Acostumbrado a ser un referente en una de las categorías más competidas del mercado hoy, ayer y siempre, el BMW Serie 3 es uno de esos coches que transmiten buen feeling desde el principio. Su imagen, mucho más rotunda y atlética en esta séptima generación, contribuye a que así sea y las semejanzas que mantiene con sus antecesores, no son peor percibidas.

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En la atención al detalle que presenta, se nota que estamos ante un modelo exquisitamente cuidado por parte de su marca y es que no en vano, hasta la llegada del Serie 1, el '3' era el gran superventas de BMW. Pero atrás quedaron los tiempos de los Compact, Coupé o Cabrio y también los últimos en los que lo vimos transformarse en un extraño Gran Turismo. Ahora, este G20 –nombre con el que se le conoce en código interno–se ofrece únicamente con esta carrocería –la original del cuatro puertas– y con la familiar, Touring.

BMW 320d - lateral
Fernando Roi//Car and Driver

A primera vista se nota el aumento de cotas que ha experimentado. Alcanza los 4,71 metros de largo por los 4,62 de su antecesor y los 4,35 del E21, el primer vástago de esta saga. Lo vemos grande pero en realidad su longitud es solo unos milímetros mayor que el Mercedes Clase C y unos menor que el Audi A4, mientras que su anchura y altura –1,81 y 1,42 metros, respectivamente– se han mantenido invariables en el salto generacional.

BMW 320d - trasera
Fernando Roi//Car and Driver

Dicho de otra forma, el BMW Serie 3 tiene el tamaño justo y en Múnich son plenamente conscientes de ello sin embargo, su atlética carrocería de paragolpes abultados, taloneras y amplias parrilla y entradas de aire frontales, le otorgan una mayor presencia sin necesidad de disparar sus dimensiones totales.

BMW 320d - en carretera
Fernando Roi//Car and Driver

Bajo esta esbelta armadura nos encontramos con la plataforma CLAR, modular y de arquitectura ligera, un chasis con una batalla considerable –2,85 metros– que en cambio, ha logrado rebajar el peso del coche en unos 55 kilos –depende de la versión– y que ha llegado para reforzar una de las cualidades por las que siempre destacó este modelo: ofrecer un punto de dinamismo extra respecto a sus duros rivales.

BMW 320d - trasera
Fernando Roi//Car and Driver

El tamaño justo

Así es, con un ancho de vías superior, de 1,57 y 1,87 metros delante y detrás respectivamente, una rigidez estructural más elevada y sobre todo, una suspensión específica, este nuevo Serie 3 demuestra una pisada más contundente que nunca, algo a lo que no estamos habituados. Por norma general, la mayoría de los modelos de nueva generación y especialmente los de alta gama, marchan cada vez más amortiguados para favorecer el confort en carretera aún a costa de ir cediendo algo de dinamismo y tacto de conducción. Bien, pues en éste sucede todo lo contrario y más fiel a su esencia que nunca, presume de firmeza, agilidad en curva y un guiado exquisito en carretera.

BMW 320d - en curva
Fernando Roi//Car and Driver

Puede que no suene demasiado original hablar de dinamismo y sensaciones puras de conducción para referirnos a un BMW pero en este caso, resulta especialmente necesario hacerlo porque hablamos de la berlina más ágil y precisa que hemos conducido en los últimos tiempos. Vaya por delante que nuestra unidad de pruebas, este BMW 320d Xdrive, equipaba la suspensión deportiva opcional y como su nombre indica, la tracción total conectable de la marca pero con todo y eso, nos llevamos una más que grata sorpresa.

BMW 320d - trasera en marcha
Fernando Roi//Car and Driver

La tracción total conectable merece un apartado propio y es que en puertos de montaña, concede a este modelo la misma facilidad para entrar en las curvas de un coche a propulsión y sin embargo, una vez alcanzado el vértice de las mismas, permite que aprovechemos toda la potencia del motor garantizando una motricidad pasmosa incluso en las zonas en las que el asfalto no presentaba una adherencia perfecta, ya fuera por la presencia de arena o gravilla. Estas cualidades unidas a un chasis con un centro de gravedad bastante bajo y un reparto de pesos equilibrado –al 50/50 entre ambos ejes– y sobre todo a una dirección rápida y comunicativa, dan como resultado un coche que no puede transmitir mayor confianza en carretera y que además, es realmente efectivo.

