El Jaguar F-Pace ataca al segmento medio de los todocamino de alta gama enfrentándose con los Audi Q5, BMW X3, Mercedes GLC o Porsche Macan, aunque con sus 4,73 metros es ligeramente más largo que todos ellos. Su silueta es nueva en la firma británica, si exceptuamos la variante Sportbrake del anterior XF pero tiene todos los elementos para hacerlo reconocible como un vehículo de la marca, como su frontal con la generosa parrilla y los pilotos traseros heredados del F-Type. Elegante y con empaque no resulta demasiado grande ni visualmente ni a la hora de conducir incluso en carreteras estrechas y reviradas.
El interior es el de un Jaguar sin ninguna duda, con una excelente calidad general y el diseño sin estridencias de los últimos modelos. El habitáculo tiene unas cotas ligeramente por encima de las de sus competidores, con una altura interior generosa y un buen espacio para las piernas en las plazas traseras, además de un maletero de 650 litros, el más grande de entre sus rivales, además de contar con la posibilidad de montar una rueda de repuesto de tamaño normal, algo muy de agradecer hoy en día, sobre todo en un vehículo de este tipo.
El nuevo sistema modular construido en aluminio casi en su totalidad (con un tercio procedente del reciclaje) que se va a generalizar en la gama Jaguar. La suspensión es independiente en las cuatro ruedas con el esquema multibrazo Integral Link en el tren trasero que estrenó el XE y que cuenta con un quinto brazo trasnversal para conseguir un mejor guiado de la rueda. Lo que sí es heredado de Land Rover es la tracción total y todos los elementos electrónicos de ayuda a la conducción fuera del asfalto. El sistema Intelligent Drive Dynamics es el nuevo esquema de tracción total conectable que estrenó el Range Rover Evoque (llamado Active Driveline) y que, en condiciones de buena adherencia, solo envía fuerza a un eje, en el caso del F-Pace el trasero, conectando automáticamente la tracción total en caso necesario. El All-Suface progress Control es el All-Terrain Progress Control de Land Rover, una especie de control de crucero para campo que permite seleccionar una velocidad entre 3,6 y 30 km/h y el conductor solo se tiene que ocupar de la dirección, sin frenar ni acelerar, con una sorprendente eficacia en su comportamiento. El Configurable Dynamics permite elegir entre cuatro programas de conducción, normal, deportivo, eco y campo que modifican la respuesta del aceleración, controles de tracción y estabilidad, dirección, cambio automático y dureza de suspensión si se monta esta opción, denominada Adaptative Dynamics.
La gama de motores está compuesta por un Diesel de 2.0 litros con cuatro cilindros y 180 caballos que se convierte en la versión de acceso de la gama, con cambio manual de seis relaciones y tracción trasera, aunque también se puede equipar con tracción total y cambio automático de ocho marchas. Las siguientes opciones son siempre V6, con cambio automático de ocho marchas y tracción total. Tenemos un Diesel es el V6 de 3.0 litros y 300 caballos y dos variantes del gasolina 3.0 litros con turbo con potencias de 340 y 380 caballos. Todos ellos ofrecen un buen rendimiento, incluso el cuatro cilindros, además de un nivel sonoro muy reducido. La principal diferencia en cuanto a sonoridad entre el Diesel pequeño y los V6 está en la calidad del sonido, mucho más contundente y con un toque deportivo como saben hacer en Jaguar y más 'normal' en el de 180 caballos, aunque en ningún caso resulta elevado ni molesto.
El comportamiento del F-Pace esta al mejor nivel de entre sus rivales, con unas suspensiones más bien duras que le dan el toque deportivo que esperan los clientes de este tipo de vehículos, aunque sin llegar a ser incómodas en ningún momento.
Una dirección rápida y con solo 2,5 vueltas de volante entre topes y la eficacia del cambio automático terminan de redondear el agradable comportamiento del F-Pace en todo tipo de carreteras, como las difíciles rutas que realizamos en Montenegro durante su presentación.
Uno de los dispositivos más curiosos que estrena el F-Pace y que seguro que se generalizará en otros modelos es la Activity Key, un gadget fantástico que resulta sorprendente que no se haya inventado antes. Se trata de una pulsera estanca, impermeable y resistente a los golpes, similar a las pulsera deportivas asociadas a las aplicaciones que miden el rendimiento deportivo. La Activity Key en realidad es un transpondedor asociado a la propia llave del coche y su funcionamiento es el siguiente: dejamos la llave del coche dentro y para cerrarlo y bloquear la llave pulsamos el interruptor del portón del maletero y acercamos la pulsera a la 'J' del logo de Jaguar. De esta forma el coche se cierra y la llave que hay en su interior queda anulada, para que aunque accedan al coche de forma violenta no puedan arrancarlo con la llave. Así podemos ir a la playa, hacer surf, escalar, bañarnos o practicar cualquier otro deporte sin preocuparnos por la llave. Para abrir el coche y desbloquear la llave debemos realizar la misma operación. La Activity Key por sí sola no puede arrancar el coche, es un 'complemento' a la llave original y no es necesario recargarla.
Los acabados disponibles son cinco, Pure, Prestige, R-Sport, Portfolio y S y en la primera etapa del lanzamiento uno en edición limitada a 2.000 unidades, denominado First Edition, con un equipamiento más completo y exclusivo y que solo está disponible con el gasolina y el Diesel más potentes. Los precios arrancan en los 45.000 euros del F-Pace Diesel de 180 caballos con cambio manual, y llegan hasta los 100.260 euros del gasolina más potente en el acabado First Edition.
