Jean Pierre Jabouille fue un piloto que por la particularidad de sus actuaciones en el mundial de Fórmula 1, merece ser recordado. Si algo se puede decir de este francés, es que su historial de resultados, y lo que estuvo detrás de alguno de estos, no tiene comparación alguna. En la categoría reina de hoy día, encontrar un palmarés parecido al suyo resultaría casi impensable. Y es que hoy, hace 72 años, nació quien colocó a Renault por primera vez en la cúspide de la competición automovilística.

Ya de por sí, sus inicios en el automovilismo resultaron reveladores, ya que el primer coche con el que corrió fue el pequeño Renault Gordini en 1966. En esos momentos, difícilmente podría imaginar que su nombre y el de la firma gala se unirían para el resto de la eternidad. Dicho esto, Jabouille no retrasó lo más mínimo su paso a los monoplazas tras la experiencia adquirida a los mandos del automóvil galo. Para 1967, Jean Pierre probaría suerte en la Fórmula 3 y, dos cursos más tarde, alcanzaría la Fórmula 2, competición que disputó hasta 1976.

En esta categoría tuvo unos cuatro primeros años mediocres. Hasta 1973, el francés no disputó todas las carreras, y en las que compitió, no brilló especialmente. Un segundo puesto en el 72 fue su única alegría por aquel entonces. Ya en 1974, la situación mejoró sustancialmente. Se centró más en la competición y llegaron los resultados. Una victoria y dos terceros puestos le hicieron acabar cuarto en la general. Al ejercicio siguiente, retrocedió una plaza en la clasificación final, debido a los abundantes abandonos que acumuló y a pesar de sumar cuatro puntos más. Sorprendentemente, en estas dos temporadas realizó tres apariciones en la parrilla de F1. O, más bien, en parrilla sólo una, ya que en sus otros dos intentos de clasificarse para la carrera no lo consiguió. Tan sólo en la cita de su país de origen consiguió hacer acto de presencia para terminar en duodécimo lugar. Esto le sirvió como primera toma de contacto.

Pero fue 1976 el año decisivo para Jabouille. Con una regularidad que no se repetiría en el resto de sus años de competición, el galo se alzó con el título de la F2. Su rendimiento convenció a Renault, que para su desembarco en la Fórmula 1 a finales de 1977, decidió elegir a Jean Pierre como su único piloto titular. El reto era mayúsculo, ya que el amarillento bólido que pondría la marca del rombo en pista tendría un inédito motor turbo V6. En los primeros pasos del mismo, el objetivo era claro, había que desarrollar y evolucionar el propulsor. Basta decir, como prueba de lo verde que estaba el proyecto, que de las cinco carreras a las que se presentaron ese año, en cuatro se retiraron, y en la última, Canadá, ni siquiera se clasificaron para carrera.

¿Mejoró el rendimiento del motor francés en 1978? Según se mire. La tasa de retiradas fue, de nuevo altísima, con nueve en las catorce carreras que disputaron el dúo del país pentagonal. A pesar de ello, comenzaron a atisbarse luces al final del túnel. El Renault RS01 parecía que tenía potencial, ya que tras una más que decente tercera posición en la calificación del GP de Austria, Jabouille acabó cuarto en Estados Unidos, consiguiendo sus primeros puntos F1 y los primeros de Renault en la categoría. Después de esto consiguieron acabar en Canadá duodécimos. Parecía que el proyecto comenzaba a cobrar verdadera vida.

Por ello, la marca gala puso más carne en el asador de cara a 1979. Ficharon a otro piloto de la nación de Napoleón Bonaparte, René Arnoux, y para la quinta cita del calendario, que suponía el desembarco de la caravana mundialista en España, pusieron en pista el nuevo monoplaza, la evolución del RS01, el Renault RS10. Con este, Jean Pierre intentaría certificar que los destellos de velocidad mostrados la campaña anterior no fueron casualidad. Ya incluso antes de que se llegase el nuevo bólido, Jabouille había conseguido la pole en Sudáfrica, pero se tuvo que retirar, otra vez. En total fueron 10 abandonos los que acumuló esta temporada el galo, una bestialidad, en parte comprensible dada la revolucionaria mecánica con la que trabajaban, ya que Arnoux no acabó en nueve carreras. Pero esa frustración que causaba no ver la bandera de cuadros quedó en el olvido cuando participaron en el Gran Premio de Francia del 79.

Tras nada más que retiradas prematuras a lo largo de su vida, Jabouille pudo resarcirse ante su público, en lo que fue toda una exaltación del espíritu patriótico más propio de la época napoleónica. Con un coche francés, en una carrera francesa, un piloto francés consiguió la primera victoria para Renault. Esta coincidencia de nacionalidades no se daba para los galos desde antes de la II Guerra Mundial, en los inicios de los Gran Prix. Para su protagonista, fue un regalo de su mecánica, que por una vez decidió darle un respiro. Así, Jabouille pasó a la historia tras dicha hazaña. La pena para él fue que legendario duelo entre su compañero Arnoux y Gilles Villeneuve por los dos peldaños siguientes del podio lo dejara en segundo plano. Entre otras cosas porque no volvió a asomar la cabeza en el podio en el resto del curso. No puntuó en ninguna de las carreras restantes. Su vecino de box, en cambio, fue segundo en dos ocasiones.

En 1980 la historia fue prácticamente calcada a la de la temporada anterior. Jean Pierre sólo acabó dos carreras. Una decimocuarto, en Estados Unidos, y la otra, primero. Esta vez el triunfo fue en Austria, lugar de la primera pole. Fue el único brote verde en medio del desierto que fue para el francés el campeonato que se llevó Alan Jones con Williams. Para colmo, la mayor competitividad de Arnoux llevó a Renault a prescindir de sus servicios.

Fuera de la que había sido siempre su casa en F1, Jabouille acabó en el la escudería Talbot Gitanes. Sólo probó suerte en cuatro carreras, y en la mitad de ellas ni siquiera se clasificó para la cita del domingo. En lugar de seguir insistiendo, decidió retirarse. Con 39 años de edad, su etapa en la categoría reina había acabado. Correría en 1992 y 1993 las 24 horas de Le Mans, acabando tercero en ambas temporadas, resultado que ya había logrado en el 73. Esa fue la última vez que compitió al más alto Jean Pierre Jabouille, un francés que, en relación carreras disputadas y acabadas, es uno de los que menos ha visto la bandera de cuadros. Hoy en día, ver este perfil de piloto sería muy extraño. Al menos, en cotas tan extremas. Le queda de consuelo el poder decir que, casi siempre que acababa una carrera, la ganaba.

Dijon 1979: Jabouille y la primera victoria de un motor Turbo en la Fórmula 1