Hasta el término de la carrera, el Gran Premio de Azerbaiyán estaba siendo sin duda el peor de la temporada para Stoffel Vandoorne. El piloto belga careció de ritmo en todas las sesiones y la comparación con Fernando Alonso le dejaba en evidencia.

En las sesiones libres del viernes, Stoffel quedó en decimonovena posición. En la sesión del sábado, pudo mejorar hasta la decimoctava posición, y en clasificación, quedó eliminado en primera ronda, a más de tres décimas del corte marcado por Lance Stroll.

En carrera, su ritmo no mejoró, e incluso se vio fácilmente superado por un Fernando Alonso que no solo montaba peores neumáticos, sino que tenía serios daños en su vehículo. En definitiva, todo parecía indicar que Vandoorne iba a cerrar un fin de semana negro. Pero entonces, llegó el coche de seguridad.

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Con todos los pilotos con serios problemas para calentar neumáticos mientras rodaban tras un coche de seguridad que se alargaba debido al accidente inesperado de Romain Grosjean, McLaren optó por algo diferente.

Llamó a Vandooorne a boxes en el momento justo para ponerle unos neumáticos, que aunque ya estaba usados, tenían el calor de las mantas térmicas, y como además Stoffel tuvo que rodar a un ritmo más alto para atrapar al pelotón, pudo meter mejor temperatura tanto a los frenos como a los neumáticos, por lo que cuando se marchó el coche de seguridad, el de McLaren acababa de llegar al grupo y estaba en una ventaja competitiva.

El piloto belga se encargó de sacar rédito a la estrategia, remontando hasta la novena posición por delante de Hartley, Ericsson, Gasly y Magnussen y no tan lejos de un Lance Stroll y Fernando Alonso. Dos puntos que arreglan sobradamente el que estaba siendo quizás el peor fin de semana de Stoffel Vandoorne en McLaren.