El sonriente Lewis Hamilton que había logrado la Pole Position el sábado se convertía en el serio tercer clasificado el domingo. De un día para otro, el Campeón Mundial de 2008 con McLaren había dejado escapar a sus fantasmas, y parecía muy descontento en el podio y en las entrevistas posteriores a la carrera: "Sólo estuve sufriendo ahí fuera", aseguró sobre su carrera en Australia, en la que fue adelantado por su compañero de equipo en la misma salida y por el piloto de Red Bull Sebastian Vettel en boxes.

David Coulthard, expiloto de McLaren y ahora analista en el paddock, advierte de que Hamilton podría decaer como el año pasado, cuando sus problemas personales afectaron a su personalidad y complicaron su trabajo en la pista. Para Coulthard, las serias expresiones de Lewis en el podio son un aviso que le podrá dar problemas el resto de la temporada.

Pero su jefe sale a defender: "La gente le subestima", se queja Martin Whitmarsh. "Es un tipo tranquilo, maduro y tolerante, pero la gente no se da cuenta del hambre que tiene para competir y ganar".

Su jefe sabe que si no está en el primer escalón del podio, Hamilton lo pasa mal, y le da ánimos para que no decaiga, pues la temporada sólo acaba de comenzar: "Debería darse cuenta de que tiene una buena oportunidad de luchar por el título este año y demostrar que puede continuar mejorando el coche, sin cometer errores… no hay ninguna razón por la que no pueda hacerlo".

Sea como sea, la cara de Hamilton tras la carrera era un poema. Pero Whitmarsh no cree, como Coulthard, que su piloto caiga tan pronto en otra depresión que le amargue ya el Campeonato: "Si empezara a estar contento por ser tercero o por ser ganado por su compañero de equipo, entonces no sería el Lewis que todos queremos y admiramos", asegura.