BMW 320d - delantera
Fernando Roi//Car and Driver

Adaptado al medio

La puesta a punto del BMW 320d nos conquista en el puerto de montaña y nos termina de convencer en carretera abierta. La misma amortiguación que contenía los balanceos de la carrocería de forma magistral antes, filtra con notable eficacia las irregularidades del asfalto ahora que vamos en autovía, dispuestos a realizar un viaje de larga distancia.

Esta cualidad unida a la gran insonorización del habitáculo, la escasa sonoridad del motor diésel y la cómoda postura de conducción que ofrecen sus asientos –baja, pero sin exagerar– permiten que los kilómetros no hagan mella en el conductor. Además, pasan rápido, mucho si nos empeñamos en aprovechar las posibilidades de un propulsor que es exactamente lo que esperas.

BMW 320d - trasera
Fernando Roi//Car and Driver

Sí, este 320d esconde bajo su capó un turbodiésel de cuatro cilindros ¡y 2.0 litros! Albricias. En los tiempos que corren hay dos cosas realmente difíciles de encontrar en un coche: que su nombre responda realmente a la cilindrada del motor que tiene y que sus tubos de escape sean reales. Bien, pues este BMW cumple con ambas y además, entrega 190 caballos de potencia –a 4.000 revoluciones por minuto– y un par máximo de 400 Nm entre las 1.750 y las 2.500. Son cifras buenas aunque mejores son las sensaciones que transmite.

La última evolución del cambio Steptronic es un punto más rápido y reduce el consumo

Estamos ante un propulsor voluntarioso desde medio y bajo régimen pero sobre todo refinado, pues resulta progresivo en la entrega de potencia y mantiene siempre unos niveles de sonoridad bajos. Por si esto fuera, el cambio automático por convertidor de par al que va asociado también permite que le saquemos todo todo el 'jugo' con ocho marchas bien escalonadas, transiciones suaves y suficientemente rápidas entre las mismas y un perfecto manejo tanto desde las levas del volante, como desde el propio selector del cambio, que podemos fijar en modo secuencial.

BMW 320d - lateral
Fernando Roi//Car and Driver

Lo único que chirría es el tacto de los frenos, aunque es un clásico en la marca. Son algo esponjosos y cuesta dosificar a veces la potencia que queremos emplear de los mismos, sobre todo en las detenciones más bruscas pero en todo caso, la capacidad de frenada es alta y la resistencia a la fatiga igualmente notable.

BMW 320d - delantera
Fernando Roi//Car and Driver

Por rendimiento y finura estamos ante uno de los mejores diésel del momento, pero muchos valorarán esta mecánica todavía más por otra de sus cualidades que por conocida, no es menos importante: la eficiencia. En este 320d podemos mantener cruceros elevados en autopista, subir puertos de montaña a ritmo de GTI o desplazarnos en nuestro día a día por la ciudad, pero lo mejor de todo es que independientemente del uso que le demos, mantendremos siempre unos niveles de consumo bajos.

En carretera, favorecido por su buena aerodinámica –0,25 Cx–, declara unos 5 litros a los 100 kilómetros a ritmo normal, mientras que combinando estos tramos con otros urbanos y de carretera secundaria, a mayor velocidad, esta cifra tiende a situarse en los 5,5, un dato que sin duda es realmente positivo especialmente, para un coche de prestaciones tan elevadas y con una envergadura considerable.

BMW 320d - trasera
Fernando Roi//Car and Driver

Da la talla

Precisamente, el gran beneficiado del aumento de talla de esta nueva generación del BMW Serie 3 es su interior, más práctico, pero también más vistoso y tecnológico que nunca. Como apuntábamos anteriormente, el puesto de conducción resulta impecable, nos deja en una posición bastante baja, con una visibilidad perfecta y todos los mandos a mano. La mayoría de los mismos resulta intuitivo, especialmente los del volante, y solo los del climatizador –incorporados en la parte central del salpicadero pero de escaso tamaño– requieren un esfuerzo extra por parte del conductor para manejarlos.

