Nico Rosberg esta vez pudo con el martillo de Lewis Hamilton. El inglés padeció el tiempo perdido en el trompo realizado tratando de alcanzar a su compañero de equipo: "Lógicamente uno está decepcionado cuando comete un error, y hoy yo lo cometí", aseguró Lewis. Aun así, su carrera, acosando a su compañero de equipo hasta la línea de meta, fue más que admirable. Esta vez Hamilton pareció contenerse y aceptar llegar segundo. En vez de "the hammer time" fue "calculator time". Aunque quien ganó fue Nico Rosberg, merecida victoria si tenemos en cuenta que él no cometió absolutamente ningún error en todo el fin de semana, y se mostró como el más rápido en prácticamente todas las sesiones. Pero Hamilton sigue siendo el favorito para triunfar en Abu Dhabi, última cita del presente año. Aunque la doble y recién inventada doble puntuación puede cambiarlo todo de un plumazo, muchos creen que injustamente. En cualquier caso, estamos ante un año importante, histórico, pues Mercedes se proclama por primera vez campeona mundial de constructores. Una buena excusa para repasar la historia de esta mítica escudería.

SESENTA AÑOS DESPUÉS DE FANGIO

Fue después del Gran Premio de China de 2012 cuando rendimos homenaje a esta escudería. Nico Rosberg había ganado la carrera y se convertía en el primer piloto del siglo XXI en ganar con Mercedes. El proyecto de la marca alemana, que había comprado Brawn GP en su máximo apogeo, parecía haber defraudado en sus inicios. Pero poco a poco fue despegando hasta, este año, hacer realidad un sueño que Michael Schumacher quiso cumplir antes de su definitiva retirada, pero que desgraciadamente no pudo. Serán Nico Rosberg o Lewis Hamilton quienes se convertirán en campeones mundiales sesenta años después de que lo hiciera Juan Manuel Fangio, primer y hasta ahora único campeón mundial a bordo de una flecha plateada. Aunque la historia de Mercedes en el automovilismo se remonta a antes de la Fórmula 1. De hecho, el apodo de "flechas de plata" parece provenir de 1934, cuando se limó la carrocería de sus bólidos para rebajar los gramos de peso suficientes para competir dentro del reglamento de la Eifelrennen. Aunque hay quien cree que hay más de leyenda que de realidad en esta, en cualquier caso, romántica historia.

UN TURBIO PASADO

En cualquier caso, el inicio de su historia no es muy admirable: en los años 30 obtuvo numerosos éxitos en diversas pruebas, pero gracias al apoyo de Adolf Hitler, el dictador alemán que vio en Mercedes la mejor manera de demostrar la superioridad de su país. Mercedes y Auto Union no tardaron en disfrutar de unas ayudas económicas únicas. El público reaccionó desproporcionadamente: nada menos que 200.000 espectadores explotaron en aplausos al ver la primera carrera de un Mercedes en el mítico y desaparecido trazado original de Avus, en Berlín, con la presencia del mismo Hitler. Era otra época, afortunadamente superada, y en cualquier caso pilotos como Otto Wilhelm Rudolf Caracciola, Manfred von Brauchitsch o Liugi Fagioli, junto con la portentosa tecnología alemana innata de sus ingenieros y mecánicos, dieron momentos dorados al automovilismo alemán.

NADA DE GUERRA INTERNA

Este año, la guerra interna entre el alemán Rosberg y el inglés Hamilton ha hecho pensar a más de uno que los títulos mundiales podrían peligrar, como en su día le ocurrió a McLaren cuando Lewis y Alonso se enzarzaron en una temporada muy polémica. Antaño nunca habría ocurrido algo parecido: la política mandaba por encima de todo, y la escudería no dudaba en ensalzar siempre que podía la superioridad de Alemania. Así, en cierta ocasión en una carrera de Nürburgring, se ordenó al piloto italiano de Mercedes, Luigi Fagioli, que redujera la marcha para beneficiar a su compañero de equipo, el alemán Brauchitsch, y se pusiera en cabeza. No había estrategia de equipo, ni contratos, ni deportividad. Simplemente tenía que ganar un alemán a lomos de un Mercedes. El responsable de aquella decisión fue Alfred Neubauer. Un hombre muy importante, no sólo en Mercedes, sino en el automovilismo de hoy, porque él fue el primero en usar pancartas, banderas, pizarras y demás artilugios para comunicarse con sus pilotos en las carreras. Efectivamente, podríamos considerarle el primer jefe de equipo de la Fórmula 1.

