Carlos Sainz ya tiene asiento para la Fórmula 1 de mañana. Literalmente. El madrileño se subirá a las 9 de la mañana –las 6 en España– al Red Bull RB10 en el circuito de Yas Marina, para dar comienzo al que será su primer test con un coche de la era turbohíbrida, y quizá también el último antes de que se dé a conocer su futuro como piloto oficial del equipo Toro Rosso.

El piloto madrileño, que disfrutará de esta prueba en pista como premio por ganar las World Series by Renault 3.5, todavía no ha recibido la ansiada llamada de Helmut Marko, y tampoco la directiva de Toro Rosso le ha confirmado que será el elegido para debutar en Fórmula 1 con la filial de Red Bull. Sin embargo, después de este fin de semana en Abu Dhabi todo indica que la decisión está prácticamente tomada en el seno de la escudería energética y que el anuncio oficial llegará muy pronto, bien sea inmediatamente después de juzgar mañana su rendimiento con el Red Bull RB10 o, como tarde, en el plazo de una semana.

Los acontecimientos de los últimos días en Yas Marina respaldan la afirmación anterior. Primeramente, porque CarandDriverTheF1.com ha podido saber que la continuidad de IPIC como patrocinador de Toro Rosso, que en algunos momentos se dio por imposible, es la opción más probable en estos momentos. Es cierto que los responsables emiratíes de este enorme fondo de inversión, propietario íntegro de la petrolera española CEPSA, pasaron por un momento de alejamiento, incómodos por un tratamiento que no consideraban acorde con su inversión, pero las reuniones llevadas a cabo durante las últimas semanas han acercado las posiciones de ambas partes. Ante la continuidad de CEPSA, la presencia de Carlos Sainz sería evidentemente positiva para el sponsor, de manera que ambas candidaturas se refuerzan mutuamente.

No tiene visos de realidad, sin embargo, los informes que sugieren que Carlos podría traer consigo a otro patrocinador con un elevado aporte económico que garantice la presencia de Sainz en la escudería italo-austriaca. Es probable que alguno de sus actuales sponsors personales –como Estrella de Galicia– den el salto a la F1, pero su contribución será modesta, al menos en las proporciones que se manejan en la categoría reina.

Ninguno de estos factores es, obviamente, tan importante como los objetivos deportivos que Sainz ha cumplido en la pista. El título de Carlos en las World Series es el primero para un piloto del Red Bull Junior Team, con récord de victorias y precocidad, un triunfo que le lleva al último escalón antes de la categoría reina tras disputar la GP3, la 'doble vía' –campeonatos europeo y británico– en la Fórmula 3, la Fórmula Renault 2.0 y la Fórmula BMW. Es, por tanto, un piloto suficientemente 'bregado' para subir a la categoría, más que el británico Alex Lynn, el flamante ganador de la GP3, y Pierre Gasly, un prometedor francés que le arrebató a Roberto Merhi el subcampeonato de las World Series a última hora pero que a sus 18 años lleva menos de la mitad de carreras en monoplazas que Carlos y que, además, ha sido batido por el español en el mismo campeonato. Ni Lynn ni Gasly son, pues, aspirantes más cualificados que Carlos para el asiento del Toro Rosso y, de hecho, ni siquiera la propia escudería los ha mantenido en el mismo nivel que al madrileño: su trabajo en el simulador ha sido testimonial, frente a las largas jornadas que Sainz, Buemi y Da Costa han invertido en las instalaciones de Milton Keynes.

Mención aparte merece el que, hasta hace apenas unos días, era el más firme opositor a Sainz en la carrera por un puesto en el equipo B de Red Bull, Jean-Éric Vergne. El de Pontoise ha cuajado actuaciones más que dignas en su tercera temporada en la Fórmula 1, pero tres años para brillar en la cantera de Helmut Marko pueden ser demasiados, como demuestran sus antecesores en el 'cargo': Speed, Bourdais, Buemi y, por supuesto, Alguersuari, tuvieron menos oportunidades que el francés. Su línea descendente empezó cuando Red Bull prefirió a Daniel Ricciardo para sustituir a Mark Webber desde esta temporada 2014, y la película se repitió cuando, ante el certero fichaje de Max Verstappen, Toro Rosso le apartó rápidamente de la alineación provisional de 2015 frente a su compañero Daniil Kvyat que, dicho sea de paso, tiene 14 puntos menos en el Mundial.

