verdad conservar su independencia debía atreverse a abrir la caja de Pandora. Debían abordar de una vez la refundación de su mito.

Dejar las viejas costumbres

Pocos hubieran deseado entonces estar en la piel de Harm Lagaay, Director de Diseño de Porsche y el responsable principal de definir lo que llegaría a ser la nueva generación 996. Cambiar por completo las características de un modelo que era amado por todas y cada una de ellas, ésa fue la gran diatriba que Laggay resolvió a la manera de los ingenieros: si no se puede evolucionar más, hay que desecharlo sin mirar atrás.

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Porsche


Entre esas dolorosas decisiones conceptuales destacó el fin de la refrigeración por aire para su motor bóxer. Ya no era posible extraer mejores prestaciones ni emisiones más óptimas con las tradicionales culatas de dos válvulas por cilindro. Y al pasar a cuatro válvulas, se hizo imprescindible incorporar un circuito líquido para mantener un correcto (y realista) rango de temperaturas de funcionamiento.

Este detalle fue uno de los más criticados en su día por los puristas, calificándolo poco menos que de "sacrilegio" aun a pesar de que el motor ni había variado en su planteamiento de cilindros opuestos horizontales, ni tampoco emitía un sonido diferente al habitual. Quizá, demasiada protesta por el leve inconveniente añadido de tener que vigilar un fluido más antes de salir a la carretera.

Un número, infinitas derivadas

Pero las protestas no acabarían ahí. Otra de las consignas que necesariamente se hubieron de aplicar en el desarrollo del 911 996 fue la contención de costes, la cual obligó a que el nuevo modelo compartiera buena parte de sus componentes con el Boxster. Queriendo aprovechar el éxito de la estética de este último, traspasaron al 911 ese mismo 'aire familiar' con un frontal que no disimulaba su inspiración en el pequeño roadster.

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Cuando por fin salió la nueva generación al mercado en 1997, aquello tampoco gustó a los fanáticos y fue muy criticado por la prensa especializada. En opinión de unos y otros, el 911 no estaba lo suficientemente diferenciado a primera vista de su pariente más ligero y económico. La actualización de 2002, con nuevas ópticas y paragolpes, calmaría los ánimos, aunque no del todo.

Pero, si por algo sí logró distinguirse el 996 fue por el gran número de versiones que acogió en su gama. Además de los ya consabidos Cabriolet, Targa (que introdujo un sofisticado techo eléctrico en cristal) y Turbo, fue el iniciador de la 'saga GT' que se mantiene hasta nuestros días. Empezando por el vivaz GT3, heredero de los primigenios Carrera RS, continuando por el radical GT2 y finalizando en el GT1, concebido con el fin que todo Porsche sueña alcanzar: arrasar en las 24 Horas de Le Mans. Spoiler: lo consiguió.

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Ahora, 25 años después de aquellos tiempos donde la supervivencia y la tradición formaban los extremos de una delicada balanza, el Porsche 911 996 resurge ya no como la generación que (para las voces de entonces) acabó con el mito, si no más bien como el modelo que lo llevó a la modernidad, haciendo de él la leyenda viva que es hoy. ¡Feliz cumpleaños!

Lettermark
Diego García

Especializado entusiasta en motor, competición, historia y técnica del automóvil. Eterno aprendiz, también, en el novedoso sector de la movilidad sostenible. Licenciado en Periodismo con varios años de experiencia en esto de hablar sobre las cuatro ruedas.