Lograr una movilidad 100% eléctrica en Europa en todos sus ámbitos, y en especial en lo relativo al automóvil, empieza a parecer una quimera, y algo menos el sueño realizable que los poderes públicos nos prometieron. Si hace no mucho hablábamos de lo poco o nada preparados que están los hogares españoles para acoger puntos de carga para ese hipotético coche eléctrico de la familia, ahora conocemos otra limitación más que pone en entredicho este paradigma.

Y se trata de una limitación tan sencilla como real: a mayor número de puntos y estaciones de carga instalados, mayor debe ser la demanda energética para garantizar que todos ellos cuentan con electricidad para servir en todo momento. Una demanda que, como empiezan a comprender en países como Holanda, recae en una red eléctrica de alta tensión que ya muestra síntomas preocupantes de estrés y agotamiento. Y no hemos hecho más que empezar en esto de la automoción cero emisiones.

Un problema casi imposible de resolver

La prensa nacional y local holandesa lleva tiempo haciéndose eco de los apagones continuos que vienen sucediéndose en las cuatro principales ciudades del país, Ámsterdam, Utrecht, Rotterdam y La Haya. Unos apagones que Stedin, el principal operador de las redes de alta y baja tensión en los Países Bajos, achaca al estrés al que se ve sometida la demanda de energía cuando miles de conductores ponen a recargar sus vehículos en las mismas franjas horarias (entre las 17:00 y las 20:00 horas), bien en puntos públicos o en cargadores domésticos.

La solución más plausible al problema pasaría por aumentar la densidad de estas redes nacionales de suministro. Una tarea que, sin embargo, califican desde Stedin como un imposible a corto y medio plazo ya que requeriría instalar más de 54.000 transformadores y extender más de 100.000 km de cableado nuevo.

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Para poner todo esto en su contexto, cabe recordar que este problema está afectando a un país donde ya existen, aproximadamente, 450.000 automóviles eléctricos en circulación, y donde ya el pasado verano las ventas de turismos eléctricos puros e híbridos enchufables alcanzaron el 45% del total. Por otro lado, el cese de las compras de gas a Rusia ha derivado en una mayor dependencia de la electricidad para facetas como la calefacción y la cocina, tras la conversión de miles de instalaciones con el consiguiente efecto en la demanda de esta energía.

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Por el momento, algunas autoridades ya se plantean medidas como desconectar los puntos de carga públicos en las ciudades durante unas horas cada día, o aumentar drásticamente el coste de las recargas en esas franjas de alta demanda con el fin de disuadir a los usuarios. Alternativas harto radicales y que entran en conflicto con la libertad de aquellos ciudadanos que, sintiéndose responsables, decidieron arriesgarse a ser los primeros en pasarse al coche eléctrico. ¿El futuro era esto?