No es que en los Estados Unidos se vendan muchos coches chinos, pero en muchas fábricas del país, como en las de Ohio en particular donde se ha pronunciado el dirigente norteamericano, se producen miles de unidades para la exportación. Y es ahí donde la industria americana (y otras) están enfrentándose a un grave problema de competencia desleal.

Como explicó Barack Obama ante los ciudadanos de Ohio en su mitin, el gobierno chino subvencionó de 2009 a 2011 con 1.000 millones de dólares a doce fabricantes de automóviles y piezas de repuesto para la exportación.

Esto ha causado gran indignación entre los fabricantes norteamericanos y ha obligado al actual presidente a defender sus derechos mediante una denuncia ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por ayudas ilegales al sector por parte del gobierno de Pekín. Baste decir que, por ejemplo, en el Estado de Ohio, más del 12 por ciento de los trabajadores realizan su actividad profesional en el sector del automóvil.

Al mismo tiempo, la administración de Obama ya había calificado el pasado julio de "injustificables" las elevadísimas tasas que impone el gobierno chino a sus exportaciones hacia éste país. Su oponente político, Mitt Romney, ha utilizado repetidamente como argumento en su campaña la excesiva condescendencia del actual gobierno con los desmanes comerciales cometidos por el gigante asiático en el mercado mundial.