La reacción de la FIA al conflicto bélico en territorio ucraniano fue catalogada por muchos como tibio. Lo cierto es que la Federación Internacional del automovilismo se mojó mucho más de lo que suele hacerlo, y aunque muchos esperaban la prohibición de que participasen pilotos rusos en cualquier tipo de carrera, la FIA eliminó todos los eventos en ese país y prohibió a los pilotos portar la bandera rusa o cualquier gesto que hiciera referencia a ello.

Delicada situación

Es decir, los pilotos rusos, a los que se les presume ninguna culpa en un conflicto iniciado por los gobernantes rusos, podían seguir compitiendo a nivel internacional siempre y cuando poco menos que renunciaran a su nacionalidad. Algo, por otra parte, no muy diferente a lo que han tenido que hacer el último año, después de la sanción a los atletas rusos por el llamado dopaje de estado.

Otras federaciones nacionales se han desmarcado en un movimiento que aún no está claro que exceda sus posibilidades, como es la prohibición de competir a los poseedores de licencias rusas o bielorrusas, contraviniendo lo que en teoría es una indicación de grado superior, como es la de la FIA.

En cualquier caso, la FIA parece que se guardaba un as bajo la manga para conseguir el propósito de que no hubiera rusos que pudieran levantar asperezas en el paddock. La Federación preparó un documento en el que, además de comprometerse a no pronunciarse sobre el conflicto, no mostrar apoyo a Rusia, los atletas debían mostrar su solidaridad con el pueblo ucraniano, mostrando en este caso sí, todo su apoyo.

Lo que para cualquiera es un acto de lo más normal y lógico, mostrar apoyo al pueblo atacado, para un ruso significa declararse en contra del gobierno del país donde reside, donde reside su familia, y hasta incluso morder la mano que le da de comer. No extraña por tanto que pilotos como Roman Rusinov o Daniil Kvyat se haya mostrado tremendamente decepcionados con la FIA por la existencia de este documento que de firmarlo podría haber supuesto ser considerado en el lugar donde reside toda su familia como un traidor, con los problemas que ello conlleva.

Mazepin, dispuesto a firmar

Irónicamente quién sí se mostró dispuesto a firmar el documento en cuestión fue Nikita Mazepin. El piloto ruso no estaba dispuesto a perder el tren de la Fórmula 1 tras tantos años persiguiendo el sueño, tras toda una vida dedicada a la formación, y todo a pesar de que su padre es propietaria de una de estas empresas llamadas para-estatales, con estructura privada pero totalmente dependientes del estado.

En cualquier caso, Haas prefirió quitarse el marrón de encima y no enfrentarse al hecho de tener un piloto que despierta tanta animadversión, por lo que de poco le ha servido al piloto ruso, que ahora deberá encontrar una nueva actividad para hacer en su día a día.