BMW 320d - interior
FERNANDO ROI HEARST//Car and Driver

La anchura y ergonomía de los asientos también es excelente, con una banqueta desplegable que permite que las piernas adquieran una postura realmente cómoda para viajar aunque la zona que más ha ganado en amplitud en esta nueva generación es la posterior.

BMW 320d - asientos
Fernando Roi//Car and Driver

Tanto el acceso a las plazas traseras como el espacio que conceden a la altura de las piernas, la cabeza y los hombros, son francamente buenos. Hablamos eso sí de las dos laterales, pues con la central no sucede pues la banqueta es más alta y más dura en esta zona y el túnel central resta también un valioso espacio para los pies. Nada nuevo en este sentido, lo mismo que en su maletero de formas regulares pero con 480 litros, la misma capacidad que su antecesor.

BMW 320d - maletero
Fernando Roi//Car and Driver

Lo que ha supuesto un cambio radical en toda regla es la estética y el equipamiento de este habitáculo. En este sentido, lo que más destaca es su instrumentación digital, que combina un cuadro de mandos con diferentes vistas con una pantalla central que puede ser de 6,5, 8,8 ó 10,3 pulgadas –esta última es la que hemos probado– y con un head up display que también proyecta a color sobre la luna, todos los datos relevantes del ordenador de viaje.

BMW 320d - interior
Fernando Roi//Car and Driver

En definitiva, el nivel de información que recibimos al volante es amplísimo y –estamos convencidos– incluso excesivo para algunos conductores. Los más clásicos echarán también en falta la clara lectura del cuentavueltas analógico anterior pues este digital se lee al revés –de derecha a izquierda– para habilitar en el centro una pantalla en la que podemos mostrar u ocultar un pequeño navegador.

Paso a la tecnología

Lo que ha mejorado de forma incuestionable es la posibilidad de controlar todo el equipo multimedia por comandos de voz, a través del mando i-Drive de la consola central, desde la propia pantalla –que es táctil– y hasta por gestos, aunque estos últimos conviene aprendérselos antes de salir de memoria y realizarlos a la hora de hablar con el copiloto. Advertimos: el coche se dará por aludido pudiendo subir o bajar la música o cambiar de emisora de radio.

BMW 320d - detalle interior
Fernando Roi//Car and Driver

Algo similar sucede con el cargador inalámbrico para smartphones ubicado en la prolongación de la consola central, justo por delante de los posavasos en un compartimento con tapa incluida. Es un detalle a agradecer, en líneas generales, pero carece de una superficie adherente o de un soporte para que con los movimientos del coche la carga no se detenga. En este sentido, compartimentos específicos como el que ofrece el BMW X2 –sin ir más lejos– bajo su reposabrazos central, dan mucho mejor resultado. En la zona posterior, hay que destacar también el climatizador independiente y las dos tomas de tipo USB C que se ofrecen y que son de serie.

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La marca se paga

En líneas generales, el nivel de calidad general tanto en los materiales como en los acabados de este 320d son notables, dignos de un automóvil de alta gama. A cambio, con el equipamiento también sucede lo que es norma en este tipo de firmas, que muchos de los elementos que hemos podido analizar en esta prueba y que dan un gran resultado, son extras de precio más que considerable.

BMW 320d - exterior
Fernando Roi//Car and Driver

Nos referimos por ejemplo al control de crucero adaptativo y con control de mantenimiento de carril y velocidad legal que cuesta 2.266 euros–, al asistente de aparcamiento con visión exterior 3D –1.139 euros– o a los faros láser led que adaptan el haz de luz para mantener siempre la máxima iluminación sin deslumbrar 2.266 euros. Sin duda, para un coche cuyo precio base es de 46.300 euros, a poco que se nos vaya la mano reforzando su dotación, la factura final será considerable.

A favor: Dinamismo y precisión de guiado. Mecánica enérgica y eficiente. Calidad y confort general.
En contra: Tacto de los frenos. Sin más maletero que antes. Equipamiento opcional costoso.