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En España y Europa, por fortuna, se puede llegar a muchos sitios sin necesidad de recurrir al automóvil, pero en otros lugares como Estados Unidos el coche particular es un elemento imprescindible para acudir, no sólo a donde se desea, también a donde se necesita: el lugar de trabajo, el colegio de los hijos, el supermercado y otros comercios, los centros sanitarios... En definitiva, los lugares fuera de casa donde también transcurren nuestras vidas.
Por todo lo anterior, en Norteamérica las tecnologías de conducción autónoma también pueden entenderse como herramientas de ayuda y movilidad solidaria para quienes, por diversas razones, no pueden obtener el permiso de conducir ni ponerse al volante. Según el Departamento de Transportes de EE UU, este colectivo engloba a más de cinco millones de personas en el país.
Eso sí, como en cualquier otra parte, aún existe una gran mayoría de escépticos que desconfían de las posibilidades de los vehículos autónomos. Y a fin de combatir ese escepticismo, la filial estadounidense de Hyundai ha sometido su prototipo de robotaxi al mismo test práctico que todo hijo de vecino debe superar para sacarse el carnet.
Un examen simplemente perfecto
Como muestra el vídeo publicado por Hyundai, sin trampa ni cartón, una dura examinadora del Departamento de Vehículos a Motor de Las Vegas (Nevada) se sube al asiento del copiloto del Ioniq 5 robotaxi, aceptando así el reto de examinar a una máquina, y no a una persona, cuyas capacidades aún están por demostrarse.
A lo largo de la ruta del examen, el robotaxi demuestra estar preparado para los rigores de la conducción urbana incluso en un lugar tan bullicioso como la ciudad del juego. Mantiene su velocidad dentro de los límites en cada vía, conserva su carril sin titubeos, pone los intermitentes cuando y como toca e, incluso, consigue esquivar zonas de obras con las líneas del asfalto casi inexistentes y realizar correctamente cambios de dirección a la izquierda, una maniobra que suele atragantársele a los coches autónomos.
Finalmente, de vuelta en el centro de exámenes, la examinadora que acostumbra a aprobar a sólo un 16% de los candidatos firma y aprueba un test que, según declara ella misma al bajarse, ha sido perfecto, sin el más mínimo error.
Con tan insuperable puntuación, además de un carnet expedido a su nombre, el Ioniq 5 autónomo ya está listo para ayudar a Pearl Outlaw, la auténtica protagonista del vídeo, a reunirse con sus caballos, la pasión de su vida que abandonó por culpa de una degeneración en sus retinas que dejó sin visión a esta joven de Nevada. Un emotivo reencuentro que la tecnología punta ha hecho posible.
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