Antes de que Keke Rosberg llegase a la Fórmula 1, la categoría reina del automovilismo era una disciplina casi desconocida para los finlandeses. Este país nórdico tenía en los rallies su coto privado, en el cual cazaban numerosos éxitos año tras año. Sólo uno de sus compatriotas, Leo Kikkunen, había logrado participar en uno de los grandes premios del certamen. Pero, con la llegada de Keke, todo cambió. Se inauguró el palmarés de una nación que a día de hoy cuenta con tres campeones del mundo, y él fue el primero.

Nacido hoy, seis de diciembre, hace ya 66 años, Rosberg tuvo la suerte de contar con unos padres apasionados de la conducción, cuya experiencia amateur en el mundo de los rallies sirvió para que no tuvieran ningún problema en que su hijo siguieses sus pasos. La única y principal diferencia fue que este prefirió el asfalto a la tierra y la nieve. La decisión no tardó destaparse como correcta. A sus cinco títulos como campeón de Finlandia les acompañó en 1973 el de campeón de Europa. Con un sólido palmarés en esta disciplina, Keke dio el salto a los monoplazas. Primero fue la Fórmula Vee, para luego participar en la Fórmula 2 y la Fórmula Atlantic norteamericana.

Estos certámenes conformaron una etapa de su vida que concluyó en 1978. En dicho año, el finés dio el salto nada más y nada menos que a la Fórmula 1. El lugar donde recaló fue el humilde equipo Theodore Ford, si bien es cierto que tomó parte en cinco carreras del calendario con la escudería ATS-Ford. Debido al mejorable rendimiento de los coches que tuvo entre manos, su resultado más destacable fue un décimo puesto en Alemania. El curso siguiente, en Wolf-Ford, el panorama no mejoró lo más mínimo, ya que sólo acabó una carrera.

En un tercer cambio de escudería para su tercera temporada en F1, el destino elegido fue Fittipaldi-Ford, equipo del bicampeón brasileño. De repente, en la primera carrera de 1980, Rosberg se vio aupado a la tercera posición del podio en la cita de Argentina, logrando la mejor posición de su equipo en dos años. Lamentablemente para él, dicho resultado fue un espejismo, ya que lo único similar a esta posición que alcanzó en el resto del año fue un quinto lugar en Italia. Eso, por no hablar de 1981, ejercicio en el que acabó con cero puntos en el casillero.

Con este bagaje a sus espaldas, resulta sorprendente, como mínimo, que Keke despertase el interés de una formación en ascenso como Williams. Pero desde Grove notaron que este fumador compulsivo tenía una velocidad de primer nivel, por lo que, a pesar de que las pintorescas y lujosas vestimentas del nórdico no agradaban al piloto titular de la formación, Carlos Reutemann, él fue el elegido para la bacante que había dejado Alan Jones.

Desde el primer momento, el rendimiento de Keke fue sorprendente, ya que derrotó a un afamado piloto como Reutemann. En los cuatro primeros grandes premios de 1982, dos segundas posiciones conformaron un decente comienzo de la campaña. Pero fue en la segunda mitad de esta donde se vio hasta donde podrían llegar las aspiraciones del corredor finlandés. Ayudado por los resultados de sus rivales, en lo que fue probablemente la temporada más igualada de la historia de la F1, además de por un terrible accidente de Didier Pironi, líder de la general, Rosberg se encontró en las últimas citas de la temporada inmerso completamente en la lucha por el título. Consiguió tres podios más antes de afrontar el último trío de eventos del año y, justo en el primero de estos, Suiza, dio el paso definitivo para alcanzar el éxito. En dicha carrera, Keke conquistó su primera victoria en F1. Se puso líder del mundial a falta de dos carreras restantes, posición que ya no abandonaría. Así, con solo una única victoria en esa épica temporada y en su palmarés, Rosberg se proclamó campeón del mundo. El primer finlandés de la historia en hacerlo. Fue, además, el segundo título de pilotos para Williams.

Para 1983, el protagonista de una proeza como ganar el título con una única victoria, algo que comparte todavía a día de hoy solo con Mike Hawthorn, no tenía otro objetivo que el de repetir corona. La primera mitad de la temporada fue positiva, con una gran victoria en Mónaco y un segundo puesto en Estados Unidos, pero la segunda fue desastrosa. Seis carreras consecutivas sin poder puntuar descartaron a Rosberg de la pelea por el primer puesto.

El curso siguiente siguió una tónica similar. De nuevo, ganó una carrera, pero abandonar en más de la mitad de las carreras le relegó a la octava plaza de la general. Debido a ello, su carrera parecía haber adoptado una tendencia negativa, pero esta cambió en 1985. Con todo un Nigel Mansell como compañero, el finlandés sacó su mejor repertorio para volver a ser el líder de Williams. Por única vez en su vida, ganó dos pruebas en un mismo año, lo que unido a tres podios más le posicionaron como el tercero de la general. El segundo de los triunfos alcanzados, en el último GP del calendario, Australia, fue a la postre el último triunfo de su vida.

Y es que para 1986 Keke abogó por cambiar de aires y fichar por McLaren. Allí, ante un imperial Alain Prost, poco pudo hacer. Independientemente de que su compañero francés se llevase el título, aquella campaña no fue la mejor del corredor nórdico. Solo consiguió un podio en todo el mundial, clasificándose sexto en la tabla final. Esto le condenó a quedar fuera de la formación de Woking y, sobre todo, su retirada de la Fórmula 1.

Finalizada su carrera deportiva, y salvo esporádicas apariciones en la categoría predecesora del DTM, su tiempo libre lo centró en vivir la vida y asesorar a dos grandes talentos del gran circo. Uno, Mika Hakkinen, fue bicampeón del mundo. El otro, su hijo, Nico Rosberg, espera en 2015 emular a su padre y convertirse así en el segundo hijo de un campeón del mundo que se alza con el título. Para ello, con toda seguridad, necesitará ganar más de una carrera.