Fernando Alonso ha vivido un Gran Premio de Malasia tan corto como difícil. El español ha quedado fuera de carrera en la segunda vuelta, cuando el alerón delantero de su F138 se ha desprendido en plena recta como consecuencia de un ligerísimo toque con Sebastian Vettel en la curva 2 del primer giro. El apéndice ha aguantado un minuto y medio parcialmente enganchado al morro del Ferrari, pero finalmente ha terminado de romperse y las ruedas delanteras de Fernando lo han 'recogido' para convertirlo en una especie de tabla de surf. Desde ese momento, el tren delantero ha perdido contacto con el suelo y, lógicamente, Alonso no ha podido frenar a tiempo en la primera curva para adentrarse en la puzolana, de donde no ha podido salir pese a una gestión 'de libro' de la situación: ha girado nada más ha recuperado la direccionalidad en el coche y ha acelerado para intentar evitar un abandono a la postre inevitable.

Un primer acercamiento al incidente podría aconsejar calificarlo de grave error del equipo Ferrari por no imponer que Fernando se detuviese en los boxes para sustituir el frontal de su monoplaza. En ese caso, habría evitado el abandono a cambio de salir en la última posición de la carrera y con la necesidad de volver a los talleres apenas dos vueltas más tarde para reponer las ruedas, ya que la pista se encontraba en plena fase de secado después de los tímidos chubascos que han empapado el asfalto unos minutos antes de la salida. De esta manera, Alonso tendría que haber emprendido una remontada imposible hasta el final de la carrera.

Sabedores de la situación, en Ferrari se ha vivido un largo minuto de tensión hasta el segundo paso por meta. Si el alerón no cedía, podrían aguantar una o dos vueltas más y sustituir el frontal del F138 en el momento óptimo para cambiar también las ruedas a un compuesto de seco. Curiosamente, el rendimiento del coche era el adecuado pese a que el alerón estaba claramente descolgado del lado izquierdo, y más que lo estuvo en las últimas curvas de ese interminable primer giro. Esa efectividad animó a los protagonistas a mantenerse en el asfalto aun con sus problemas.

En todo caso, es conveniente aclarar que, en contra de la versión oficial de la Scuderia, el alerón de Alonso empezó a echar chispas en las eses rápidas del primer sector de Sepang, y no sólo en la contrarrecta, después de la curva 14, aunque allí era efectivamente más notable. De hecho, la decisión de parar en boxes parecía inapelable a la vista de esas imágenes, pero piloto y equipo –Alonso y su ingeniero Andrea Stella– han decidido continuar una vuelta más para intentar salvar la carrera y evitar la doble parada en boxes. Luego, la definitiva rotura del apéndice aerodinámico.

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En el momento del 'crac', la carga aerodinámica efectiva sobre la pieza dañada era máxima y, además, el Red Bull de Mark Webber, que en ese momento adelantaba a Alonso precisamente por el lado izquierdo, ha generado unas fuertes turbulencias que han afectado definitivamente a la delicada estabilidad de la maltrecha ala blanquirroja.

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Es cierto que existía una tercera opción más allá de continuar en pista o volver a boxes y poner el alerón nuevo sin tocar los neumáticos: podrían haber montado ya las gomas de seco y sustituir la pieza rota. El problema en ese caso es que, con la pista todavía muy delicada, Alonso podría haber perdido el mismo tiempo –si no más– que con la parada 'extra' para montar las gomas de seco dos vueltas más tarde y, además, arriesgar una salida de pista o un incidente con un rival.

A la vista de los resultados, es evidente que Alonso debió parar en boxes. Pero, al margen del resultado, 'chirría' que un serio candidato al título arriesgue tantísimo al correr con un alerón en esas condiciones tan endebles, poner en manos de la suerte tantas cosas por 25 segundos en un Gran Premio. Quien suscribe no ha podido evitar el recuerdo de un tremendo accidente que el brasileño Luciano Burti sufrió en el Gran Premio de Bélgica de 2001, cuando su alerón delantero se 'instaló' debajo de las ruedas como hoy le ha sucedido a Alonso, aunque entonces por un toque con Eddie Irvine en la rapidísima zona de Blanchimon. Éste fue el resultado:

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Burti sobrevivió, pero sufrió daños en la cara y una seria conmoción que le llevó varios años para recuperarse completamente. Nunca volvió a correr en Fórmula 1, aunque fue probador… de Ferrari. Y lo peor es que, en accidentes como el que Alonso ha sufrido hoy, las posibilidades de desprendimiento son mayores precisamente cuando mayor es la velocidad a la que se rueda, o cuando se pisan pianos y elementos externos que provocan vibraciones en el coche.

