En cada carrera (siempre que no haya imprevistos), cuando un Fórmula 1 entra en boxes, los estrategas del equipo ya sabían de antemano cuándo se iba a producir la parada, cuánto va a durar y en qué posición de carrera se reincorporará el monoplaza. Y todo ello calculando al milímetro hasta el último detalle, con tiempos tan nimios que se miden en milésimas de segundo. ¿No se podría aplicar esta tecnología a los aeropuertos? NATS (Servicios Nacionales de Tráfico Aéreo de Gran Bretaña) cree que sí.

Quienes vuelan frecuentemente saben que a menudo sentarse en un avión no significa que se vaya a despegar inmediatamente. Hasta 20 minutos puede estar un aeroplano dando vueltas por la pista esperando que ésta se despeje. NATS ha calculado que, de esta manera, se arrojan 600 toneladas en emisiones de CO2 al día; un derroche inútil. Fue en un seminario en la sede de McLaren de Reino Unido hace tres años cuando a Peter Tomlinson (de NATS) se le ocurrió la idea de aprovechar la experiencia de la Fórmula 1 para aplicarla a la aviación: “Una para en boxes de un F1 es similar a cuando un avión llega al aeropuerto y tiene que aparcar en la puerta, desalojar a los viajeros, recargar combustible y volver a salir”.

Tres años de colaboración entre NATS y los ingenieros de McLaren darán como resultado un nuevo sistema pionero probado en las pistas de Heathow, donde los aviones se guiarán por el personal del control de tráfico aéreo fácil, rápida y precisamente. Aunque aún se está en fase de pruebas, todos los responsables esperan que en el futuro sea un sistema común en la mayoría de los aeropuertos internacionales para ayudar a conservar la naturaleza y presentar un eficaz sistema de ahorro energético.