La espantada de Sebastian Vettel en el primer equipo, temida por el equipo desde meses antes, y la promoción de Kvyat como compañero de Ricciardo en 2015, planteó la nueva perspectiva de mantener un piloto veterano que le mostrase el camino al tardoadolescente Verstappen, y con eso resurgió el nombre de Vergne para seguir en la escudería capitaneada por Franz Tost. Con eso o con la promesa de traer al equipo jugosos fondos, supuestamente provenientes de la Federación Francesa, Total y otras empresas dispuestas a apoyar su continuidad en F1. Vergne envidaba con hasta 30 millones de euros, o eso se filtró interesadamente en el paddock, cifras que no encajaban con un mercado que, con ese nivel de inversión, podría haberle dado un asiento fuera de la disciplina de Red Bull que ya le había rechazado en dos ocasiones.

Con el tiempo, el envite se tornó en farol, y el entusiasmo de JEV se tornó en acidez, como la que vimos ayer en Yas Marina, cuando se quejó por radio de que Ricciardo le había peleado la posición con "demasiada agresividad" en una pelea donde fue él quien se saltó todas las normas no escritas sobre la sumisión de los Toro Rosso a los Red Bull en cualquier carrera de las últimas nueve temporadas. La última rebeldía que recordamos en un paladín de Faenza fue la de Jaime Alguersuari en unos Libres de Corea 2011, tres carreras antes de su despido. Ayer, en Abu Dhabi, la pausada y sentida despedida de algunos de los mecánicos del francés tampoco corresponde con el final de una temporada más para el piloto. Todo esto en un fin de semana que fue duro para Jean-Éric desde el sábado, cuando los rumores que algunos periodistas franceses le hicieron llegar a su compatriota fueron motivo suficiente para "afectarlo seriamente en lo psicológico", según nos confesó un importante cargo técnico de Toro Rosso. Nada de esto ocurriría en una sana situación de renovación.

Mañana se celebrará el primer día de pruebas en Abu Dhabi, que será el único para Sainz y para otros pilotos que cederán el testigo a uno de sus compañeros para la segunda jornada, el miércoles. La actividad en pista empezará a las 09:00 y durará hasta las 18:00 con una hora de parón para comer, y Carlos probará con el ingeniero de pista de Ricciardo, Simon Rennie, que a su vez estrenará como ingeniero de rendimiento a quien hasta ahora trabajaba en el simulador de Red Bull en Milton Keynes. Esa pareja de ingenieros la estrenará Carlos, como también de chasis en el RB10, ya que su unidad no corresponde con ninguna de las dos que corrieron ayer en el último Gran Premio de la temporada. Sí empleará uno de los motores del fin de semana, probablemente uno de los empleados en los entrenamientos libres. En el circuito le acompañará su mánager, Borja Ortiz, pero no su padre, que llegó al circuito el viernes y se marchó el domingo después de terminar su lógica ronda de contactos, lo que puede interpretarse como un signo de tranquilidad y confianza en la senda que ha tomado la situación.

Sainz Jr. ha trabajado tanto ayer como hoy con telemetrías y una enorme recopilación de cámaras onboard para llegar con la máxima preparación a la prueba, pero está apreciablemente más relajado que en verano del año pasado, cuando se subió al RB9 en Silverstone, buscó inmediatamente los tiempos y sorprendió a Red Bull hasta el punto de que el mismo Sebastian Vettel le felicitó personalmente. Esta vez tendrá más tiempo y mayor calma, aunque "siempre hay algo que demostrar", nos ha dicho el propio Carlos en un arranque de genuino inconformismo.

El debut como piloto oficial está más cerca para Sainz. Eso sí, su asiento en la Fórmula 1 de mañana se construyó hace ya un mes en Milton Keynes, y con el procedimiento habitual.