El Circuito de la Sarthe sobre el que se disputan las 24 horas de Le Mans ha sido escenario a lo largo de los años de auténticas gestas. Remontadas imposibles, luchas contra el cansancio y las máquinas en busca del gran objetivo. También escenario de auténticas tragedias y de desenlaces extremadamente crueles, como el que ha tenido que sufrir Robert Kubica en la pasada edición.

Líder a falta de 3 minutos

Kubica se inscribió en la prueba junto al equipo belga WRT, una de las mejores estructuras de GT3 que en esta edición se estrenaban en la categoría LMP2. Junto al polaco, el suizo Louis Delétraz, hijo del ex Fórmula 1 Jean-Denis Déletraz, y el piloto chino Ye Yifei, campeón del EuroFórmula Open y ganador de la última edición de la Asian Le Mans Series.

El trío de pilotos realizó una carrera extraordinaria, esquivando grandes contratiempos hasta el punto de que en la última hora de carrera el doblete para el Team WRT parecía asegurado. De hecho, con Yifei al volante, la escuadra de Kubica comenzó a remontar hasta el punto de que para sorpresa de muchos, adelantó a su compañero de equipo, el talentoso Robin Frijns, colocándose en primera posición y poco más tarde abriendo un hueco considerable que le permitía rodar las últimas vueltas con seguridad.

Pero entonces ocurrió la desgracia. Un pequeño recordatorio para que nunca se olvide que nunca se acaban las 24 horas de Le Mans hasta que se cruza la línea de meta. Tras 23 horas y 57 minutos de perfecto funcionamiento y encontrándose en la última vuelta, el LMP2 se paró en pista. Todos los intentos del piloto chino por remprender la marcha resultaron balde, viendo con frustración cómo su compañero de equipo le volvía a adelantar, así como el JOTA de Sean Gelael, Stoffel Vandoorne y Tom Blomqvist.

Pese a todo, gracias a la ventaja obtenida durante la carrera, si llegaban a meta aún se aseguraban la tercera posición, ya que habían completado más vueltas que el resto. Pero no fue posible. No hubo manera humana de que ese LMP2 volviera a rodar, y debido a la norma de esta carrera que exige completar la última vuelta en un tiempo mínimo, Robert Kubica fue excluido, no solo perdiendo una victoria que rozaban con los dedos, sino un podio que se habían ganado completando más distancia que sus rivales. Y todo ello, a menos de tres minutos de completar la hazaña.

El equipo, que al menos pudo celebrar un triunfo logrado con solo siete décimas de margen en línea de meta, más tarde descubriría que el problema se encontró en el sensor del acelerador. Algo tan pequeño y fácilmente solucionable con un costo tan grande. “Perder una victoria de esta manera no es agradable, pero es lo que es. Felicitamos a nuestros compañeros y al equipo. Nuestra carrera fue muy cuesta arriba. Tuvimos problemas, pero pudimos colocarnos primeros, y al final, este golpe… Creo que hemos experimentado casi todo lo que Le Mans significa.”, afirmó Kubica al término de la prueba.

Juan Pablo Montoya, en lo alto del podio

Quién sí tuvo más fortuna fue otro ex Fórmula 1, el colombiano Juan Pablo Montoya, quien logró la victoria en la subcategoría de reciente creación dentro de los LMP2, llamada Pro-Am. Enrolado en el equipo DragonSpeed USA, Montoya, acompañado de Hanley y de Hedman cruzaron meta en décima posición entre los LMP2, con siete vueltas perdidas respecto al WRT de Frinjs, Habsburg y Melsi, siendo los mejores de la citada categoría tras superar a otro ex Fórmula 1 como Van de Garde, que lideraba un equipo de neerlandeses.