UNA VICTORIA RETRASADA

En 1954, Neubauer se llevó de Maserati a Juan Manuel Fangio para formar un equipo con los alemanes Hans Herrmann y Karl Kling. Mercedes tenía todo a su favor para debutar ganando. Pero esa primera victoria de Mercedes tuvo que retrasarse: Fangio siguió compitiendo con Maserati las dos primeras carreras del año, pues el Mercedes W196 no estuvo preparado hasta la tercera prueba, el Gran Premio de Francia, en el histórico Reims. Fangio, aún con Maserati, logró ganar la primera carrera del año en Argentina, desatando el delirio de sus compatriotas y repitió después en Bélgica. La primera victoria de Mercedes tenía que esperar.

AL FIN, EL TRIUNFO

En Francia, Fangio estrenó el Mercedes, y no lo podía hacer de mejor manera: batió el récord del circuito con un crono de 2'29"4, con una media de velocidad de 200,042 kilómetros/hora. Un debut de unas flechas de plata que auguraba un hueco preferente en la historia de la Fórmula 1. En la carrera, bajo la intensa lluvia, el portentoso pilotaje del argentino y la tecnología alemana de Mercedes se unieron para crear uno de los binomios más recordados y potentes de las carreras de coches, que en 1954 ganó también en Alemania, Suiza e Italia. Se iniciaba así un romance entre el argentino y el constructor alemán que, durante dos temporadas completas, no dejaron de probar el dulce sabor de la victoria y el embriagador aroma del champagne. Pero un trágico desastre iba a mutilar de cuajo una carrera meteórica.

EL PRIMER TÍTULO MUNDIAL

Después de la victoria en Reims en 1954, llegó la desastrosa carrera en Silverstone en la que Fangio acabó doblado por su compatriota y rival de Ferrari (Froilán González) y llegó a la meta en la cuarta posición. La siguiente victoria del 'Chueco' en Nürburgring fue agridulce: mientras que José Froilán González se retiró profundamente apenado por la muerte del argentino Onofre Marimón (la primera víctima oficial de la Fórmula 1), Juan Manuel decidió sobreponerse y correr el domingo. Ganó, y con su victoria le rindió un bonito y dolido homenaje delante de trescientos mil espectadores. En la siguiente carrera, en Bremgarten (Suiza), Fangio logró el campeonato mundial de pilotos, el primero de Mercedes, gracias a una incontestable victoria desde la misma salida hasta la bandera de cuadros. Sólo un desastre podría acabar con un futuro tan prometedor de Mercedes en la Fórmula 1. Y ese desastre, desgraciadamente para centenares de víctimas inocentes, no tardaría en llegar.

LA TRAGEDIA DE LE MANS

En 1955 la historia se repetiría con un parecido guion al año siguiente: Mercedes y Fangio; Fangio y Mercedes. El innovador corazón del W196 heredaba la experiencia aeronáutica del caza de la Segunda Guerra Mundial diseñado por Willy Messerschmitt. Las esperanzas estaban por todo lo alto, pero la de 1955, pese a la incorporación del gran Stirling Moss al equipo y a la sucesiva llegada de trofeos y más trofeos, no fue una temporada para recordar: la tragedia de Le Mans destrozó todos los planes. Eran cerca de las seis de la tarde cuando Mike Hawthorn adelantó a Lance Macklin justo antes de entrar a boxes en la famosa prueba de resistencia francesa. Mike adelantó por la izquierda y cruzó la pista por delante de Lance para parar en boxes (antes no había muro de separación entre la pista y el pitlane). Sorprendido, Lance giró bruscamente para evitarle. Pero desgraciadamente no se había percatado de que por detrás estaba llegando el Mercedes de Pierre Levegh a toda velocidad, y se puso en su trayectoria. El impacto lanzó al Mercedes del francés contra el público, y se desintegró según fue recorriendo a gran velocidad toda la grada principal inundada de aficionados, matando a ochenta personas en el acto y dejando heridos a centenares.