Pero si recurrimos a los precedentes históricos, es de justicia también recordar otro episodio similar que sucedió mucho antes, en el Gran Premio de Canadá de 1981. Entonces, Gilles Villeneuve era el primer espada de Ferrari, corría en casa y su alerón delantero se desprendió de repente. Los comentaristas de televisión pedían la bandera negra para Gilles, por el peligro que suponía para los demás coches en caso de perder el ala, y también para un Villeneuve que apenas podía ver lo que tenía ante sí porque el alerón interfería perfectamente en su área de visión:

El Príncipe de la Fórmula 1 no rebajó su ritmo y peleó con su Ferrari Turbo hasta que, de nuevo en una zona de muy alta velocidad, se desprendió el inoportuno trozo de aluminio. Contravolante y suerte mediante, Villeneuve salvó la situación y terminó tercero aquella carrera, escrita con letras de oro como un capítulo más de su inolvidable trayectoria, marcada por la espectacularidad y el coraje.

De vuelta a esta tarde de carreras en Malasia, esa valentía ha vuelto a ser la clave de la carrera de Alonso. El equipo fue osado al permitir que corriese en estas condiciones, pero también Alonso fue especialmente audaz al presionar de una forma tan radical a Sebastian Vettel en las primeras curvas sobre una pista mojada y con 56 vueltas por delante. El asturiano ha alegado que el tricampeón de Red Bull fue demasiado lento en el segundo viraje y, a la vista de las imágenes, es indiscutible que tiene razón. Quizá Alonso pudo estar en una posición más segura en esos momentos, pero como en el fragor de la batalla hay una inmensidad de variables que controlar, el toque no debe considerarse más que un lance de carrera perfectamente asumible incluso para un piloto de primerísimo nivel.

Sin embargo, sí resulta digno de análisis que el auriga de Ferrari no haya levantado el pie ni por un momento en su espectacular vuelta con el alerón roto. Esta tarde, Valtteri Bottas ha sufrido un problema similar en el alerón delantero de su Williams FW35 cuando se ha salido de pista en una de las vueltas de 'experimentación', las que dan la mayoría de los participantes entre que se abre el pitlane hasta que se alinean definitivamente en la parrilla de salida. Bottas ha empezado a echar chispas de su frontal, quizá con más virulencia todavía que en el caso de Alonso, pero él ha ralentizado 'ipso facto' para completar la vuelta sin dramas y empezar el Gran Premio en condiciones.

Es evidente que el caso no puede compararse a la perfección con el de Alonso, ya que Bottas no había empezado la carrera cuando le ha sobrevenido el problema. De todos modos, ¿qué hubiera sucedido si Alonso hubiera evitado las máximas velocidades y las interacciones con otros coches mientras tuviese el alerón dañado justo delante de sus ruedas directrices? Tal vez podría haber perdido menos tiempo que con la estrategia de dos paradas seguidas en boxes, no habría forzado un cambio prematuro a slicks y tampoco hubiera corrido el máximo riesgo con el ala 'colgante'.

Lanzar hipótesis es muy sencillo, especialmente cuando el daño ya está hecho, y es evidente que la suerte no ha acompañado hoy a Fernando Alonso. Pero en la Fórmula 1 más cerebral de la historia, en la que más cuenta 'rascar' puntos cada carrera, actitudes de arrojo como la del bicampeón asturiano y su equipo –de las que, eso sí deberían sentirse orgullosos cada uno de sus fans–, ya no son tan habituales como hace 32 años.

Balance GP de Malasia F1 2013 - equipo Ferrari