Cuando hablamos de un Mazda de la serie MX lo hacemos de un vehículo ligado a la innovación, que supone algún tipo de cambio o rotura con los esquemas habituales dentro de la marca japonesa. El más conocido por todos es el MX-5, pero el pionero en esta materia fue un modelo desconocido por la gran mayoría y que ahora ha vuelto a la actualidad gracias a la reciente película que hemos conocido durante el día de hoy: La forma del tiempo.
Mazda Italia ha excavado en el pasado para encontrar los puntos de contacto entre el nuevo eléctrico de los japoneses, el MX-30, y los hitos de la marca, descubriendo por el camino al primer prototipo que dio lugar a esta serie de automóviles revolucionarios, es decir, el Mazda MX-81.
La forma del tiempo
El documental producido por Mazda, con la dirección de Dario Acocella y la música de Fabrizio Bondi, nos ofrece una visión de la historia de este coche de la mano de todos los actores que cobraron un papel relevante en su nacimiento. Ellos son: Ikuo Maeda –Jefe de Diseño Global de Mazda–, Giorgetto Giugiaro –fundador de Italdesig–, Hideyuki Miyakawa –periodista– y Nobuhiro Yamamoto –ingeniero y diseñador de Mazda ahora jubilado–.
Pero, ¿cómo se encuentran Japón e Italia? Todo comienza con Hideyuki Miyakawa, un periodista que pasa por Londres, París e Italia para una sesión de fotos, asentándose en este último país como corresponsal en el extranjero. De todos los diferentes actos a los que asistió durante su estancia, fue el Salón del Automóvil de Turín el más relevante ya que allí pudo conocer a dos personas que se convertirán en el centro de esta historia: Giorgetto Giugiaro (jefe de diseño de Bertone) y Maria Luisa Bassano, intérprete de Mazda enviada a la cita automovilística.
Con el paso de los años, Miyakawa se acabó casando con Bassano y el matrimonio se instaló en Turín, la cuna del diseño de automóviles, convirtiéndose en el puente perfecto entre Italia y Japón. Gracias a ellos, Mazda decide adoptar las ideas de los diseñadores turineses y encarga a Bertone el desarrollo de un prototipo que vería la luz en el Salón del Automóvil de Tokio en 1981. En aquella época había un verdadero culto por los coches únicos y exclusivos y el siguiente paso fue llevar el diseño de los carroceros al mundo de la producción, presentando los prototipos del Mazda MX-81 en las ferias internacionales con las marcas más prestigiosas.
¿Cómo se fraguó la restauración?
La historia del redescubrimiento del Mazda MX-81 comienza en 2019 cuando Mazda Italia se prepara para presentar el MX-30 y planificar su lanzamiento. Empieza a circular una foto que Roberto Pietrantonio, responsable de la citada división italiana de la marca, publica en Instagram: un prototipo llamado MX-81, el primer MX, con el fondo de la Catedral de Milán. Más tarde, entra en escena Yamamoto pues deciden contactar con él para pedirle información sobre el automóvil. Este descubre que era un prototipo de Bertone para el Salón del Automóvil de Tokio de 1981, el cual había sobrevivido a todos estos años y no se había desechado como ocurría con la mayoría de vehículos conceptuales.
Tras encontrar a este ejemplar, se descubrió que estaba en buen estado, de forma que se inició el proceso de restauración con la intención de presentar el MX-30 junto con el MX-81 frente a la Catedral de Milán. Finalmente, la pandemia truncó los planes iniciales, pero nos ha permitido profundizar en el estudio del prototipo y sus secretos. La encargada de realizar la restauración ha sido Mazda Italia, es decir, la misma división que fue a buscar a los protagonistas de la historia y que llevó el coche al Superstile de Moncalieri donde trabajaba una persona que había visto nacer el coche: Flavio Gallizio. Estas instalaciones, nacidas en 2015, han sido las responsables de todo el trabajo realizado, con unos profesionales que conservaron los materiales originales, así como algunos signos del paso del tiempo, sin olvidarnos de una pintura similar a la original.
Un prototipo revolucionario
Oculto durante más de 40 años, el MX-81 ha vuelto a la vida después del tratamiento técnico en Japón y el tratamiento estético en Italia. Las características del prototipo fueron innovadoras para la época pues presumía de un coeficiente aerodinámico de 0,29, unos asientos delanteros que giran para facilitar el acceso a la banqueta trasera, grandes superficies acristaladas y un peculiar volante rectangular, con una pantalla central hecha con un monitor de tubo de rayos catódicos para ver mapas. Su motor, de 1.3 litros, producía 130 caballos de potencia y un par máximo de 183 Nm.