UN TRISTE CAMPEONATO

Las imágenes, aún hoy, siguen estremeciendo: como si la Segunda Guerra Mundial no fuera un recuerdo sino un presente tan estúpido como aquél, los cuerpos se esparcían por doquier, entre restos de coches y gasolina ardiendo. Fangio venía inmediatamente detrás, y pudo frenar a tiempo para evitar los restos del desastre al ver la inmensa columna de humo producida por el posterior incendio. Era una masacre. Mercedes retiró los dos bólidos que aún le quedaban en la pista esa misma noche, ante la orden directa llegada de la sede en Stturgart. La conmoción internacional fue tremenda: Francia, España, Suiza y Alemania prohibieron las competiciones automovilísticas. Pero el mundial de 1955 de F1 siguió adelante: Fangio ganó cuatro de las siete carreras disputadas. El monopolio de Mercedes fue casi completo, a falta de una victoria en Mónaco (donde ningún Mercedes pudo llegar a la meta) y también otra en las 500 millas de Indianápolis (donde ganó Bob Sweikert con un Kurtis Kraft-Offenhauser). En Monza, Moss se retiró por avería en la vuelta vigesimoctava, lo que aprovechó Fangio para ganar la carrera y hacerse así con el campeonato de pilotos (el tercero en su haber), mientras que Moss logró el subcampeonato. Entonces no existía el campeonato mundial de constructores (se instauró en 1958), pero de existir, Mercedes habría tenido dos trofeos. Pero nadie en Sttutgart tenía ganas de celebrar nada.

EL PESO DEL DOLOR

Pese a su superioridad aplastante, Mercedes no volvería a lograr ningún campeonato más: en su cúspide anunció su retirada de la competición a finales de año, todavía conmocionada por el trágico suceso de Le Mans. Las víctimas dolían demasiado, y ningún trofeo podía calmar su sufrimiento. La Fórmula 1 aprendió a vivir sin Mercedes, y muy seguramente gracias a su ausencia más de un equipo ganó algún campeonato mundial que le correspondía. El dolor ganó esta vez la carrera a Mercedes, que se retiró sin haber ganado ningún mundial de constructores.

EL PRIMER CAMPEÓN DEL SIGLO XXI

La ausencia en las pistas de Fórmula 1 de Mercedes duró 38 años. En 1993 y 1994 suministró sus motores a la escudería Sauber, mientras que su unión con McLaren ha dado grandes frutos desde 1995. Pero las flechas de plata como tales no volvieron a la pista como equipo propio hasta 2010, después de que Mercedes comprara la escudería Brawn GP, que había ganado ambos campeonatos mundiales de 2009 gracias, entre otros motivos, a sus innovadores dobles difusores del BGP001. En pleno siglo XXI, el ambicioso proyecto del nuevo equipo Mercedes no pudo dar sus frutos en sus inicios. No fue hasta el gran premio de China de 2012 cuando Nico Rosberg hizo historia al convertirse en el primer ganador del siglo XXI con una auténtica flecha de plata, un Mercedes W03 equipado con innovadoras soluciones como el S-Duct.

EL PRÓXIMO CAMPEÓN

Este año ya tienen el campeonato mundial de constructores, el primero de sus vitrinas, y es seguro que uno de sus dos pilotos levantará también el de pilotos. Sólo queda esperar a la próxima carrera, la última de 2014, para escribir el punto y seguido de esta apasionante historia de competición, deporte y pasión. Un último episodio de lucha y superación que lleva sesenta años de pasado a sus espaldas. Lewis Hamilton y Nico Rosberg querrán unir sus nombres al de Juan Manuel Fangio.¿Y quién no querría? Para ellos sólo tenemos que esperar dos semanas y volver a disfrutar con las flechas de plata brillando en las calles de Yas Marina. Suerte al campeón.